Llamadores, obras de arte en las puertas de Sucre y Potosí

Sucre y Potosí todavía conservan los tocadores de puertas, aldabas o llamadores, como también se los llama.

Los llamadores de Sucre Los llamadores de Sucre Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 10/09/2019 01:48

Sucre y Potosí todavía conservan los tocadores de puertas, aldabas o llamadores, como también se los llama. Bellamente trabajados, datan de la época de la colonia; los más elaborados demostraban el estatus, el poder económico de las familias, así como la habilidad del artista capaz de fundir una verdadera obra de arte.

Iván Alfredo Gutiérrez Achá, director del Museo de la Catedral y del Museo de Santa Clara de Sucre, y Amparo Miranda Castro, gestora cultural de Potosí, dos reconocidas personalidades de estas ciudades del sur del país, cuentan a ECOS detalles de estos instrumentos que fueron muy comunes, especialmente, durante el periodo colonial, desde el siglo XVI hasta inicios del XIX, aunque su uso se prolongó hasta la república

Los aldabones en Potosí

Haciendo un recorrido por el centro histórico de Potosí,  todavía se puede encontrar algunas casas con aldabones o tocadores de fierro forjado.

“En la colonia, golpear el aldabón era la única manera de avisar a los habitantes de una casa que había alguien afuera”, dice a ECOS la gestora cultural Amparo Miranda Castro.

Al margen de producir el sonido, la forma del aldabón era muy importante. A mayor elaboración, mayor status y seguramente mayor poder económico de la familia y, claro está, la habilidad del artista que era capaz de fundir una verdadera obra de arte.

Un aldabón está formado por dos piezas: la superior tiene una parte fija y otra articulada, mientras que la inferior —esférica o como flor— es la que recibe el golpe. El material de ambas es el bronce con algunas aleaciones, por eso generan un sonido particular.

Aunque Miranda confirma la existencia en Potosí de una variedad de llamadores que demuestran el arte de los forjadores de metal, también se refiere a otros ejemplares más sencillos, forjados en curvas o en forma de martillos, que siguen cumpliendo su función. Su uso se nota en el desgaste de la madera que sostiene la pieza inferior.

Hay otros al estilo de unas argollas, con mayor o menor decoración, que cuelgan de la cabeza de algún animal, generalmente leones. Y algunos con formas de mano de mujer que sostiene una pequeña esfera; se dice que aludiendo a la Virgen de Fátima.

En grandes casonas se puede advertir llamadores más elaborados, con figuras de hombres, animales, vegetales y otros elementos decorativos. Los inmensos portones de los templos también conservan sus tocadores de hierro forjado. 

“Haciendo el recorrido encontramos muchos aldabones, pero también comprobamos, tristemente, que muchas casonas antiguas cambiaron sus puertas originales y se perdieron, o se han mutilado, estos bellos elementos que nos hablaban del pasado”, enfatiza Miranda.

Los llamadores de Sucre

Durante la colonia, según el investigador y director de dos museos de Sucre, Iván Gutiérrez Achá, los diseños eran más elaborados y diversos. En la época republicana cambiaron: se volvieron más geométricos y menos caprichosos.

Se los fabricó en distintos materiales; los más comunes, de bronce y hierro forjado. Esas técnicas estuvieron a punto de perderse, no obstante resurgieron en los últimos años. Ahora, varios y muy hábiles forjadores hacen réplicas de modelos antiguos.

Lo curioso de los tocadores es su ubicación: algunos están a una altura de dos metros, pero otros más abajo. El primero era para los que iban montados sobre un caballo; la altura evitaba al jinete descender del equino. El segundo era para quienes llegaban a pie.

“Un llamador puede delatar quién se encuentra del otro lado de la puerta por su toque particular. También podemos darnos cuenta de la educación de la persona e incluso de su estado de ánimo por la forma de llamar, según sea delicada, insistente o torpe”, detalla Gutiérrez.

Y acota: “en los templos religiosos solo cumplen una función estética”.

Asimismo, los tocadores daban varias pautas. Por ejemplo, los que tienen forma de manos son atractivos y la ubicación del anillo daba un indicio de quién vivía ahí; otros, ostentaban nobleza.

Hay tocadores con forma antropomorfa (humana), fitomorfa (de plantas, frutas y vegetales), zoomorfa (de animales) y heráldicos (monogramas, escudos). También combinados.

Gutiérrez recuerda que en los 90, varios vándalos se dedicaron al robo de tocadores; su casa no se salvó de ellos. Las pocas familias que no sufrieron esos robos optaron por retirar y guardar estos valiosos instrumentos, supliéndolos por timbres eléctricos.

“En mi infancia veía en las casas de Sucre una cantidad interesante de llamadores de diversas formas. Ahora es triste ver que ya nada es como antes, cuando las personas respetaban lo ajeno y la ciudad lucía como un verdadero museo”, resume.

Finaliza indicando que “la tecnología cambió bellas costumbres, rara vez se escucha un timbre o un llamador (si es que siguen ahí). Ahora la gente anuncia su llegada a través del teléfono móvil...”.

Etiquetas:
  • Sucre
  • Potosí
  • puertas
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor