Chile no ganó en La Haya; le hicieron ganar

Debido a que en innumerables oportunidades el Gobierno chileno se comprometió a dar solución al enclaustramiento de Bolivia, dando largas al asunto en cada intento

Chile no ganó en La Haya;  le hicieron ganar Chile no ganó en La Haya; le hicieron ganar Foto: Archivo

Franz Gustavo Morales Méndez
Ecos / 27/02/2020 00:56

Debido a que en innumerables oportunidades el Gobierno chileno se comprometió a dar solución al enclaustramiento de Bolivia, dando largas al asunto en cada intento, el 24 de abril de 2013 Bolivia demanda a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) sobre la posibilidad de dialogar por el asunto. Cuatrocientos kilómetros de costa y 120 mil kilómetros cuadrados de territorio muy rico fue lo que perdió Bolivia con la invasión chilena de 1789. No era una salida al mar lo que se reclamaba en la demanda, solo la obligación del Estado chileno de negociar una posible salida soberana al océano Pacífico.

Esta demanda, a decir de Carlos Mesa en una entrevista en Chile (Televisión Pública, 30-10-1015), “no nace de los deseos de Bolivia, si de los compromisos generados y no cumplidos por Chile”. Para este fin, se contrató un equipo jurídico conformado por profesionales de importante trayectoria internacional: Remiro Brotóns de España; Mathias Forteau y Monique Chemillier de Francia; Payam Akhavan de Irán; Alan Vaughan y Amy Sander de Inglaterra. El trabajo de este equipo fue valorado no solo en Bolivia: el pueblo chileno también reconocía su labor, en especial después del primer triunfo de Bolivia en septiembre del 2014.

Ante esta petición, el Gobierno chileno resolvió interponer una excepción de incompetencia basada en el Pacto de Bogotá, el 15 de julio de 2014, presentando una objeción preliminar a la jurisdicción de la CIJ para evitar que esta conociera el caso boliviano, es decir, que excluye expresamente la posibilidad de que la Corte pueda estar al tanto de aquellas materias que han sido resueltas por acuerdo entre las partes o que se hallan regidas por tratados anteriores. Es de saber que, para aquel país, el Tratado de Paz y Amistad de 1904, impuesto a Bolivia, había cerrado el problema del mar, por tanto, asume que estaba resuelto el asunto que se llevó ante la Corte.

Comenzaba con esto y por primera vez un largo suplicio para Chile, que miraba no con buenos ojos a la CIJ. Se advertía y sentía tal gravedad en el asunto que el Gobierno lo pensó dos veces si era conveniente mantenerse en el pacto; llegaron incluso a consultar a expertos en Derecho Internacional, que le aconsejaban que Chile debería retirarse del Pacto de Bogotá, cuya prioridad era la solución pacífica de los conflictos. Era este pacto el que le daba jurisdicción a la CIJ, y por considerar que aquel primer fallo era tremendamente adverso a los intereses superiores de Chile.

En efecto, el 24 de septiembre de 2015, en La Haya, en un acto público en el Palacio de la Paz, el presidente de la CIJ, Ronny Abraham, daba a conocer el resumen del fallo sobre las objeciones presentadas por Chile y comunicaba que estas fueron desestimadas, por 14 votos contra 2, declarándose competente para conocer la demanda presentada por Bolivia. Un triunfo rotundo para Bolivia y una derrota para Chile; en ambos países caló profundamente aquel momento histórico.

A partir de ese fallo preliminar todo estaba a favor de Bolivia; hay que valorar superlativamente la labor de Eduardo Rodríguez Veltzé, que condujo el proceso. Al Gobierno de Chile por primera vez le temblaba la mano; las oligarquías chilenas dueñas del mar y el territorio que arrebataron a los bolivianos, no disimulaban su preocupación; pese a hacer sus mayores esfuerzos, no podían revertir esta situación hasta el último momento de la decisión final de la CIJ. Esto tiene una explicación en ambos escenarios:

En Bolivia, más allá de los intereses partidarios y políticos, por primera vez en la historia, desde 1879, se forja una política de Estado, en donde oficialismo y oposición se funden en un solo interés nacional. Se nombra al expresidente Rodríguez Veltzé como agente ante la CIJ; luego, a Carlos Mesa como vocero de la demanda marítima. Al mismo tiempo, el presidente Evo Morales invita a expresidentes a subirse al carro de la reivindicación. Hasta el último ciudadano se suma a esta causa justa. Todos, junto al país, demostraron que la diplomacia chilena no era lo que hasta este momento parecía.

En el Banderazo, en marzo del 2018, se reflejaba el sentimiento de cada uno de los bolivianos cuando, con más aspiraciones que nunca, mostraba su esperanza de algún día volver al mar. Fue un momento vital en la historia en donde colores, razas, nacionalidades, etc., se unieron en un solo grito: “Mar para Bolivia”. 

En Chile, había un desconcierto descomunal. Según la encuesta realizada por la Universidad del Desarrollo de Chile y publicada por el diario El Mercurio, el 54% de los chilenos considera una “derrota” el fallo de la Corte; solo el 19% cree que el fallo es una victoria de los chilenos, y un 27% no quiso o no supo responder (El Potosí, 27-10-2015). Varios medios de comunicación de Chile criticaban la gestión de su gobierno ante la demanda de La Haya. En el primer medio digital de Chile “El Mostrador” del 21-03-2018, Pablo Lacoste escribía: “La eventual victoria de Bolivia en La Haya, tendría, diferentes efectos tanto en Chile como en Bolivia…”.

Michelle Bachelet, nada más conocer la primera sentencia, muy afectada declara: “…La Haya desconoce con su fallo la historia entre Chile y Bolivia y lo estipulado en el Tratado de 1904, que, según Santiago, estableció los límites fronterizos entre ambos países. Chile no tiene ningún tema territorial o limítrofe pendiente con Bolivia”.

Se arribó a la etapa de la contramemoria de Chile, la réplica de Bolivia y la dúplica de Chile; solo quedaba el último peldaño para zanjar el caso: “los alegatos orales”, a desarrollarse del 19 al 28 de marzo de 2018. Una vez más es victoria para Bolivia. En Chile se notaba frustración. El nuevo presidente Sebastián Piñera vaticinaba su derrota declarando a pocos días de las audiencias orales que “Chile no va a perder ni territorio, ni mar, ni integridad territorial ni soberanía” (Tele Trece de Chile).

El 12 de septiembre de 2018, la CIJ comunica que daría lectura en audiencia pública a la sentencia el 1 de octubre de 2018. Contra todo pronóstico, la Corte anunciaba 12 votos a favor de Chile y 3 en contra. Se desestimaban todos los argumentos presentados por Bolivia, sin apelación y vinculante para las partes.

Hasta el último segundo antes del fallo final, en ambos países se vaticinaba la victoria boliviana. Se debe recordar que incluso el Presidente de Chile decide no viajar a La Haya; sí lo hace su homólogo boliviano, seguro de la victoria. En Chile, en todos los medios de comunicación escrita, oral y televisiva, incluyendo las redes sociales, se opinaba y criticaba el proceso que seguía Chile, e implícitamente aplaudía el seguido por Bolivia. Sobre esto hicimos un seguimiento e investigación minuciosa, por ejemplo, en YouTube, donde en la mayoría de las entrevistas de los principales canales de aquel país daban por sentada la victoria de Bolivia.

¿Qué había ocurrido? Todo parecía ir viento en popa y de pronto la nave se hunde. Los bolivianos de a pie nos preguntamos, ¿en cuál de los aspectos: históricos, jurídicos, diplomáticos o administrativos se había fallado? En ningún momento del pleito, Chile se hacía merecedor de ganar, ellos lo sabían. La respuesta, parecería ser obvia y saltaba a la vista; al respecto Brotóns señalaba a la prensa luego del fallo algo que resume el pleito desde esa mirada diplomática: “La vía de la negociación no está cerrada. Considero que los jueces de La Haya asumieron una postura formalista”. Antes del fallo final, Víctor Hugo Cárdenas reconocía: “Los argumentos bolivianos fueron consistentes y, en cambio, la diplomacia chilena no logró conformar una línea de argumentación coherente” (El Deber, 01/04/2018).

Tras el fallo final, expertos juristas en Cochabamba concluían: “Bolivia… tenía buenas posibilidades de ganar, pero los jueces prefirieron asumir una posición bastante conservadora y exegética, probablemente para evitar que otros países consideren acudir al mismo recurso en sus diferendos internacionales (…) Bolivia presentó una demanda ‘innovadora’ y ‘progresista, a la que la Corte respondió desde una posición ‘conservadora’, ‘formalista’ y ‘exegética’ (interpretación literal), es decir, fundamentó su fallo arguyendo que en las ofertas chilenas no había términos textuales que hicieran presumir la obligatoriedad de Chile de negociar una soberanía” (Avendaño F., Los Tiempos, 07/10/2018).

Por primera vez más de 10 millones de bolivianos se habían unido en una sola voz, en un solo sentimiento y sufrieron esta derrota hasta las lágrimas, porque esta herida centenaria, que duele tanto y sangra día a día, no se logró cerrar. Se había roto, sin embargo, aquella utopía de la correlación de fuerza, siempre a favor de Chile, dando paso a otros escenarios, que según La Haya, en sus conclusiones, determina: “Finalmente, manifiesta que este fallo no debe ser entendido como un impedimento para que las Partes continúen su diálogo e intercambio, en un espíritu de buena vecindad, para abordar los asuntos relativos a la mediterraneidad boliviana…”.

Esta demanda internacional por el mar —porque en definitiva ese era el objetivo final— socializó, empoderó a los bolivianos de la realidad histórica acontecida desde la invasión chilena de 1879. Nunca antes niños y niñas, jóvenes, adultos y ancianos hablaban, leían, actuaban, investigaban sobre este tema, al mismo tiempo que el acervo cívico, el amor a la patria, sus símbolos patrios, sus valores ancestrales, se recuperaban y permitían unir a todos los bolivianos. En Chile, se generó una nueva dinámica, solidaria y humana, cuando en varias oportunidades grupos de hermanos chilenos coreaban “mar para Bolivia”. Es bueno recordar a la misma alcaldesa de Antofagasta, Karen Rojo, que defendía la soberanía chilena, pero aceptaba que Antofagasta fue boliviana en su nacimiento.

Se reconoce que Bolivia es un país estratégico en el contexto internacional debido a que posee una riqueza envidiable en recursos naturales. Por esta razón podrían ocurrir más hechos similares a los expuestos, siguiendo la lógica del capitalismo global que ha consolidado su hegemonía total. Esto se debería considerar a momento de presentar en la etapa de la dúplica boliviana, en la demanda por las aguas del Silala, en mayo.

Cuando todo parecía estar cerrado, el 9-03-2019 la Cámara de Diputados de Chile pide al presidente Piñera iniciar un diálogo con Bolivia a fin de restablecer las relaciones diplomáticas. “Con 65 votos a favor, 24 en contra y 31 abstenciones, piden se vuelva a dialogar con Bolivia después del fallo de La Haya sobre el tema marítimo” (La Razón Digital, 09-04-19). También piden restablecer su embajada. Sorpresa mayúscula que expresa el sentimiento del pueblo hermano de Chile.

A pesar de que voces agoreras pretenden sacar rédito político del resultado posHaya, que, sin tener las ideas claras, mellan y menoscaban lo hecho hasta ahora, en Bolivia se tiene que cimentar otro escenario y reforzar aquella política de Estado, por primera vez construida colectivamente. No se puede devaluar semejante esfuerzo de los bolivianos que encararon este litigio. El “mar para Bolivia” es ahora un tema de Estado, donde el desafío de la integración regional tiene una mirada nueva, juntamente al valor geoestratégico de todo el territorio y la costa marítima. El Silala, en este nuevo horizonte, es otra oportunidad como recurso estratégico de mirar el futuro, a partir del cual se pueda negociar una salida al mar •

* Gustavo Morales es socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

Etiquetas:
  • Chile
  • La Haya
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor