DAKAR la vida sigue
Apasionante recuento del experto local Javier Cosulich para conocer mejor el rally, que ha vuelto al desierto
“La vida sigue”. Esa fue la respuesta casi unánime de los participantes del rally Dakar 2020 tras el fatal accidente que, hace pocos días, costó la vida al legendario motorista portugués Paulo Goncalves, gran animador durante 13 ediciones de esta competencia. La mítica carrera deja a partir de este año Sudamérica luego de más de una década (llegó en 2009), para instalarse en las arenas de Arabia Saudita, más cerca de su esencia africana. La muerte de Goncalves fue un duro golpe anímico para organizadores y participantes y marca, sin duda, un sello doloroso al empezar esta nueva etapa.
El Rally Dakar abandona así tierras sudamericanas para iniciar otra aventura en los inmensos desiertos y cañones pedregosos de Arabia Saudita, donde fue acogido ante el poco interés que esta prueba de resistencia había ido mostrando en los últimos años por parte de gobiernos de la región.
Esta aventura, iniciada en 1978 por el francés Thierry Sabine a partir de una dramática experiencia al perderse en su moto en el desierto norafricano del Teneré, fue diseñada justamente para transitar por áridos territorios del deshabitado Sahara. Atrajo desde un comienzo el interés de los apasionados del deporte motor y, dentro de ellos, a una subcategoría del género humano compuesta por quienes disfrutan mejor cuando el riesgo es aún mayor. Esas almas sedientas por enfrentar lo desconocido son las que mantienen viva la llama de una prueba que bien pudo haber desaparecido cuando decidió abandonar el norte de África, ante la inseguridad política.
En la edición de 2008, el Rally tuvo que suspenderse ante evidentes amenazas del grupo terrorista Al Qaeda, que expresó su intención de atacar la caravana a su paso por Mauritania. Años antes (1985), el inspirador de esta modalidad falleció en un accidente de helicóptero, justamente cuando, como director de la competencia, viajaba siendo parte del control de una de las etapas.
Pero el rally no murió con Sabine, sino que supo reinventarse constantemente. Hasta su salida de África fue cambiando de lugar de partida: inicialmente París, para luego mudarse a otras ciudades europeas como Barcelona, Marsella o Granada, aunque la llegada siempre fue la capital de Senegal.
En cuanto a las modalidades, en principio la carrera estaba reservada para coches y motos, pero después se fue ampliando a camiones, cuatriciclos y últimamente a los llamados SBS (Side by Side), una versión liviana de utilitarios todoterreno.
La empresa francesa Amaury Sport Organisation (ASO), encargada de organizar la prueba desde la muerte de Sabine, supo buscar alternativas para mantener vigente el rally y tocó las puertas de países sudamericanos. Inicialmente fueron Argentina y Chile las dos naciones que aceptaron organizar esa edición con salida y llegada en Buenos Aires, previo paso por Valparaíso y las dunas de Atacama.
A partir de entonces, el rally cobró nuevos bríos y atrajo el interés de aficionados y gobiernos de otros países, entre ellos Perú, Bolivia y Paraguay, que fueron parte de la organización en al menos una ocasión.
La etapa boliviana
En 2014, Bolivia se sumó al grupo de países organizadores con una etapa maratón experimental reservada solamente para motos y cuatriciclos. La caravana ingresó desde el norte argentino y abandonó el país después de pasar por Uyuni, en una memorable y polémica etapa disputada a través del salar semi inundado por copiosas lluvias. Muchos candidatos al título se quedaron en medio camino con sus motos afectadas por la gran cantidad de sal adherida a sus motores, entre ellos el hasta entonces líder de la general, el español Joan Barreda Bort.
Sin embargo, el sello de emoción estuvo sin duda en la participación de pilotos nacionales, entre ellos Wálter Nosiglia en cuatriciclos, y Juan Carlos Salvatierra en motos. Miles de espectadores se dieron cita en Uyuni, protagonizando uno de los movimientos de público más multitudinarios pocas veces visto hasta ahora. A partir de ese año, y durante las cinco ediciones que el rally pasó por territorio boliviano, Nosiglia, convertido en un verdadero ídolo deportivo, se ganó el título de “Lobo del Desierto”, gracias a sus destacadas participaciones que incluyeron victorias de etapa e incluso un podio en 2017.
En la categoría autos fueron también varios pilotos los que lo intentaron en diferentes ocasiones, aunque con distinta suerte. Entre los más relevantes: Marco Bulacia padre, Orlando Careaga Jr, Luis Barbery o Rodrigo Gutiérrez, aunque no es menos meritorio lo hecho por otros que tuvieron menos suerte, entre ellos Fortunato Maldonado, Luciano Pérez o Rilver Vásquez.
Mientras que en el apartado de motos surgieron figuras promisorias como los hermanos Wálter y Daniel Nosiglia (que estuvo cerca de los diez mejores en 2018) o el chaqueño Fabricio Fuentes; también el competidor Dany Nogales. Ellos, muy poco apoyo económico, se dieron el gusto de participar en esta exigente prueba.
Además de Wálter Nosiglia, en el apartado de cuatriciclos también inscribieron sus nombres Leonardo Martínez y su hija Suani, logrando el piloto cruceño terminar en un lugar expectante en 2017.
Sin embargo, paulatinamente los gobiernos sudamericanos fueron perdiendo interés en la prueba y, debido a razones económicas o políticas, decidieron suspender sus aportes a la organización. Ya en 2019, la competencia se realizó solamente en territorio peruano, quedando muy mermada en cuanto a su recorrido.
Este año, la aventura vuelve al desierto, pero en un nuevo país y con nuevos desafíos, nuevos retos y nuevos peligros.
El sueño de Sabine permanece intacto y la carrera se reinventa una y otra vez, como la esencia de la misma existencia. Pese a los avatares, el Dakar, la competencia más difícil y peligrosa del mundo, sigue su curso •
Esta aventura, iniciada en 1978 por el francés Thierry Sabine a partir de una dramática experiencia al perderse en su moto en el desierto norafricano del Teneré, fue diseñada justamente para transitar por áridos territorios del deshabitado Sahara. Atrajo desde un comienzo el interés de los apasionados del deporte motor y, dentro de ellos, a una subcategoría del género humano compuesta por quienes disfrutan mejor cuando el riesgo es aún mayor. Esas almas sedientas por enfrentar lo desconocido son las que mantienen viva la llama de una prueba que bien pudo haber desaparecido cuando decidió abandonar el norte de África, ante la inseguridad política.