Sabores que no se pierden
El consumo de helados es muy tradicional en Sucre y Potosí, el paladar de sus habitantes quedó cautivado con el sabor del helado batido en la Villa Imperial y el gusto de los tocinillos en la Ciudad Blanca.
El consumo de helados es muy tradicional en Sucre y Potosí, el paladar de sus habitantes quedó cautivado con el sabor del helado batido en la Villa Imperial y el gusto de los tocinillos en la Ciudad Blanca. Son sabores que a pesar de la competencia industrial y el paso del tiempo no se pierden.
Por tradición familiar, hay mujeres que se dedican a la preparación y venta de estas gélidas delicias en Sucre y en Potosí, su principal característica es que son productos de calidad, naturales, artesanales y sin conservantes.
¿A quién no le gusta disfrutar de un buen helado? Estos postres fríos son los preferidos de grandes y chicos, la oferta es variada, hay industriales y artesanales, de diferentes sabores, tamaños, colores y precios.
Potosí
El helado batido de canela y chirimoya que prepara Severa Cervantes Barahona (73 años), realmente refresca, quita la sed. Su fama traspasó las fronteras de la ciudad minera, pues los visitantes acuden directamente a su puesto gracias a la propaganda de “boca en boca”.
Severa comenzó a ayudar a su mamá, Ascencia Barahona (de Sucre), en la preparación y venta del helado batido a los 15 años. Su negocio es familiar, además de su progenitora su tía Petrona Barahona de Torres también se dedicaba a la misma actividad.
La protagonista de esta historia y su hermana Margarita (vende helados en la feria) heredaron el negocio. La hija de Severa continúa con el legado familiar, vende los fríos en la “feria”.
Antes, Severa vendía en la calle Chayanta y en Héroes del Chaco, ahora se ubica al frente del templo San Benito. Cada helado se vende a Bs 5.
Esta laboriosa mujer cuenta que para la fiesta de Ch’utillos participa en un concurso organizado por la Alcaldía de Potosí. Elabora diez variedades de helado y compite con sus pares que llegan de otros departamentos del país.
Prepara helados con leche, fruta y azúcar. Se baten con hielo y sal, cuanto más vigorosa es la mezcla el postre queda listo en unos minutos.
Como todo “tiene su secreto”, Severa dice que cuando hay más sol el batido se levanta mejor y también se incrementa el consumo.
Cervantes tiene cuatro hijos, una mujer y tres hombres a los que crio con la venta de helados. Se separó de su esposo hace 30 años porque la maltrataba.
“Él quería estropearme, yo trabajaba todo el tiempo, entonces no tenía por qué aguantar malos tratos”, expresa segura la mujer.
En 2018, Severa recibió un reconocimiento de la Gobernación de Potosí. Son 58 años que cada día vende helados en la calle y anuncia que lo seguirá haciendo hasta que las fuerzas le abandonen.
Sucre
En la avenida Hernando Siles casi esquina Junín se ubican los puestos de venta de los helados “tocinillos”, muy populares entre la ciudadanía, por su precio accesible y su sabor sin igual.
Son inconfundibles, tienen un sabor intenso, son cremosos, sabrosos y su preparación es artesanal. Las horas pico para su venta son al mediodía y al cerrar la tarde, la gente se arremolina alrededor de las vendedoras para comprar.
Aniceta Arancibia
Aniceta Arancibia de Gutiérrez (72) comenzó a vender tocinillos desde sus diez años. Su abuela Paola Arancibia es la que comenzó con ese negocio en Sucre y le siguió su madre Micaela Arancibia.
También incursionaron en esa actividad dos de sus hijas (una en Cochabamba y otra en la calle Ravelo de Sucre) y dentro de dos años dejará su puesto a su segunda hija, anuncia la artesana.
Cuenta a ECOS que prepara 1.000 helados de cuatro sabores cada dos días: coco, vainilla, chocolate y horchata. Se ubica en el primer puesto, bajando la avenida.
Ana María Varela
Ana María Varela Cava viuda de Alba (61 años), es otra vendedora. Empezó con la venta de los famosos tocinillos a sus nueve años de edad para ayudar a su madre, Sofía Cava (falleció hace 11), que ofrecía los helados en el estadio Sucre, donde su esposo Roberto Varela trabajaba como portero.
“Yo soy la segunda generación, me volví a incorporar al trabajo hace siete años. El helado que preparamos no tiene químicos, es natural y artesanal. Solo lleva leche, azúcar y saborizante, la preparación dura entre cinco a seis horas, es morosa”, explica.
Prepara 2.500 tocinillos día por medio, en invierno ese número se reduce en un 50%. La venta comienza cada día a partir de las 10:00 hasta las 18:30. Ana María regresa a su casa cansada, pero con la satisfacción de haber cumplido con el gusto de sus clientes.
Elena Miranda
Elena Miranda (62) vende helados desde hace 30 años gracias a su suegra Mica Pinaya, cuyo negocio también es familiar; la progenitora de Mica comenzó con este oficio.
Elena tiene tres hijos a los que hizo estudiar gracias a la venta de los helados tocinillos, actualmente su hija le ayuda en la preparación.
Cuenta que sus clientes son sobre todo niños y universitarios. Cada tres días prepara 2.000 unidades de helado de leche, vainilla, chocolate y janchicoco. “Este lugar es bien conocido, también hay gente que vende helados por el Mercado Campesino, pero son bien truchos. La gente ya sabe”, comenta sonriente •