Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

En un valle cálido y verde espera una nueva experiencia de turismo rural comunitario, en la que los visitantes pueden ver de cerca el proceso de confección de tejidos, escuchar música autóctona y probar la gastronomía típica de esta zona ubicada a 30 kilómetros de Aiquile, Cochabamba.

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas

Cultura Chui:  ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu!

Cultura Chui: ¡Vive la experiencia Ch’aqui Mayu! Foto: Alina Cuentas


    Alina Cuentas Cedro
    Ecos / 06/10/2019 23:39

    En un valle cálido y verde espera una nueva experiencia de turismo rural comunitario, en la que los visitantes pueden ver de cerca el proceso de confección de tejidos, escuchar música autóctona y probar la gastronomía típica de esta zona ubicada a 30 kilómetros de Aiquile, Cochabamba.

    La comunidad indígena de Ch’aqui Mayu, perteneciente a la central regional Quiroga, se abre por primera vez con una ruta que engancha los principales atractivos de Aiquile con lo autóctono y lo comunitario de una cultura poco conocida, la Chui.

    La cultura Chui

    La comunidad pertenece a la cultura Chui, eminentemente quechua, que tiene su raíz en Raqaypampa, se extiende por Mizque y termina en Quewiñal, la parte más alta de Aiquile. Adopta su nombre de una planta cuya semilla tiene rayas; los niños usan esa semilla para jugar. 

    “El Chui era un pueblo guerrero. Resulta que ellos, para poder enfrentarse, agarraban pinturas y se pintaban la cara y, desde ese entonces se identifican con el Chui”, explica a ECOS el responsable de Cultura de la Alcaldía de Aiquile, César Saavedra.

    Lo que destaca de ese pueblo es su vestimenta. En los hombres: camisa, abarcas, sombrero, todo blanco; encima, pantalón y chaqueta bordados con lentejuelas e hilos de colores. Las mujeres llevan abarcas y sombrero blanco, pollera de color y una blusa blanca bordada con una tela de color que cruza desde el hombro hasta la cintura.

    Según el presidente del Concejo Municipal de Aiquile, Rene Ortuño, el uso de la vestimenta indica que aún valoran a sus ancestros. “El pantalón (lo) tejen de la lana y sus fajas, todo, ellos mismos hacen su ropa para vestirse”, comenta al detallar que un traje completo cuesta entre 5.000 y 6.000 bolivianos.

    Del bordado participan tanto hombres como mujeres.

    Prendas y herramientas

    Al llegar a la comunidad el visitante puede conocer el proceso de confección de las prendas, desde el hilado, el teñido y el bordado hasta el tejido de los phullus (cobertores) que, según su tamaño, pueden realizarse hasta en tres meses.

    Los hombres de la comunidad demuestran paso a paso la elaboración de las herramientas de trabajo que usan en la agricultura. El yugo hecho de las maderas de soto, tarco y quina quina, salido de las manos de un hábil artesano, puede durar hasta dos años. Pero, en caso de que los bueyes sean muy fuertes, no aguanta ni un mes, comenta Nicéforo Rodríguez.

    La comunidad cultiva maíz, papa, trigo y cebada. “Ahora, como el tiempo cambia, hay poca lluvia… creo que está cansada la tierra”, opina Rodríguez. Recuerda que antes la producción era abundante y se llevaba en burro a Aiquile. Pero en la actualidad se traslada en camiones, aunque no en gran cantidad.

    El típico charango

    Al llegar, los visitantes son recibidos por una orquesta autóctona de músicos bien uniformados que interpretan melodías en las que resalta el charango.

    Franz Navia, responsable de Turismo de la Alcaldía de Aiquile, dice que interpretan cuatro tipos de charangos.

    El aprendizaje de este instrumento solía ser importante para los jóvenes en el pasado. Es lo que se quiere revalorizar.

    “La norma era que cada uno sepa por lo menos 24 canciones en zampoña o charango (…) El que no sabía tocar charango, no podía enamorar a su nueva esposa. Con el charanguito enamoraban a las cholitas”, rememora Navia.

    A los recién llegados la comunidad les preparan un bufete de comidas típicas: lawa, phiri, sopa de papa lisa, ají de trigo, buñuelos, tostado, ph’itu, acompañados de refresco de quinua y de la infaltable chicha de maíz

    El meteorito en el museo

    En el centro poblado de Aiquile, 280 instrumentos ganadores del Festival Internacional del Charango del municipio comparten sala en el Museo del Charango con dos pedazos de meteoritos caídos a finales de 2016 en las comunidades de Cruz Loma y Panamá.

    El meteorito tipo condrita H5 se desintegró al tocar la atmosfera y cayó en diversos lugares. El pedazo más grande pesa 3,400 kilogramos y fue estudiado y registrado por universidades de La Paz y Sao Paulo (Brasil). Contiene hierro y otros elementos desconocidos que atrajeron la atención de los cazadores de meteorito que compraron de los comunarios el gramo a 7 dólares.

    Los visitantes pueden ver en el museo la diversidad de charangos elaborados por los mejores artesanos del país que se depositan allí desde 1984, entre ellos uno que es del tamaño de un grano de arroz que solo puede ser visto a través de un microscopio.

    El árbol tricentenario

    Sobre la carretera hacia Sucre, un letrero señala la dirección de la hacienda privada donde se encuentra el “árbol tricentenario”, un gomero declarado Monumento Nacional por la Asociación Sucrense de Ecología (ASE) en 1994.

    Sus raíces sobrepasan el metro de altura y tienen un grosor cercano a los 10 centímetros. Forman una especie de laberinto en el que una persona puede ingresar e incluso esconderse en medio.

    Francisco Acosta compró la hacienda —que se encuentra en la comunidad de Zamora y asegura que antes perteneció al presidente Aniceto Arce—.  El árbol, según cuenta él, era el hogar de una iguana que desapareció de un día para otro, tal vez asustada por la presencia de personas en el lugar.

    Etiquetas:
  • Aiquile
  • experiencia
  • Ch’aqui Mayu
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor