La Casona Diez de Medina
La historia detrás del espacio que acoge al Museo Nacional de Arte en La Paz
*Directora del Museo Nacional de Arte
El primer dueño conocido de la casa que actualmente es conocida como Casona Diez de Medina o la de los condes de Arana, fue don Andrés Diez de Medina. Gracias a la mención que se hace de la herencia recibida por su hijo Francisco Tadeo, sabemos que la casa fue adquirida por don Andrés por 16.000 pesos en 1750.
La familia de don Andrés es una de las tres familias Diez de Medina que fueron muy activas económicamente en La Paz, durante el siglo XVIII. Rossana Barragán, en su artículo “Españoles patricios y españoles europeos: Conflictos intra-élites e identidades en la ciudad de La Paz en vísperas de la Independencia (1770-1809)”, nos presenta los tres grupos familiares a la cabeza, los tres, de Tadeo Diez de Medina ya sea Diez de Medina y Mena, Diez de Medina y Tarasona o Diez de Medina Vidango.
Francisco Tadeo nació en La Paz el 2 de noviembre de 1725, 25 años antes de que su padre adquiriera la casa. Estudió filosofía y letras en el Real de San Juan Bautista de La Plata y fue recibido como abogado con licencia en 1759 para ejercer en todo Charcas. De vuelta en La Paz, con esta formación, entró al Cabildo de la ciudad como asesor para luego convertirse en Alcalde ordinario, posición que ocupó tres veces antes de ser nombrado Oidor de la Audiencia de Chile. En 1763 fue elegido Auditor de Guerra de las Nuevas Milicias y en 1765 fue asesor de la Curia Eclesiástica y formó parte luego de la Junta de Temporalidades encargada de administrar los bienes de los jesuitas expulsados. Entre sus actividades, fue elegido por el virrey Guirior del Perú, para realizar una investigación de las cajas reales de La Paz.
Más adelante, con muchas recomendaciones viajó a Madrid por sus propios medios para conseguir una plaza de mayor importancia. Se le otorgó pues el puesto de Oidor de la Audiencia de Chile en 1779. Tardó, sin embargo, cuatro años en tomar posición de su nuevo puesto pues se vio detenido por los movimientos revolucionarios de Charcas. Con licencia de la corona, fue en comisión de Buenos Aires para dar conocimiento de las causas de los movimientos de La Paz, especialmente aquellos de Tupac Katari.
Durante este periodo en La Paz ganó mucho poder debido a su posición en el Cabildo. Haciendo uso de esta privilegiada situación se benefició también económicamente puesto que parte de las funciones del alcalde ordinario era la de velar por el aprovisionamiento de la ciudad y el establecimiento de precios.
Fue la labor de Francisco Tadeo la que enriqueció mucho más a la familia, siendo él la cabeza de la misma, permitiéndose así hacer refacciones a la casa de tal magnitud que la convirtieron en uno de los monumentos civiles más importantes de la ciudad de La Paz hoy en día. El Oidor, siendo parte de la élite criolla paceña y con un caudal muy considerable, se ufanaba de hablar quechua y aymara, conocer cada calle y barrio de la ciudad, y de tener familiaridad con todos los vecinos, tanto indígenas como criollos.
La Casona
El acceso principal de la casa se encontraba en la actual calle Socabaya, en la cual se mandó a hacer la portada con el escudo familiar como se solía hacer. Dicha portada debió ser derruida por disposición municipal a principios del siglo XX, mas gracias a la desobediencia de los dueños, sobrevivió hasta nuestros días. Este acceso da al patio principal a través de un zaguán, el patio colonial debió estar completamente despejado ya que a estos espacios debían entrar tanto caballos como los carros que trajeran las producciones de las distintas haciendas.
Por este motivo, en la primera planta se encontraban las bodegas, que en este caso son los espacios que quedan debajo del nivel de la calle Comercio y es más bien a partir de la segunda planta que se encuentran los espacios de vivienda. Estas bodegas de la primera planta son espacios más bien bajos, con pisos de ladrillo y con bóvedas aristeras también de ladrillo.
Los arquitectos De Mesa y Gisbert, encargados de la restauración de la casona Diez de Medina, encontraron la ubicación del comedor y de la cocina, ambos espacios divididos por un grueso muro y establecidos frente a la chimenea en la parte noroeste de la casa. El salón principal se encuentra detrás del magnífico arco del patio al que se accedía a través de la escalera de alabastro.
Este salón tenía una ventana que daba al patio principal. Existía un segundo patio destinado al almacenamiento y áreas para el servicio doméstico compuesto generalmente por indios y esclavos negros. Este patio ya no es parte de la actual casa y queda la inquietud acerca de las posibles conexiones originales de la actual casa con las que le rodean, en especial con la casa llamada de “1768” o Villa de París ya que formalmente responde al mismo estilo.
En la parte de la casa que daba a la calle Comercio se alquilaban tiendas y como figura en el Testamento, también los altillos estaban en alquiler. Todo esto sumaba ochocientos pesos que debían ser destinados, por orden de Francisco Tadeo, para pagar el testamento, las limosnas de rigor, las misas de aniversario y las novenas de san Francisco de Paula y san Vicente Ferrer.
Así es que la casa, de tipo palacio de acuerdo a sus características, significaba un considerable ingreso para Francisco Tadeo Diez de Medina, pues, así como se alquilaban ciertos espacios, Diez de Medina había impuesto sobre la casa por lo menos dos censos. Los censos eran préstamos que hacía la Iglesia contra un determinado bien o en caso de las haciendas, de producción.
Probablemente es con este dinero con el que declara en su testamento que aumentó y mejoró la producción de las haciendas de Yungas que había heredado de su padre además de las que adquiriría personalmente.
Hoy en día tras la restauración realizada en la década de 1960, esta casa alberga la colección del Museo Nacional de Arte, inaugurado en agosto de 1966. Desde ese entonces, en la gestión de cada uno de sus directores, la colección ha ido creciendo y se enorgullece de ser el contenedor de obras de artistas tanto de Bolivia como de todo Latinoamérica. Este año se ha inaugurado la muestra de pintura colonial “Dios y la Máquina: serialidad y singularidad en la pintura colonial andina” que esperamos poder llevar, en la medida de lo posible, a todos los rincones del país.