Julián, de oficio, talabartero

La talabartería es uno de los oficios más antiguos de la humanidad: se resiste a desaparecer en un mundo en el que la tecnología sustituye a los trabajos artesanales.

Julián, de oficio, talabartero

Julián, de oficio, talabartero Foto: José Luis Rodríguez

Julián, de oficio, talabartero

Julián, de oficio, talabartero Foto: José Luis Rodríguez


    Álvaro Valdez Amachuy ECOS
    Ecos / 24/09/2019 09:31

    La talabartería es uno de los oficios más antiguos de la humanidad: se resiste a desaparecer en un mundo en el que la tecnología sustituye a los trabajos artesanales.

    La palabra “talabartería” proviene del término ‘talabarte’, que significa ‘cinturón con tiros del que cuelga la espada o sable’. La historia cuenta que, en la Edad Media, las personas que fabricaban los talabartes eran los talabarteros. Estos, con el tiempo, empezaron a realizar todo lo que estuviera vinculado al cuero.

    En Sucre, la talabartería todavía se mantiene viva gracias a personas como Julián Tapia Bermúdez, que el próximo 30 de octubre cumplirá 61 años, 41 de ellos dedicado al oficio que aprendió de niño.

    Su taller está ubicado en la calle René Moreno 191, entre Olañeta y Ayacucho, y en el momento en que lo visitamos él cortaba un cuero que después sería una cartera. Tiene cuatro estantes metálicos que sostienen sus trabajos, entre ellos maletas, maletines, bolsos, carteras, mochilas, cinturones y billeteras. Piezas y rollos de cuero, herramientas y tres máquinas de coser, son el material con el que trabaja todos los días.

    Todo a mano

    Julián recuerda que antes todo se hacía a mano y que, para competir, tuvo que apelar a las máquinas. “Empecé a mis 14 años, cuando mi madre (Juliana) me llevó a un señor que tenía un taller de peletería”, dice para ECOS. A su padre, Fermín, no llegó a conocerlo.

    Desde entonces nunca dejó la talabartería. Su maestro y jefe era Pablo Torrico, conocidísimo por sus colchas de cama hechas de piel de alpaca, vicuña y oveja merina. Tenía su tienda en la calle Junín entre Urcullo y avenida Hernando Siles.

    “Él se dedicaba a la peletería: hacía colchas de alpaca y vicuña, que ya no hay. Esa vez era muy cotizado, la gente extranjera llevaba sus productos”, remarca Julián.

    Esas colchas tenían un gran mercado en Santa Cruz, Potosí y La Paz. “Se movía bastante, una colcha tomaba hacer de cuatro a cinco días, y en ese entonces se pagaban 800 bolivianos (por pieza)”, agrega.

    La peletería es el oficio dedicado a la producción de indumentaria a partir del cuero y piel animal, y es, probablemente, la forma más antigua de elaboración de vestimenta.

    “Era siempre carismático, nunca estaba enojado”, sigue recordando a su maestro, orureño él. “Nunca hay que estar tristes, siempre hay que estar alegres”, cuenta que le enseñaba.

    Julián trabajó seis años con Pablo, quien además era su vecino, pues ambos vivían en la final Ayacucho.

    Una vez independizado en el negocio, empezó dedicándose a las maletas, carteras y bolsones. Después aprendió el arte de la tapicería. Pese a conocer la técnica, nunca incursionó en la peletería.

    Principal cliente: un español

    Uno de sus principales clientes en Sucre era Aquilino Pascual, un ciudadano español que tenía una tienda muy recordada por los memoriosos, en plena esquina de la plaza 25 de Mayo, sobre la calle Estudiantes.

    Nunca imaginó que sus productos podían estar en una tienda comercial donde se vendían, sobre todo, productos importados. Aun así, se animó y fue a ofrecer su trabajo a don Aquilino.

    “Él primeramente me dijo: ‘haremos la prueba, tráeme una media docena de tres tipos de maletas o bolsones y veremos cómo va’. Y en menos de una semana me vuelve a llamar diciendo que quiere más”, cuenta el talabartero.

    Desde entonces los pedidos se hicieron por docenas. Había mucha demanda de maletas, bolsones y maletines. “Entregamos hasta 200 maletines”, añade.

    Julián también recuerda los envíos que hacía a Yacuiba, la ciudad fronteriza con Argentina, hasta diez docenas de maletines cada 15 días para una tienda comercial.

    Un trabajo familiar

    Tiene diez hijos y todos siempre le ayudaron en el negocio. “Hemos trabajado en familia, con mis hijos, pero ahora varios se han ido a Santa Cruz, ya tienen sus profesiones”, cuenta a ECOS.

    Este artesano espera que uno de ellos herede su oficio. “Al que más le interesa es a Julio César. Él hace los trabajos de tapicería y maletería; además, ya salió profesional, salió de Contabilidad”, destaca.

    Julián está casado con Nicolasa Chocllu, oriunda de Ravelo, y sus hijos son: Susana, Patricia, Silvia Eugenia, Alba, Julio César, Jesús Reynaldo, Daniela, Hilary, Oscar y Leonardo

    Un negocio que resurge

    Hasta hace dos años, los trabajos en cuero sufrieron un bajón en la demanda que puso en riesgo su sostenimiento, sobre todo por el ingreso de productos chinos.

    “Ahora está volviendo la gente a querer cosas en cuero porque no se estaba haciendo (mucho), mayormente prefería producto chino de cuerina que es más barato”, comenta Julián Tapia Bermúdez.

    Él cree que los clientes comprobaron que los productos importados de cuerina no son duraderos.

    “Los productos de cuerina de China nos hicieron bajar harto (las ventas), pero hemos bandeado bien; además, hemos competido también en precios haciendo producto en cuerina”, recalca.

    En Sucre, gran parte del mercado de los productos en cuero, como los maletines, es absorbido por las instituciones, que de tanto en tanto demandan hasta 200 para sus congresos.

    Máquinas y herramientas

    Con el objetivo de mejorar los tiempos de elaboración, Julián tuvo que incorporar tecnología. Así, adquirió dos máquinas de coser planas, dos de coser de tubo, una desbastadora y una prensa. No obstante, siguen siendo indispensables los desarmadores, martillos, punzones, alicates, tenazas y tijeras.

    “Antes, cuando todo era a pulso (a mano) se tardaba mucho; por ejemplo, un maletín salía de dos a tres horas, pero ahora en ese mismo tiempo despachamos unos 50”, compara.

    Materia prima

    El cuero que llega a una talabartería se obtiene de las curtiembres, donde se encargan de trabajar la piel del animal. En el caso de Julián Tapia, su principal proveedor de cuero de vaca es la curtiembre América, de Cochabamba, que le vende el rollo de 20 pies a Bs 300.

    Trabajos de cuero y precios

    Producto Desde

    Maletines Bs 380

    Bolsones Bs 80

    Maletas Bs 180

    Mochilas Bs 45

    Carteras Bs 280

    Billeteras Bs 60

    Cinturones Bs 60

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