La guerra de guerrillas en Ñancahuazú

Emotivo relato un excombatiente del Centro de Instrucción Operaciones Selva (CIOS)

La guerra de guerrillas en Ñancahuazú

La guerra de guerrillas en Ñancahuazú Foto: Cabo Jorge Balderrama Grájeda

Credencial de benemérito del autor de este texto.

Credencial de benemérito del autor de este texto. Foto: Cabo Jorge Balderrama Grájeda

La guerra de guerrillas en Ñancahuazú

La guerra de guerrillas en Ñancahuazú Foto: Cabo Jorge Balderrama Grájeda


    Cabo Jorge Balderrama Grájeda (*) para ECOS
    Ecos / 06/04/2020 15:54

    Han transcurrido 53 años de la confrontación bélica de la guerra de guerrillas en Ñancahuazú el año 1967, conflicto armado que llamó la atención mundial debido a la ocupación irregular en territorio boliviano de guerrilleros extranjeros de nacionalidad cubana, peruana y argentina, así como de bolivianos integrantes del Partido Comunista de Bolivia, de tendencia castrocomunista, que conformaban el llamado Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo guerrillero comandado por Ernesto Guevara (el “Che”).

    En 1966, la hacienda de la Casa de Calaminas fue la primera base de operaciones de los guerrilleros. Había sido comprada en una extensión de 1.200 hectáreas por los hermanos Roberto Peredo Leigue (“Coco”) y Guido Álvaro Peredo Leigue (“Inti”), dos de los guerrilleros del ELN, con el argumento de realizar actividades agrícolas y crianza de animales. La propiedad estaba ubicada a 90 kilómetros de Camiri y muy próxima a Lagunillas y Gutiérrez, localidades que por carretera se conectan a Camiri, así como a Santa Cruz de la Sierra.

    En enero de 1967, el propietario de la hacienda El Pincal, Ciro Algarañas, denunció a la Policía de Camiri que en la hacienda de la Casa de Calaminas, colindante a su propiedad, había un movimiento inusual de vehículos y gente sospechosa, que —según él— suponía que se trataba de narcotraficantes.

    El 9 de marzo de 1967, el capitán Augusto Silva Bogado retornaba después de irse de cacería al monte y se trasladaba hacia Camiri en un jeep de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). El conductor y el ayudante del motorizado le revelaron que el 6 de ese mes, en la estación de bombeo de Tatarenda, habían visto a seis hombres barbudos que se encontraban armados y eran de aspecto extranjero.

    El capitán Silva informó de ese testimonio al Comando de la Cuarta División de Ejército de Camiri, de cuya unidad militar era su oficial. La nueva aseveración se sumaba a la denuncia de Ciro Algarañas sobre movimientos extraños de motorizados y gente sospechosa en Casa de Calaminas.

    La prensa nacional, en lo que transcurría de marzo, informaba de grupos armados que se encontraban operando en Chuquisaca. El martes 21 de marzo, el diario Presencia publicó la noticia de que hubo escaramuzas con tropas del Ejército en Monteagudo, y que en esa acción ya habría un soldado muerto.

    Fuentes del Gobierno y el Ministro de Defensa, por su parte, hablaban de medidas de prevención; pero, no pudo ser ni confirmada ni negada la presencia de elementos armados, aunque el Comando de la Fuerzas Armadas se empeñó en negar la información a la prensa sobre sujetos armados.

    Pese a la absoluta reserva del Gobierno y jefes militares, un corresponsal de Presencia informó que el 19 de marzo de 1967 la Dirección de Investigación Criminal (DIC) dio a conocer sobre un interrogatorio a Vicente Rocabado y Pastor Berrera, dos guerrilleros desertores capturados en Tatarenda, donde declararon la existencia de un grupo armado del que ellos eran integrantes. También se tuvo conocimiento extraoficial, a través de un reportero, que una Comisión del DIC y un destacamento de la Cuarta División de Ejército habrían partido de Camiri a Casa de Calaminas, próxima al Cañadón del Río Ñancahuazú.

    Presencia, con fecha del 22 de marzo, informó que, pese a la reserva de los jefes militares de la Guarnición de Cochabamba, se tenía evidencia de que efectivos del Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE), de la Séptima División de Ejército de Cochabamba, habían sido movilizados a la región de Monteagudo en dos aviones de la Fuerza Aérea Boliviana. Se dijo que en esa zona estaban operando los guerrilleros; pero el coronel Roberto Flores, comandante de la VII División, se negó a proporcionar información al respecto.

    El inicio de la guerra

    Los bolivianos quedaron consternados con las noticias de un hecho sangriento. Ocurrió cuando una patrulla del Ejército, la mañana del jueves 23 de marzo, emprendía un patrullaje por el Cañadón del Río Ñancahuazú. Los guerrilleros castrocomunistas del llamado ELN habían preparado una emboscada a los soldados bolivianos; trampa preparada de forma artera y cobarde, en la que ametrallaron con armas automáticas y fuego cruzado, con disparos de izquierda y derecha de los farellones boscosos del cañadón.

    Mataron a siete hombres de la patrulla del Ejército: fue muerto el subteniente Rubén Amezaga Faure (después de caer herido en medio río fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora al llegar a la orilla).

    También cayeron acribillados en el río los soldados: Pedro Romero García, Cecilio Márquez León, Juan Alvarado Romero, Santiago Gallardo Murillo y Amador Armaza Castillo, además del guía civil Epifanio Vargas.

    En esa emboscada quedaron heridos el cabo profesional Guido Terceros y los soldados Miguel Rivero, Eduardo Rivero, Adalberto Martínez y Eleuterio Sánchez.

    Los guerrilleros tomaron prisioneros al mayor Hernán Plata y al capitán Augusto Silva Bogado. A ellos les quitaron sus objetos personales: relojes, anillos, dinero y documentos. Además, fueron tomados prisioneros otros 12 soldados.

    También se apoderaron de los fusiles de los soldados, al margen de tres morteros, tres ametralladoras, cinco pistolas 45 mm, municiones y una radio GRC-9.

    Dos días después de la emboscada, los guerrilleros liberaron a los prisioneros del Ejército en proximidades de la entrada al Cañadón del  Río Ñancahuazú, pero los cadáveres del subteniente Amézaga, de los cinco soldados y del guía civil quedaron en pleno río.

    Pasados diez días una comisión de la Cruz Roja de Bolivia, presidida por el doctor Gilbert Flores y cinco soldados, intentó recuperar los cadáveres del río, pero no lo lograron debido a que no contaban con bolsas plásticas para el traslado. Los cuerpos se hallaban en un estado avanzado de descomposición.

    El 5 de abril, las tropas del Ejército ocuparon el Cañadón de Ñancahuazú sin ninguna resistencia. Los guerrilleros se habían replegado a las serranías aledañas hacia el norte (usando la táctica de la guerra de guerrillas de hostigar al enemigo y replegarse rápidamente); es cuando una fracción del Ejército procedió a cremar los cadáveres que habían quedado en el río, el del oficial  Amézaga y los de los cinco soldados y el guía civil.

    Por instrucciones médicas se realizó una cremación. 

    En realidad, hubo una incineración en el mismo sitio donde fueron muertos y los restos fueron transportados a Camiri.

    Este acontecimiento ocurrió durante la presidencia del general de la Fuerza Aérea René Barrientos Ortuño. Las Fuerzas Armadas ordenaron la movilización de sus unidades militares a las zonas del conflicto con soldados que prestaban su servicio militar; se trataba de las categorías 1966 y 1967 (los del 66 eran ya reservistas que esperaban su licenciamiento y los del 67, soldados que acababan de ingresar a su servicio militar, habiendo recibido poca instrucción).

    El desplazamiento de las tropas se concentró al sudeste del territorio boliviano, por las provincias Luis Calvo y Hernando Siles de Chuquisaca y por Cordillera y Valle Grande de Santa Cruz; zonas selváticas de terrenos escarpados y difícil acceso, con temperaturas elevadas hasta de 40 grados.

    Los soldados fueron a enfrentar a un enemigo experimentado en guerra de guerrillas. Los guerrilleros del ELN eran expertos en combates armados y venían al país después de haber recibido entrenamiento en la provincia Pinar Del Río, en Cuba, mientras que otros como Harry Villegas (“Pombo”), Carlos Coello (“Tuma”) y Ernesto Guevara (“Che”), llegaban de haber combatido en la Sierra Maestra y en las guerrillas del Congo.

    En el desarrollo de las operaciones de guerra contra los guerrilleros del ELN, el Alto Mando Militar del Ejército de Bolivia instruyó combatir al enemigo en toda la zona sur del Río Grande a la Cuarta División de Ejército de Camiri, al mando del coronel Humberto Rocha Urquieta, y al norte del Río Grande a la Octava División de Ejército de Santa Cruz, al mando del coronel Roberto Vargas Claros. Asimismo, se ordenó al coronel José Carrasco, comandante de la Base Aérea Militar 2 de Santa Cruz, una acción ofensiva con vuelos de reconocimiento, de incursión ametrallando y bombardeando, con aviones AT-6 y Mustang, a los puntos donde existiera la presencia de guerrilleros.

    Las Fuerzas Armadas dispusieron la movilización de 2.000 efectivos del Ejército para combatir en las zonas de guerra y ejecutar una “Operación Envolvente”, que comprendería un diámetro de 120 kilómetros al sudeste del territorio nacional.

    La guerra de guerrillas en Ñancahuazú está escrita en las páginas de gloria de nuestras Fuerzas Armadas, ya que nuestro Ejército, con operaciones conjuntas de la Fuerza Aérea, derrotó a los insurgentes, a su causa libertadora y a su pretensión de establecer la base de un gran foco guerrillero en Bolivia, corazón de Sudamérica, con la intención de extenderlo a todo el subcontinente.

    En ocasión del 53 aniversario del inicio de la guerra de guerrillas, rendimos un homenaje póstumo a los 58 valientes hombres de nuestro Ejército, entre oficiales, suboficiales, clases, soldados y civiles que ofrendaron sus vidas por la patria. ¡Honor y gloria a nuestros héroes de Ñancahuazú! •

    * Excombatiente del Centro de Instrucción

    Operaciones Selva (CIOS).

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