Bernedo, 400 años

añana, 19 de agosto, es una fecha importante para Potosí y la Orden de los Predicadores. Se conmemora el cuarto centenario de la muerte de fray Vicente Bernedo, el “Apóstol de Charcas”

Altar del templo de Santo Domingo. Altar del templo de Santo Domingo. Foto: Archivo SIHP

Heinz Antonio Basagoitia Acuña y Juan José Toro Montoya (*)
Ecos / 20/08/2019 00:07

Mañana, 19 de agosto, es una fecha importante para Potosí y la Orden de los Predicadores. Se conmemora el cuarto centenario de la muerte de fray Vicente Bernedo, el “Apóstol de Charcas”, que ocurrió también un lunes, pero de 1619. Bernedo, aquel que no solo observó vida penitente en la Villa Imperial sino que recorrió gran parte del hoy territorio boliviano en su afán de evangelización...

En una fecha tan especial, revisamos algunos detalles de su vida y, desde luego, de su fallecimiento, ese que dio paso a un periodo jubilar y que este lunes tendrá su fecha central.

Su llegada

Fray Vicente Bernedo llegó a Potosí en 1601 y permaneció en el convento de Santo Domingo, donde vivió alrededor de dos años en una celda improvisada cerca de la torre. Acostumbrado a una vida rigurosa y de penitencia, fue recorriendo el territorio del actual departamento de Potosí y visitó en particular los territorios de los Chichas y Lípez, sin olvidar otros sitios y centros mineros ya vigentes en aquella época como Porco, Santa Isabel, Atocha, Caiza, Tatasi, San Vicente, Oploca, Mataca, Oroncota, Tomina y la legendaria Vitichi.

La descripción que dan las biografías respecto al equipaje que llevaba Bernedo para sus viajes misioneros es mínima, solo hace referencia a una delgada tela elaborada de algodón que le servía para armar una especie de carpa que, por cierto, difícilmente lo protegía del frío.

Un dato que sobresale en la biografía escrita por el dominico Salvador Velasco es la mención de que, al ir a vivir en el área rural, evitaba pasar la noche en casas o ranchos y prefería internarse en lo profundo de los montes, intercalando el breve descanso con intensos momentos de oración hasta el amanecer.

Existen registros de la misión que realizó Bernedo en Vitichi durante dos oportunidades: 1608-1610 y 1616-1618. Su principal objetivo en todos sus lugares de misión consistía en la fundación de cofradías, dedicadas tanto a Jesús como a la Virgen del Rosario. Una prueba de ello es que, en el folclore de la región, se tiene un canto en idioma quechua titulado “Mamá Rosario”.

Su muerte

Cuando Martín Bernedo de Albistur, mejor conocido como fray Vicente Bernedo, murió en Potosí, en verdadero olor de santidad, la cantidad de gente que acudió a darle el último adiós fue tal que resultó imposible enterrarlo al día siguiente.

Muchos que ni siquiera lo conocieron fueron a verlo solo atraídos por la fama del “padre santo de Santo Domingo”. A partir de su primer día de fallecido, muchos tomaron piezas relacionadas a él para guardarlas como reliquias. “El General D. Francisco Sarmiento y Sotomayor, Corregidor y Justicia Mayor de la Villa Imperial de Potosí, se llevó la tabla en que dormía el varón de Dios, el Escribano de Cabildo, Alonso de Santa Ana, un Crucifijo y un Agnus Dei, y otros particulares otras cosas”, escribió fray Juan Meléndez.

“Fue venerado en vida y muerte de toda esta Imperial Villa por santo, y sus reliquias obraron y están obrando (por voluntad de Dios) multitud de milagros”, apuntó Bartolomé Arzáns en su “Historia de la Villa Imperial de Potosí…”.

Pero la muerte no fue el final sino, a tono con la fe de Bernedo, el inicio porque el fraile dominico realmente nació a la vida eterna, la inmortalidad.

“Su bendito cadáver se conserva en su convento de predicadores de esta Imperial Villa, entero, tratable y oloroso, aunque al presente le faltan algunos dedos de los pies y manos que la devoción ha cortado para reliquias juntamente con otros pedacillos de su bendito cadáver…”, agregó Bartolomé Arzans.

Y el cadáver prosigue hoy, casi 400 años después, todavía “entero, tratable y oloroso”; es decir, incorruptible en el ala derecha del templo de Santo Domingo de Guzmán, en la Villa Imperial de Potosí.

La sola condición del cadáver debería ser suficiente prueba para la beatificación que le falta, pero tantas trabas ha puesto el Vaticano como el destino que, más de una vez, provocó la pérdida de expedientes, incluso en un naufragio.

El último proceso para la beatificación fue iniciado por el padre Friedrich Canisio en la década del 80 y todavía espera una respuesta. El actual superior de la Casa Fray Vicente, padre Henry Tapia, ha decidido redoblar esfuerzos ahora que Potosí está viviendo el cuarto centenario de la muerte de su apóstol.

Los fieles rezan el rosario todos los sábados a las 18:30 y adoran al Santísimo el primer domingo de cada mes. Piden que el Vaticano considere la vida de milagros de fray Vicente Bernedo y le permita acercarse formalmente a los altares.

(*) Antonio Basagoitia y Juan José Toro son socios de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP). Este artículo fue inicialmente escrito solo por Basagoitia pero, debido a que él sufrió un accidente mientras realizaba un trabajo de campo, precisamente, para terminarlo, fue completado por Toro en homenaje a su denodado empeño. 

Así fue su muerte

En la más completa biografía conocida hasta ahora, fray Juan Meléndez refirió así la muerte de fray Vicente Bernedo:

“Todo este tiempo que duró la enfermedad le visitó mucha gente de la Villa, de todas edades y calidades, seglares y religiosos, por tener todos con él la devoción que hemos dicho; y el siervo de Dios los recibía con entrañable amor y extraordinario agasajo, y les pedía con mucha humildad sus oraciones a todos, y en tanto grado se mostraba humilde con los que le besaban la mano, que aunque fuesen negros o indios se lo besaba él también.

El lunes 19, que era el venturoso día en que la piedad de Dios tenía determinado premiar sus buenos trabajos padecidos por su amor; recibidos los santos sacramentos de la Iglesia, con la devoción y afectos que se podía entender de sus muchas y grandes virtudes ejecutadas por tantos años con tanta piedad y ejemplo, a la una, poco más del día, le volvió a dar otro parasismo, y convocado el convento, se repitió la recomendación del alma, y poco después de hecha, la dio el P. Fr. Vicente con extraña paz y serenidad a Dios, cuya era, y a quien con todas sus ansias siempre había querido y deseado, dejando a todos, aunque con gran desconsuelo, por la falta que había de hacerles compañía tan amable, con seguras esperanzas de que tenía en él un abogado en el cielo; y tanto más se confirmaron en esta seguridad, cuanto de cuidado Dios, parece que quiso dar desde luego señales manifiestas de su gloria, como diremos en el siguiente capítulo.

Pasó de esta a mejor vida el venerable padre fray Vicente Bernedo un lunes a medio día, a 19 de agosto del año 1619, siendo de edad de setentaicinco años, en la Villa Imperial de Potosí de los reinos del Perú; ocupando la silla de San Pedro Paulo Quinto, gobernando la monarquía de España Felipe Tercero; la sagrada religión de predicadores el reverendísimo fray Seraphino Sicco de Pavía. Esta provincia de San Juan Baptista del Perú, el ilustrísimo maestros don fray Agustín de Vega, obispo del Paraguay, y el convento en que murió, el reverendo padre fray Francisco Guerra, comisario del Santo oficio”.

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