La Hacienda Pitantorilla y su historia
Está abierta al público como un espacio de hospedaje, para disfrutar del relax y la aventura
La hacienda de Pitantorilla, de propiedad de la Orden de la Familia Trinitaria, que lucha contra la despoblación y el abandono del campo, espera a los visitantes que gustan del relax y la aventura con una variada oferta, como el ascenso al cerro Obispo —el más alto de Sucre—, para ayudar con lo recaudado a la formación de los niños y jóvenes del lugar.
El padre Luis Redondo Diez, presidente de la Fundación Familia Trinitaria, relata a ECOS que José Mariano Serrano (quien redactó el Acta de la Independencia de las provincias altoperuanas) fue propietario de esta hacienda, que se extendía por cientos de hectáreas hasta bordear las ricas riberas del río Cachimayu.
Este hermoso edificio de color ladrillo está enclavado a los pies del cerro Obispo, rodeado por otras montañas y regado por los manantiales generosos de su vientre, en la comunidad que lleva el mismo nombre: Pitantorilla, en el cantón de Huayllas, a 22 kilómetros de Sucre y a 7 de Yotala, municipio al que pertenece.
Un recuerdo estremecedor
El padre Luis recuerda que entre 1997 y 1998, cada vez que visitaba las comunidades del cantón de Huayllas, su corazón se entristecía al ver a niños y adolescentes cuidando una vaquita y dos cabras, en vez de estar estudiando, a la hora en que la maestra del pueblo cerraba la escuela, que poco tenía para ofrecer.
Un día en el que visitaba al Señor de Huayllas, el religioso quedó impactado al ver el gesto de una abuela pasando las herramientas de trabajo a su nieto, que ocuparía su lugar al cuidado de los animalitos: un bastón y un “moderno” celular de final de siglo.
Entonces, pensó: “¿Y si compramos la hacienda? Podría ser su casa, su escuela y una ventana al futuro”. Se puso manos a la obra. La adquisición por parte de la Orden Trinitaria recibió el apoyo de una familia amiga y la predisposición del propietario de entonces, Iván Tomianovic.
La propiedad comprende una hacienda con 18 hectáreas de terreno. Enseguida, la Comunidad Trinitaria de El Tejar puso en marcha el Centro Integral del Menor Trabajador (Cimet), adonde asistían niños y adolescentes trabajadores del Cementerio General de Sucre y jóvenes de las parroquias San Roque y El Tejar.
“Eran tan numerosos como desasistidos en las necesidades primarias como salud, alimentación, escuela, acompañamiento familiar y otros”, continúa el padre Luis.
Con ese nuevo proyecto, los religiosos llevaron asistencia a los pueblos evitando la emigración y desertización del campo. Entre 1998 y 2002 reconstruyeron la histórica Hacienda de Pitantorilla; los trabajos más grandes, como la restauración de paredes, pisos y tejas estuvieron a cargo de la Escuela Taller Sucre, respetando su originalidad.
Así, la Fundación Familia Trinitaria le dio un nuevo vigor al lugar impregnando sus muros de juventud con el Centro de Educación Alternativa Pública de Convenio (Iglesia-Estado).
La misión de la Fundación es brindar oportunidades de formación integral a hombres y mujeres desde su propia realidad y fortalecidos con acciones de orientación liberadora, explica el religioso.
¿Su visión? Formar hombres y mujeres con valores humanos y cristianos, con educación primaria y secundaria. Capacitarlos como técnicos en diferentes especialidades de educación técnico–alternativa, e insertarlos en sus comunidades de origen como generadores de medios que sirvan a su desarrollo personal, familiar y comunitario.
La Comunidad Trinitaria figura como propietaria de todos los dominios del Centro de Capacitación de Jóvenes Campesinos (Cecajoc) y animadora del proyecto.
Talleres y otros
Donde antes eran las caballerizas se construyeron talleres de carpintería, metal mecánica, corte y confección y de agropecuaria, equipados con maquinarias provenientes de Alemania. También armaron una huerta, carpa solar y granjas de pequeña escala de crianza de pollos, chanchos y conejos.
Esas dependencias ayudaron durante mucho tiempo a los jóvenes a crecer y fortalecer su desarrollo armónico, porque lograron ingresar a la universidad y llegaron a ser buenos profesionales.
Contra la migración
Sin embargo, desde hace algunos años, los chicos ya no se quedan. La mayoría termina primaria y se va; son contados los que concluyen el bachillerato y luego migran a otras latitudes.
El sentido de la hacienda es que los niños y adolescentes tengan un oficio y permanezcan en su lugar de origen. En 2018, apenas había cuatro estudiantes.
“Hoy es historia. El campo se desertiza. Los pueblos se quedan sin gente. Sus escuelas se cierran, mientras las ciudades llaman a nuestros jóvenes ofreciéndoles oro. Y no es así”, reflexiona el sacerdote. En su criterio, falta una política que promocione los valores arraigados de nuestra cultura, como la tierra y sus riquezas.
Un proyecto
En este sentido, frente a la despoblación y abandono del campo, surge en Pitantorilla una interesante iniciativa para poner en valor los terrenos sin cultivo durante décadas.
La Alcaldía de Yotala apoya con instalaciones de riego a siete hectáreas de la hacienda para compartirlas en comodato temporal con la comunidad de Pitantorilla. El proyecto está avanzado, según el padre Luis.
“Las potencialidades de Pitantorilla no están cerradas. La casa, el lugar, se abre con ofertas múltiples para quienes buscan un futuro lleno de porvenir. No nos quedaremos inmóviles. Nos damos el tiempo justo para programar y hacer que la hacienda siga brillando con luz propia”, concluye, esperanzado, el religioso •
Una apuesta por el turismo
La hacienda Pitantorilla ahora es un espacio de hospedaje. Tiene 15 habitaciones disponibles, con 60 camas sencillas de una plaza.
Sus principales clientes son los colegios de Sucre, que acuden allí para hacer retiros espirituales y familiares.
Es parte de la Ruta de las Haciendas, que dura cinco días y, en el cuarto, los turistas llegan a dormir. Bajan a pie o en vehículo del cerro Obispo.
Al día siguiente disfrutan del lugar, conocen la labor social que allí se desarrolla, el turismo agropecuario y las parcelas de producción.
El lugar tiene capacidad para 60 personas; cuando un grupo llega a ese número, la noche cuesta Bs 20. Hay cocina para preparar los alimentos.
El precio de alquiler de una habitación es de Bs 50, con desayuno y almuerzo (cuesta entre Bs 40 y 50) con sopa liviana, lechón o pollo al horno, o chuletas y ensaladas.
Hay dos cabañas, cada una con capacidad para ocho personas. Tiene cocina, comedor y parrillero. El precio por un fin de semana es de Bs 310.
FUENTE: Norma Rojas, voluntaria responsable de Turismo, y Omar Sánchez, encargado de Internado.
Características
La hacienda de Pitantorilla tiene 18 hectáreas. Su construcción data de la época de la colonia.
Consta de un internado, tres patios, una capilla, albergue para turistas y talleres técnicos.
Tiene criadero de truchas, apicultura, granjas pequeñas de pollos, cerdos y conejos.
En la zona hay pozas naturales de la vertiente del cerro Obispo, donde el agua no se detiene.
Cuenta con 250 árboles de manzana, durazno, membrillo, ciruela, damasco y nuez.
FUENTE: Norma Rojas, voluntaria responsable de Turismo, y Omar Sánchez, encargado de Internado.
Orden Santísima Trinidad
La Orden de la Familia Trinitaria pertenece a la Iglesia católica. Tienen autonomía en su accionar.
Su carisma es redentor; en sus inicios, buscaban liberar o redimir a los esclavos de África, hasta que se abolió la esclavitud.
Después, comenzaron a liberar a la gente de la droga, la prostitución, la falta de acceso a los estudios o a una fuente laboral.
Actualmente trabajan en las cárceles. Se ocupan de procurar la educación de los niños y de que estos permanezcan en la escuela.
Atienden a los niños “escaleritas” del Cementerio General de Sucre, capacitándolos y alimentándolos en un comedor popular.
FUENTE: Hermano César Mellano
¿Quién fue José M. Serrano?
José Mariano Serrano (1788-1852) fue un jurista, político e independentista boliviano.
Nació en Chuquisaca (actual Sucre).
Estudió leyes en San Francisco Xavier y se incorporó a la causa emancipadora. Representó a Chuquisaca en Buenos Aires (1813) y en el Congreso de Tucumán (1816).
En 1817 fue uno de los firmantes del acta de independencia argentina y el 6 de agosto de 1825 presidió la asamblea de Chuquisaca y redactó el Acta de la Independencia de las provincias altoperuanas.