¿Curas casados? Propuesta de obispos en un sínodo
La Iglesia católica tiene un problema serio: cada vez hay menos vocaciones, es decir, menos personas que quieren dedicar su vida al sacerdocio.
La Iglesia católica tiene un problema serio: cada vez hay menos vocaciones, es decir, menos personas que quieren dedicar su vida al sacerdocio. En zonas remotas, como la Amazonía, en el 85% de las aldeas no hay misas todos los domingos. Peor todavía: algunos católicos ven un cura solo una vez al año. Hace poco, en octubre de 2019, en el último sínodo de los obispos, surgió una propuesta para tratar de resolver el problema: ordenar a hombres casados como sacerdotes.
La idea generó mucha expectativa en el mundo.
La pregunta ahora es qué viene. ¿Seguirá la tendencia de tener cada vez menos sacerdotes producto de la creciente falta de vocaciones? ¿Cómo hará la Iglesia católica para revertirla? ¿Quiénes celebrarán las misas en el futuro?
La realidad
Lo que está claro es que el catolicismo necesita hoy más sacerdotes. Según el anuario estadístico del Vaticano (2019), actualmente hay un poco más de 414 mil curas en el mundo.
Pero ese número lleva estancado en ese margen desde la década de los 70, según un reciente reporte de la BBC sobre el asunto —el medio cita a la Universidad de Georgetown, que a su vez menciona como fuente al Vaticano—.
En esa misma época, el número de católicos en el mundo era de unos 653 millones. Hoy, de acuerdo con los datos del Vaticano, supera los 1.113 millones.
La conclusión es clara: hay el doble de católicos que hace cincuenta años, pero el mismo número de sacerdotes que en los 70.
Más datos
En 2018 se cerraron 60 iglesias en Italia por falta de sacerdotes. En los últimos diez años, el número de seminaristas cayó entre un 18 y 20 por ciento. En ese país faltan al menos 8.000 curas para cubrir las acefalías, según un reporte reciente de France24.
En España, por citar otro ejemplo, se registraron 236 postulantes a sacerdotes el año pasado, 46 menos que el 2018. En la década de los 60 había 8.000 hombres buscando convertirse en curas, según datos de la Conferencia Episcopal Española, citada en un reporte reciente del madrileño El País.
En Bolivia, la situación no es diferente. Con alrededor de 900 sacerdotes, se lleva casi treinta años intentando duplicar ese número, de acuerdo con datos de la misma Iglesia católica.
En Sucre, uno de los semilleros de sacerdotes del país, actualmente hay solo 14 seminaristas en San Cristóbal. Pese a todo se trata de una buena noticia, considerando que hasta antes de 2018 no había ninguno.
Está claro que la crisis de vocaciones es uno de los principales problemas de la Iglesia. ¿Qué camino debería tomar la Iglesia para revertirlo?
¿Sacerdotes casados?
Eso quería un grupo de obispos, al menos, para resolver problemas urgentes como el de la Amazonía. En octubre, en su última asamblea en Roma, quedó establecido en el documento final “Amazonía: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, en el que se planteó la ordenación de hombres casados como sacerdotes. “Muchas de las comunidades eclesiales del territorio amazónico tienen enormes dificultades para acceder a la Eucaristía. En ocasiones pasan no sólo meses sino, incluso, varios años antes de que un sacerdote pueda regresar a una comunidad para celebrar la Eucaristía, ofrecer el sacramento de la reconciliación o ungir a los enfermos de la comunidad”, argumentaron los obispos en el apartado “Nuevos caminos para la ministerialidad eclesial” (f/111).
Y antes de dejar en claro que no están en contra del celibato —“Apreciamos el celibato como un don de Dios (cf. Sacerdotalis Caelibatus, 1) en la medida que este don permite al discípulo misionero, ordenado al presbiterado, dedicarse plenamente al servicio del Pueblo Santo de Dios. Estimula la caridad pastoral y rezamos para que haya muchas vocaciones que vivan el sacerdocio célibe”, remarcan—, insinuaron —aunque no todos— que la Iglesia se abra a un nuevo camino:
“Considerando que la legítima diversidad no daña la comunión y la unidad de la Iglesia, sino que la manifiesta y sirve (cf. LG 13; OE 6), lo que da testimonio de la pluralidad de ritos y disciplinas existentes, proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26, de ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica. A este respecto, algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema”.
Por qué no, según el Papa
Francisco, en su exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonía”, coincide en que la Iglesia católica no puede quedarse indiferente ante la realidad que vive la Amazonía por la falta de sacerdotes, pero recuerda qué es lo que hace a un sacerdote y, entre otras cosas, da a entender que ese no es el camino.
“El modo de configurar la vida y el ejercicio del ministerio de los sacerdotes no es monolítico, y adquiere diversos matices en distintos lugares de la tierra. Por eso es importante determinar qué es lo más específico del sacerdote, aquello que no puede ser delegado. La respuesta está en el sacramento del Orden sagrado, que lo configura con Cristo sacerdote. Y la primera conclusión es que ese carácter exclusivo recibido en el Orden, lo capacita sólo a él para presidir la Eucaristía. Esa es su función específica, principal e indelegable.
Algunos piensan que lo que distingue al sacerdote es el poder, el hecho de ser la máxima autoridad de la comunidad. Pero san Juan Pablo II explicó que aunque el sacerdocio se considere 'jerárquico', esta función no tiene el valor de estar por encima del resto, sino que «está ordenada totalmente a la santidad de los miembros del Cuerpo místico de Cristo». Cuando se afirma que el sacerdote es signo de “Cristo cabeza”, el sentido principal es que Cristo es la fuente de la gracia: Él es cabeza de la Iglesia «porque tiene el poder de hacer correr la gracia por todos los miembros de la Iglesia». El sacerdote es signo de esa Cabeza que derrama la gracia ante todo cuando celebra la Eucaristía, fuente y culmen de toda la vida cristiana. Esa es su gran potestad, que solo puede ser recibida en el sacramento del Orden sacerdotal. Por eso únicamente él puede decir: «Esto es mi cuerpo». Hay otras palabras que sólo él puede pronunciar: «Yo te absuelvo de tus pecados». Porque el perdón sacramental está al servicio de una celebración eucarística digna. En estos dos sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva”, explica el Papa en el capítulo cuarto (“Un sueño eclesial/La inculturación de la ministerialidad”).
Mons. Juárez: “Ser célibe”
Para monseñor Jesús Juárez, arzobispo renunciante de Sucre, se generó mucha expectativa en el mundo con la propuesta de los obispos, especialmente entre los medios de comunicación. El tema central del sínodo del año pasado fue el estado de la Amazonía, el riesgo en el que se encuentra, y no la ordenación o no de hombres casados como sacerdotes, apunta él.
“El Papa, sobre el tema de los ‘viri probati’, los hombres casados que tienen buena fama, aceptación de la comunidad, sobre si pueden ser sacerdotes… Siguiendo la doctrina de los pontífices anteriores, dijo que la doctrina de la Iglesia es (como sigue): el Señor, en la última cena, ordenó exclusivamente a hombres (como pastores) y que, de acuerdo con la última enseñanza de san Juan Pablo II, este tema estaba zanjado. ¿Por qué? Porque el celibato es un don de Dios que, después, se puso como condición para la ordenación sacerdotal. Que a lo largo de la historia ha habido hombres casados, que Jesús tuvo discípulos que dejaron a su familia para seguirlo, pues eso es verdad. Pero, a lo largo de la historia, la Iglesia ha profundizado los estudios teológicos, los estudios pastorales, bíblicos, jurídicos para tomar esta decisión. El sacerdocio es para las personas a las que el Señor llama”, explica el religioso.
“Pensaban que teniendo sacerdotes casados, la Iglesia hubiera resuelto su problema pastoral. No. El Papa insiste en trabajar más por las vocaciones. El Papa insiste en que el sacerdote debe de tener más valentía para testimoniar su ministerio; en que el sacerdote, con su conducta, debe demostrar la belleza de ser célibe para entregarse totalmente a los hermanos, sirviendo al Señor. El Señor llama a hombres que dejen todo —hasta la familia—, que no formen un hogar, para seguirle. El Señor también da los medios necesarios para que el ministerio sacerdotal vaya adelante”.
Mons. Centellas: “No rechazó”
Para monseñor Ricardo Centellas, recientemente nombrado por el Papa como nuevo arzobispo de Sucre, Francisco no rechazó la posibilidad de ordenar a hombres casados como sacerdotes, sino que llamó a reflexionar sobre la identidad sacerdotal. ¿El problema es la falta de sacerdotes o su identidad?, pregunta.
“No rechazó. Si uno lee bien la carta sobre la Amazonía... yo participé del sínodo, estuve un mes en Roma. El Papa (en este tema) recuerda la identidad sacerdotal. Entonces, no rechaza ninguna petición. Y él mismo dice: ‘Lo que los obispos han reflexionado en el sínodo, vale y va adelante. Pero yo creo que es importante que no nos vayamos por las ramas’, dice, ‘por cuestiones accidentales. Volvamos a lo esencial. ¿Qué es lo esencial?’. Y hace una reflexión sobre la identidad sacerdotal”, agrega Centellas.
“¿Qué es identidad sacerdotal? ¿Qué es el sacerdote? Actualmente hay dos problemas. Un problema es falta sacerdotes (…) faltan vocaciones. El otro problema es que se ha perdido el entusiasmo por ser sacerdote. Pareciera que no es suficiente ser sacerdote en este mundo. Entonces, como no hay, uno dice: ‘buscaremos a otros’. Pero no es ese el problema, el problema es renovar la identidad sacerdotal. A uno le basta y le sobra con ser sacerdote... Ahora hay una tendencia: ‘Esto no me convence, voy a estudiar (también), qué se yo, derecho, ingeniería, medicina…’. ¿Qué está pasando? No se comprende la identidad y la profundidad del sacerdocio y del bien que puede hacer desde el sacerdocio. Uno no necesita ser otras cosas”, reflexiona.
Identidad y vocaciones
Tanto Centellas como Juárez coinciden en que la Iglesia debe centrarse en trabajar en la identidad sacerdotal y en las vocaciones.
“La vida sacerdotal, si hay un llamado de Dios, es una vida maravillosa, una vida que te satisface y te hace enormemente feliz. Tú no eres capaz de cambiar la llamada que te ha hecho el Señor, por ejemplo, por una mujer”, dice Juárez.
Los que abandonaron el celibato
Alrededor de 8.000 curas habrían abandonado el celibato para formar una familia propia en todo el mundo, según un artículo firmado por Antonio Paniagua y publicado en el Diario Sur, de Madrid.
Muchos de ellos continúan ligados a la vida eclesial, solo que de otra manera.
Los casos de otras iglesias
Las iglesias ortodoxa y anglicana permiten el matrimonio entre sus pastores. Con todo, en la primera institución, los obispos han de ser solteros y viudos. Está consentido el matrimonio de los clérigos, pero siempre que haya sido anterior a la ordenación, explica Paniagua •