Locura en los Andes

En el campo andino una persona puede enloquecer por encontrarse con un saqra, un ‘maligno’, un espíritu terrestre que se desplaza por el ukhu pacha, el mundo de abajo o de adentro, asociado al caos y la destrucción pero también a la fertilidad y la creación.

Locura en los Andes Locura en los Andes Foto: Internet

Pablo Barriga Dávalos
Ecos / 02/03/2020 00:45

En el campo andino una persona puede enloquecer por encontrarse con un saqra, un ‘maligno’, un espíritu terrestre que se desplaza por el ukhu pacha, el mundo de abajo o de adentro, asociado al caos y la destrucción pero también a la fertilidad y la creación. En general, estos encuentros ocurren cuando uno camina solo y de noche. A Alison Spedding le contaron que en Takipata (Chulumani, Sud Yungas), el ex jilakata de la hacienda estaba regresando de noche a su casa y, al pasar por el puente de Taypi Chaka, se encontró con algo que comenzó a perseguirlo.

“Parece que el maligno le cogió en el trayecto porque llegó loqueando a su casa y siguió loco hasta su muerte en 1989”, dice la escritora estadounidense radicada en el departamento de La Paz en “Almas, anchanchus y alaridos en la noche: el paisaje vivificado de un valle yungueño” (1992: s.p.).

Los locos no se portan como los demás: llevan ropa harapienta, caminan de un lugar a otro sin dirección, por lugares peligrosos como cerros o quebradas (donde además se quedan a dormir), hablan todo el rato, no son capaces de distinguir el día de la noche, y muchos de ellos tienen un apetito sexual voraz y escandaloso. A veces no es necesario encontrarse cara a cara con el saqra para loquearse, sino que es suficiente con pasar por el lugar que el yawlu habita: un ‘lugar malo’, un lugar peligroso como waykus (quebradas), qaqas (peñas) y cuevas. En Pignasi (Betanzos, Potosí) hay una cueva donde se encuentran pinturas prehispánicas. Los campesinos le contaron a Pablo Cruz que, después de conocer esa cueva, un hombre comenzó a  visitarla a diario. De a poco, el hombre fue haciéndose más agresivo y violento, hasta que un día no regresó al pueblo. Unas semanas después, los campesinos volvieron a verlo, pero ahora estaba desnudo y fuera de sí, corriendo por los cerros, como un salvaje.

Esto último lo relata Cruz en “El mundo se explica al andar: Consideraciones en torno a la sacralización del paisaje en los Andes del sur de Bolivia (Potosí, Chuquisaca)” (2012: 229).

Hay sugerencias de que los chullpas pueden ocasionar locura, pero no son definitivas. Un jampiri de Raqaypampa cuenta que una persona enloqueció después de excavar ruinas arqueológicas, aunque duda acerca de si los causantes fueron los chullpas o si habrán sido saqras “porque esos cerros son malos y tienen diablos”, de acuerdo con un testimonio recogido por Juan José Alba en “Los Jampiris de Raqaypampa” (1993: 105).

La locura, sin embargo, no la causa solamente el encuentro con un ser del ukhu pacha, sino también las ‘glorias’, los espíritus del janaq pacha, más universales en el sentido de que están menos vinculados a un lugar específico. Según Spedding, algunos takipateños opinan que el exjilakata arriba mencionado no se encontró con un anchanchu o un saqra, sino con Tata Santiago, que lo persiguió hasta enloquecerlo porque había robado unos tambores de coca y los había ido a vender a La Paz  —los dueños de los tambores habían layqaqeado (embrujado) al exjilakata.

El rayo puede causar locura a quienes ha elegido como intermediarios pero se resisten a aceptar su vocación. Así, Tomás Huanca, en “El Yatiri en la comunidad aymara” (1989: 43), registra este diálogo sobre un joven golpeado por el rayo:

M.: Alberto tiene que enfrentarlo.

H.: Los riwutus se levantarán y lo perseguirán. Aunque se rehúse tendrá que aceptarlo, de otro modo el rayo lo enloquecerá.

M.: Quiera o no quiera tendrá que aceptarlo.

Aunque no es frecuente en Bolivia, la experiencia de un acto de violencia extrema también puede enloquecernos, por un tiempo o para siempre. En Hualla, Ayacucho (Perú) mama Victoria le contó a Kimberly Theidon que una mujer había enloquecido por ver morir a tanta gente a manos de senderistas, militares u otros comuneros. Uman lucayarusqa —ya con la cabeza enloquecida— esta señora empezó a vagar sin rumbo, y se lanzaba a los carros diciendo “de una vez que me mate” o pedía a otras personas que la maten con cuchillo “De una vez púnzame con esto, yo no puedo sola”.

Esto último lo recoge Kimberly Theidon en “El conflicto armado interno y la política de la reconciliación en el Perú” (2005: 82).

Todos coinciden en que la locura o el espanto qhayq’a (Miguel Isola, Medicina tradicional e intercultural, 2012: 218) —como le llaman en Chuquisaca— no es fácil de curar, aunque hay que intentarlo. Un pampa jampiri de Raqaypampa le contó a J. J. Alba que había tratado un caso de luqiyasqa así: “Hice traer chiwu wanusta, chiwu sunkhatak, turu waqrata (guano y barba de chivo, hasta de toro). Todo eso hice quemar y lo molí como polvo; luego les dije que le hicieran tomar un poco y que sahumaran lo que sobró y no estaba molido” (“Estrategias de salud y prácticas jampiris” en “Los jampiris de Raqaypampa”, 1993: 106).

Los médicos, desde luego, no pueden curar la locura: “nadie hace sanar, mucho menos el doctor, no sabe nada de esas cosas” (Alba J. J., Ibíd).

Con la excepción del exjilakata yungueño, al que su familia mantuvo encerrado en su casa, con el cabello largo y las uñas crecidas (porque no permitía que nadie se le acerque a cortárselos), los comunarios no encierran a los locos ni los persiguen. Aunque no conozco testimonios acerca de cómo los tratan en sus casas, es claro que  los dejan hacer su vida, burlándose sobre todo de sus impulsos sexuales no reprimidos (no sé qué es lo que ocurre con los locos que son considerados peligrosos). No obstante, parece que esto es válido para los luqyados originarios, porque se dice que los locos que vienen de la ciudad, caminando sin rumbo, son apedreados sin compasión, y los perros los persiguen haciéndoles escapar (Máximo Pacheco, “Los dos entierros de Eleuteria Aymas”, La Paz: Mama Huaco, 2018: 59) • 

 

* Pablo Barriga es escritor

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