Violencia: Fenómeno de los conflictos sociales

¿Por qué las personas actúan con violencia en las calles durante los conflictos sociales?

Violencia: Fenómeno de los conflictos sociales Violencia: Fenómeno de los conflictos sociales Foto: Gentileza

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 12/11/2019 04:19

¿Por qué las personas actúan con violencia en las calles durante los conflictos sociales? El sociólogo Pánfilo Yapu afirma que la sociedad boliviana siempre ha estado marcada por la violencia en sus diferentes formas, por lo que ve necesario forjar otra generación que sea constructora de relaciones armónicas. El neuropsicólogo Elías Alaka reflexiona que el hombre moderno hace uso innecesario de la agresividad, empleándola en situaciones que pueden ser solucionadas mediante mecanismos más controlados.

Visión psicológica

Alaka explica que cuando las personas perciben una situación desafiante en el ambiente, ya sea real (con el riesgo de sufrir lesiones físicas) o subjetiva (temor a la censura), se desencadena una reacción psicofisiológica ampliamente descrita por los psicólogos como “estrés”.

Este consiste en la activación de sistemas fisiológicos primitivos (aceleración del ritmo cardiaco, mayor tensión muscular y activación de regiones cerebrales sede de la conducta instintiva) que conllevan cambios psicológicos (incremento del set atencional hacia aquello que nos parece desafiante, experimentación de emociones negativas como la ira o el miedo, y cambios en la motivación) que corresponden a la agresividad, una conducta mantenida por los seres humanos a lo largo de la evolución.

El neuropsicólogo Alaka explica que hay dos mecanismos básicos para afrontar el estrés: la huida y la lucha.

La huida preserva la seguridad cuando se ha evaluado como baja la capacidad de enfrentarse a la fuente de angustia, mientras que la lucha, basado en el instinto de agresividad, permite encarar la fuente de estrés empleando la fuerza.

Ambos mecanismos buscan preservar la vida y proteger los intereses de la persona, son instintivos y surgen ante eventos que desafían la seguridad del organismo expuesto a los peligros del mundo.

Sin embargo, sostiene que el hombre moderno que vive en sociedades que lograron controlar la mayoría de los peligros de la naturaleza, hace uso innecesario de la agresividad, empleándola ante situaciones que pueden ser solucionadas empleando mecanismos más controlados.

Al emplear la fuerza (mecanismo primitivo) para defender un punto de vista particular en lugar de emplear el diálogo o el debate (mecanismos culturales superiores de resolución de conflictos) se está ejerciendo violencia, que en realidad es un sistema ideológico (cultural) que posiciona el ejercicio abusivo de un supuesto poder como medio de resolución de problemas.

Alaka sostiene que esta afirmación tiene doble implicación. Muestra que la conducta violenta no tiene asidero fisiológico propio ya que resulta del uso inadecuado de una respuesta instintiva.

Por otra parte, significa que las conductas pacíficas de resolución de conflictos necesitan ser aprendidas (enseñadas, entrenadas) pues no todos saben resolver conflictos sin recurrir a la violencia.

El experto explica que entrenarse en la resolución pacífica de conflictos desarrolla la corteza prefrontal del cerebro, donde convergen los procesos de control emocional y conductual, de planificación, de toma de decisión y, aunque luzca redundante, de resolución de problemas.

Esta misma región cerebral está implicada en los procesos de comprensión de las convenciones sociales, el reconocimiento de los estados afectivos de las demás personas, de sus motivaciones y necesidades, lo cual ha venido a llamarse “empatía”, proceso mental fundamental para promover la resolución pacífica de los conflictos.

Análisis sociológico

El sociólogo Yapu indica que la sociedad boliviana siempre estuvo marcada por la violencia física, cultural, social, política, económica, religiosa y simbólica.

Comenzó en los tiempos precoloniales y se agudizó con la dominación colonial. En sus palabras, la República de Bolivia se fundó en 1825 sobre la base de la violencia.

“Las sociedades violentas viven de la violencia, es como una enfermedad social incurable. Este problema ha causado frustraciones en muchas generaciones, que al mismo tiempo asumieron las agresiones como defensa, como  aspiraciones de liberación política. Pero al final, cada agresión triunfadora acaba en otra frustración social”, explica el estudioso.

Acota que la liberación política y económica se puede concretar en días o meses, ya que puede resultar fácil cambiar gobiernos, nacionalizar minas o privatizarlas de acuerdo con el interés de los triunfadores del momento político e histórico.

Lo que no se puede cambiar por decreto es la cultura, la psicología y los complejos mentales de la sociedad, remarca.

Considera que en la República de Bolivia se reprodujo la dominación de los colonizadores: los grupos dominantes libertadores se adueñaron del poder político y económico al mismo tiempo, frustrando a miles de hombres y mujeres que lucharon por la independencia.

Esa forma de construir la sociedad boliviana pervivió desde 1825 hasta la Guerra de Chaco. Cuando se perdió esa contienda en 1935, afirma, la clase dominante conservadora se descompuso y surgió junto con los actores de esa ofensiva la Revolución Nacional de 1952.

“Pero como de costumbre, los agresores autodenominados revolucionarios se instalaron en el poder durante 12 años, tiempo en el que liquidaron las aspiraciones del pueblo. Causaron otra frustración que se soportó hasta 1982”, acota Yapu.

Destaca que en la década de los 70 surgieron jóvenes bolivianos inspirados en los movimientos de liberación nacional, que con su lucha lograron la apertura del proceso democrático de 1982.

La sociedad esperó que la democracia solucionase todos sus problemas, pero no fue así. Por lo tanto surge otra frustración que se acumuló desde 1952 hasta 2019. Desde ese año, las frustraciones se siguen expresando en la calles mediante una violencia agresiva, según su lectura.

Yapu sostiene que la ira individual se convierte en colectiva en las calles, como una explosión de cólera o rabia violenta, donde se pierde el dominio de uno mismo y se cometen agresiones de palabra y obra.

El sociólogo sostiene que la violencia emocional es la base para todo tipo de violencia que se exterioriza en lo económico, político y social.

La ira violenta se expresa para atemorizar, aterrorizar, amenazar, rechazar, aislar, ignorar, insultar, humillar o ridiculizar.

Frente a esta realidad, Yapu señala que es necesario forjar otra generación en Bolivia, “que sea constructora de una sociedad donde haya relaciones armónicas, trabajo honesto, acciones de competencia sana, jóvenes creativos y emprendedores con cultura democrática” •

Pánfilo Yapu Condo 

Es profesor normalista rural, con licenciatura en Sociología, Derecho y Administración Educativa. Tiene maestría en Ciencias de la Educación, Formación Docente e Historia de América Latina.

Tiene experiencia laboral como docente de nivel primario, alternativa, secundaria, formación docente, universitario y en posgrado. Trabajó en cuatro universidades.

También trabajó en Acción Cultural Loyola, IPTK, en la Cámara de Diputados y en el Ministerio de Educación, entre otras instituciones.

Elías Alaka Robles

El neuropsicólogo Elías Alaka Robles es máster en Psicología Cognitiva Aplicada y Neuropsicología.

Tiene cinco años de experiencia laboral, trabajó como docente en tres universidades y en instituciones que atienden a personas con discapacidad y centros de atención a niños y adultos con lesión cerebral.

Es miembro activo del Instituto Sri Santhya Sai Baba de Educación en valores humanos. También es el actual responsable del Gabinete de Servicios Psicológicos y Cognitivos, queda en la calle Rosendo Villa 101.

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