Casi 30 años después… El pionero del karaoke en Sucre

La historia del karaoke, como espacio público de reunión de personas para cantar, en Sucre se remonta al 20 de mayo de 1990, más concretamente a la calle Calvo, a una cuadra de la plaza 25 de Mayo.

El pionero del karaoke en Sucre

El pionero del karaoke en Sucre Foto: José Luis Rodríguez

El pionero del karaoke en Sucre

El pionero del karaoke en Sucre Foto: José Luis Rodríguez

El pionero del karaoke en Sucre

El pionero del karaoke en Sucre Foto: José Luis Rodríguez

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El pionero del karaoke en Sucre Foto: José Luis Rodríguez

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El pionero del karaoke en Sucre Foto: José Luis Rodríguez

El pionero del karaoke en Sucre

El pionero del karaoke en Sucre Foto: José Luis Rodríguez


    Álvaro Valdez Amachuy ECOS
    Ecos / 24/10/2019 03:18

    La historia del karaoke, como espacio público de reunión de personas para cantar, en Sucre se remonta al 20 de mayo de 1990, más concretamente a la calle Calvo, a una cuadra de la plaza 25 de Mayo. Aquel día, del que pasaron casi 30 años, Carlos Ortiz abría un local con la máxima ilusión puesta en ese negocio.

    En esos primeros meses de la década del 90 recién despuntaba la moda de los karaokes en el país. En Santa Cruz ya había varios, uno de ellos llevaba por nombre “El Sótano”.

    Fue ahí donde Carlos tuvo la oportunidad de conocer este rubro, gracias a la invitación de un amigo chuquisaqueño, el coronel de Policía Alberto Rodríguez Roldán (+), más conocido como “Ratón Rodríguez”.

    El dueño de ese karaoke era Jorge Suárez López, exintegrante del grupo musical Los Laikas. Él, junto con Jorge “Tatín” Gutiérrez, producían pistas musicales en casete. Actualmente, es propietario del estudio de grabación Carolina Records.

    En esa época, según recuerda Ortiz para ECOS, una pista de karaoke costaba 20 dólares.

    El primer local

    Luego de conversar con sus amigos en Santa Cruz, adonde llegó en busca de trabajo, Carlos Ortiz decide volver a su ciudad natal para abrir su propio local. “Retorné a Sucre con una caja de diez casetes con pistas, varias de ellas realizadas por Jorge Suárez”, recuerda.

    El karaoke fue instalado en la calle Calvo, donde funcionaba el Cine Lin, que luego se llamó Cine Libertad, frente al imponente templo de Santa Domingo.

    Carlos recibió la ayuda de sus amigos, especialmente del artista José “Pepín” Castro, para la adecuación del karaoke. “Logramos poner en condiciones el local en cinco días y para inaugurarlo tuve el apoyo de otro gran amigo: don Mariano Méndez Roca, quien me colaboró con publicarlo en el Canal 9 (ya desaparecido), del que era propietario”.

    Apertura oficial

    El 20 de mayo de 1990 se abrió al público el primer karaoke de Sucre y para ese acontecimiento llegó como invitada especial la cantante cruceña Fátima Trujillo, con quien Carlos Ortiz cantó a dúo el tema “Soledad”, de Emilio José.

    Muchos auguraron que un karaoke en Sucre en esos tiempos no daría resultados, por el hecho de que sus habitantes eran tímidos y difícilmente se animarían a cantar en público.

    “Fue totalmente al contrario, ya que la gente no solamente llenó el karaoke sino también empezó a pernoctar hasta cerca del amanecer; en esa época no había restricción de horario ni tampoco distancia para con un establecimiento escolar ni templos”, señala.

    Pistas en casetes

    El armado en pistas era artesanal. “Para empezar, estaban grabadas en casetes y teníamos que cortar la cinta y dividirla para que entren cuatro canciones, dos a cada lado para no demorar demasiado en el colocado de las pistas”, explica Carlos a ECOS.

    Darle buen sonido a la voz, tampoco era sencillo. Había que adicionar la cámara de eco, que grababa en una “cinta sin fin” que repetía la última palabra cantada. También se usaba el reverberador, que permitía una ligera permanencia del sonido una vez que la fuente original dejaba de emitirlo.

    Fabricaban el juego de luces con cañahuecas y focos de Navidad, y los cañones de luces eran de latas de leche con papel celofán de colores.

    Los primeros equipos de sonido usados en el karaoke de Carlos Ortiz fueron los Peavey SP-2 y la consola Peavey, adquiridos en Chile con la ayuda de don Bernardo Callapa (+).

    “Fuimos catalogados como el mejor sonido de todos los karaokes a nivel nacional, y actualmente somos el mejor sonido de la ciudad, ya que contamos con excelentes poderes, ecualizadores y controladores de la línea Bose”, destaca.

    Y es que, casi 30 años después, Carlos sigue fiel al karaoke gracias a “Rock & Voz”, uno de los preferidos de la capital, en la calle Colón

    Leonardo Favio, uno de sus clientes

    Desde presidentes como Jaime Paz Zamora y Hugo Banzer hasta grandes artistas como el cineasta y cantautor argentino Leonardo Favio fueron clientes del karaoke de Carlos Ortiz.

    “He tenido la suerte de que nos visite Leonardo Favio, quien llegó como un cliente más. Yo no sabía que era él, pero sí tenía algo particular: una pañoleta”, recuerda.

    Carlos cayó en la cuenta cuando ese extraño visitante cantó el tema “Ella ya me olvidó”. “Fue entonces que me acerqué y su amigo me dijo: ‘¿sabes quién es él? Leonardo Favio’. No sabía qué decir”.

    Allá por los años 1992 a 1993, un Leonardo Favio cineasta estaba rodando una película en el país; ese era el motivo de su llegada a Sucre, donde no tenía prevista ninguna presentación como músico.

    No existe ningún registro fotográfico, ni autógrafo o dedicatoria escrita, de esa visita nocturna de Leonardo Favio al sur boliviano.

    Daisuke Inoue, el padre del karaoke

    La palabra “karaoke” surge la combinación de los términos japoneses “kara” (vacío) y “okesutora” (orquesta), creando así el concepto de “orquesta vacía”.

    El karaoke debe su nombre a Daisuke Inoue, quien en 1969 recibió la invitación de una empresa para actuar en una feria.

    No podía asistir, pero, para no perder el bolo, echó mano a sus conocimientos técnicos de aficionado e inventó una maquinita con la que cualquier persona podría cantar en vivo sobre una versión grabada de la canción.

    “Usé cintas de música y autorradio, una máquina expendedora de monedas y un pequeño amplificador, y lo junté todo para crear esta máquina de karaoke”, explicó.

    Su idea se expandió por todo el país y, después, en el extranjero. No obstante, aunque fue reconocido como uno de los “asiáticos más influyentes del siglo” por la revista Time, nunca llegó a beneficiarse económicamente de su invención. Jamás la patentó.

    Proyecto Escuela de Música “Rock & Voz”

    Carlos Ortiz es un emprendedor incansable en Sucre. Ahora, siendo también artista, se trazó el desafío de abrir una escuela de formación de músicos que encara de la mano del guitarrista Carlos Calvimontes, el charanguista Miguel Chávez y el bajista Raúl Aramayo.

    Formarán profesionales de guitarra, tanto acústica como eléctrica; piano, órgano, charango, canto y batería. También grupos, conjuntos, y organizarán concursos.

    “Estamos abriendo un instituto de aprendizaje de música, donde vamos a enseñar guitarra criolla, guitarra eléctrica… Aparte, van a poder manejar efectos de música. Después vamos a tener la escuela de percusión y batería. Además, queremos hacer musicoterapia”, detalla Carlos a ECOS.

    La apertura está prevista para este octubre. La mensualidad tendrá un costo de Bs 300. Se pasarán clases tres veces a la semana, una hora por día.

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