Movimientos sociales y construcción histórica nacional

Mientras permanecemos en casa, es bueno recordar lo que afirmaba George Santayana: “aquel pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”.

Movimientos sociales y construcción histórica nacional

Movimientos sociales y construcción histórica nacional Foto: SIHP

Movimientos sociales y construcción histórica nacional

Movimientos sociales y construcción histórica nacional Foto: SIHP


    Evelyn Griselda Callapino Huarachi Guarachi
    Ecos / 08/04/2020 00:16

    Mientras permanecemos en casa, es bueno recordar lo que afirmaba George Santayana: “aquel pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Por ello, es momento clave para no olvidar las crisis político-sociales bolivianas y aprender de ellas para poder cambiar el rumbo de la construcción histórica.

    En octubre de 2019, después de las elecciones anuladas, la población entera se movilizó. Una vez más, Bolivia se manchó de sangre en un contexto violento y salimos a las calles para defender los valores democráticos que ya habíamos conquistado desde 1982. Otra vez nos dimos cuenta de que el Estado no ha tenido la capacidad de garantizar el bien común de la sociedad, entrando de nuevo a un periodo de ingobernabilidad que nos aqueja a toda la sociedad.

    Nuestra historia está íntimamente ligada a los movimientos sociales, a la toma de las calles por parte de la población que, por diferentes circunstancias, ante la carencia de satisfacción de necesidades y de voluntad política, debe confrontar a los gobiernos cuestionando su accionar.

    Los movimientos sociales hacen referencia a los desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las élites. Según Sidney Tarrow, los oponentes y las autoridades y necesitan incorporar sus demandas en el proceso político. En nuestro país, las personas se asocian para poder ganar fuerza a base de sus necesidades, convirtiéndose en un actor colectivo que interviene en un proceso de cambio social.

    En Bolivia, este actor es parte esencial para manifestar las demandas sociales que, con cierta continuidad y sobre las bases de una alta integración simbólica, persigue una meta consistente en llevar a cabo cambios sociales fundamentales, utilizando formas organizativas.

    La integración social boliviana de varios sectores sociales tuvo como objetivo común el derrocar al gobierno de Evo Morales cuando la bandera nacional fue el símbolo de la unidad. Con todo esto, podemos ver los objetivos que nacen de estas protestas acompañados de una conciencia de pertenencia común que se desarrolla sobre la base de un “nosotros”.

    Un hecho que marcó el inicio de las movilizaciones fue el referéndum del 21 de febrero de 2016. Desobedecerlo, contraviniendo lo dispuesto en la Constitución Política del Estado, y la decisión que tomó el Tribunal Constitucional Plurinacional fueron hechos que alimentaron el descontento. Como punto culminante estuvo el desarrollo y los resultados fraudulentos de la elección del 20 de octubre de 2019, lo que condujo al descontento social en el que, además, se manejaba un discurso de confrontación que derivó en la renuncia de Morales. Esto, ineludiblemente, conllevó a la confrontación con resultados nefastos como la pérdida de vidas humanas.

    Dichas movilizaciones se intensificaron ante la incapacidad del sistema institucional, que no cumplió con las demandas sociales; además, se evidenció un rechazo a los partidos políticos, que perdieron su legitimidad, teniendo como consecuencia el rol protagónico de los comités cívicos a nivel nacional y la constitución de plataformas y colectivos que desnudaron la debilidad del Estado. Ahí nacieron nuevos caudillos y personajes que ahora se encuentran en listas para las elecciones nacionales de 2020.

    Si comparamos escenarios, ¿qué tanto hemos avanzado?

    No se puede comprender la historia boliviana sin los movimientos sociales, porque son protagonistas de la historia nacional e incluso llegan a ser la escuela de muchos representantes políticos que lograron entrar a espacios de decisión.

    Es menester viajar a través de la historia para conocer otro contexto, hace más de 40 años, cuando, encabezada por cinco mujeres, se inicia una movilización que logra derrocar al entonces dictador Hugo Banzer. Así logramos entrar a un proceso democrático en el que continuamos con muchos desafíos.

    El sector minero oprimido por las dictaduras era totalmente perjudicado con salarios terriblemente bajos. Se suprimen los alimentos de subsidio popular perjudicando también a otros sectores sociales como los campesinos. Se prohíbe la actividad política y sindical, se censura la prensa y las emisoras de radio independientes son cerradas. Se debe tener en cuenta que este medio de comunicación era crucial para estos sectores.

    Este escenario desencadena una huelga de hambre encabezada por Domitila Barrios de Chungara, Nelly Colque de Paniagua, Luzmila Rojas de Pimentel, Angélica Romero de Flores, y Aurora Villarroel de Lora. Fueron ellas quienes el 28 de diciembre de 1977 iniciaron una huelga para reclamar una amnistía política y la liberación de los dirigentes presos. A los pocos días se unieron más sectores sociales, cae el presidente Banzer y se logran algunas de sus peticiones.  

    En 1978 se anulan las elecciones por fraude. En 1979, un resultado también de este escenario histórico fue el nacimiento de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb), la que gana mucha fuerza y posteriormente tiene un rol protagónico. Después de casi cinco años de confrontación, en 1982 entramos en un proceso democrático apuntando a un sistema político conciliador.

    Estos hechos son hitos que tejieron la historia nacional, pues sectores sociales protagonizaron movilizaciones de lucha por los derechos justos. El pueblo, ante la falta de voluntad política, se une y se subleva. Con todo ello evidenciamos que intensas opresiones desencadenaron grandes movilizaciones. 

    Estos son algunos procesos antagónicos marcados de descontento social que facilitaron el surgimiento de caudillos, pero estos no apostaron por el rediseño y fortalecimiento de las instituciones, sumergiéndonos constantemente a periodos inestables.

    Lo que no se pudo consolidar en ningún momento de la historia es el sistema político boliviano. Esto devela un proceso histórico cíclico boliviano, en el que los movimientos sociales tienen un rol preponderante. Debería llamarnos la atención el no haber logrado una estabilidad en la que el Estado cumpla el rol fundamental de satisfacer las necesidades básicas de la población; es el gran reto que todavía nos persigue.

    Si hacemos una pequeña comparación de escenarios podemos ver que Bolivia no logra consolidar un proyecto nacional. Los movimientos sociales nacen a base de falta de satisfacciones de necesidades que deben ser cumplidas por los gobiernos. Bolivia, a pesar de que ya ha pasado más de cuatro décadas en movilizarse por conseguir la democracia, no logra consolidar este sistema y vuelve a escenarios como el que vivimos el año pasado •

    * Evelyn Callapino es socia aspirante de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP)

    Etiquetas:
  • Movimientos sociales
  • construcción
  • histórica
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor