Los feminicidios sí pueden evitarse
Desde el sistema y la cultura se puede ayudar a frenar los feminicidios e infanticidios, según el criterio vertido por dos profesionales; una mujer de leyes, Ximena Mendizabal y la psicóloga Gianina Irusta.
“Seguro que hoy, domingo de resurrección, hubiese dado gracias a Dios por un día más de vida. Desde temprano estaría afanada en ducharme, bañar a mis niños y asear la casa. Después, cocinaría algo rápido pero rico, quizá un asadito con papas fritas y ensalada.
Desde hace tiempo que quiero llevarles a pasear a mis wawitas, se aburren estando encerrados todo el tiempo.
Necesitamos distraernos, olvidarnos de los malos momentos que nos hace pasar su papá. Quisiera que vayamos al parque, pero no puedo evitar sentir miedo de encontrarme con él. Como siempre me amenaza con matarme.
Ya no aguanto esta situación. Una vecina me ha dicho que le han visto rondando la casa; qué estará pensando hacer… ¿No podrá seguir adelante con su vida y dejarnos tranquilos?
Mejor dejo de pensar tonteras y me apuro con mis cosas. Cuando regresemos tengo que ayudar a mi hijita a hacer la tarea que le dio su profesora”.
Estos podrían ser los pensamientos y actividades que en este momento estaría desarrollando S.C. junto con sus hijos de 3 y 7 años de edad si hace 41 días, los tres no habrían sido asesinados.
Sucedió entre el 21 y 22 de febrero en Sucre, cuando el hecho conmocionó al país entero. Se puede leer en el informe de las autoridades: “Se registró un feminicidio-doble infanticidio-suicidio”.
Según el informe del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), se cree que los niños fallecieron entre las 22:00 y la medianoche del domingo 21 de febrero tras ser degollados por S.M.G, su padre. Después de cuatro horas la mujer corrió la misma suerte, fue apuñalada y posteriormente el autor se ahorcó.
Mediante las pesquisas se supo que la mujer era víctima constante de violencia por parte de su concubino. En una ocasión consiguió una orden de alejamiento para que su expareja no siguiera con el maltrato, aunque los vecinos cuentan que “alguna vez” vieron a su vehículo estacionado frente al domicilio.
También se conoció que S.C. presentó en noviembre de 2020 un memorial de conciliación (posiblemente presionada), tras la denuncia que hizo por las agresiones que sufría. La Fiscalía confirmó que la pareja firmó este documento, pero aclaró que fue rechazado porque la Ley 348 no lo permite.
En este contexto, surgen muchas preguntas ¿Qué hubiese pasado si la mujer hubiese aprendido desde pequeña a no ser dependiente económicamente? ¿Si habría denunciado la primera agresión, estaría muerta? ¿Cuántas mujeres más deben morir para que el gobierno cree políticas eficaces de atención, protección y contención a las víctimas de violencia?
A estas preguntas responde la abogada Ximena Mendizábal: “Si la víctima hubiese sido apoyada con celeridad no sobrevendría el feminicidio. Habría dejado mucho antes esa situación de violencia y también hubiese adquirido alguna habilidad para sustentarse económicamente”.
Dice que el apoyo no solo debe ser jurídico y psicológico también hay que conseguir que se capaciten para que aprendan a generar ingresos económicos. Las mujeres generalmente aguantan violencia porque el hombre es el proveedor.
Acota que si hubiese sido asistida por los mecanismos necesarios ahora estaría aportando en la educación de sus hijos y a la economía del país, y el agresor estaría sancionado y sin acceso a ella.
Según Mendizábal los agresores también necesitan atención psicológica y una terapia de control de ira. Dice que ellos son agresivos porque también fueron víctimas de maltrato y violencia en su niñez y de adultos replican esa situación con su familia.
“Se necesitan políticas de prevención de la violencia contra la mujer y violencia de género, con métodos mucho más efectivos, para que no sigan ocurriendo estos lamentables crímenes”, manifiesta.
Visión psicológica
“Siempre se dice que la familia es el núcleo de la sociedad, pero también se puede afirmar que en ellas está el origen de la violencia y su naturalización”, afirma la psicóloga Gianina Irusta.
La profesional menciona al reconocido psicólogo cubano, Martín Cala, quien sostiene que desde el primer día de nacido el humano se integra al medio social a través de su familia, que es la portadora de la cultura, normas sociales, lenguaje, afectividad, inteligencia, valores, costumbres y otras construcciones milenarias de la humanidad.
La familia es la primera mediación entre el individuo y la sociedad; sin ella no podría haber el complejo proceso de integración y humanización, sobre el cual se estructuran otras integraciones sociales.
“Esa complejísima formación de cada ser humano se estructura y desarrolla en gran medida en las interacciones cotidianas que establece el individuo con sus familiares, educadores y vecinos, así como con los procesos y fenómenos de la vida diaria”, comenta Irusta.
Es fundamental que la familia le dedique tiempo y formas para acompañar el crecimiento, desarrollo e interacciones de los hijos, en las distintas etapas de su vida.
Deben ser con mayor afectividad y efectividad en los primeros 12 años, donde los conocimientos, actitudes y prácticas tienen mayor relevancia, pues, lo que se escucha, se compara y se asimila con lo que se ve.
“La función transmisora de valores debe desarrollarse en un clima familiar donde el estímulo de la inteligencia vaya de la mano del desarrollo de la inteligencia emocional, de las habilidades sociales, de la creatividad, de la resiliencia y de estar presente cada día al interior de su familia y en su comunidad”, explica la experta.
Misión de la paternidad y maternidad
La misión de la paternidad y maternidad podría determinar la formación de “un hombre íntegro o un narcisista, impulsivo, con conductas de control y manipulación”, o “una mujer empoderada que podrá desarrollarse y alcanzar sus sueños o caso contrario, una mujer dependiente, sumisa y hasta víctima”.
Entonces, los padres deben asumir conciencia sobre esta realidad y cumplir su responsabilidad para formar hombres y mujeres seguras y empoderadas.
Irusta explica que la permanencia de la mujer en relaciones violentas está asociada al entorno familiar en el que creció, su nivel de autoestima, el apoyo familiar que recibe, la percepción que tiene de las relaciones de pareja y la sociedad en la que vive.
En los hombres la justificación de la violencia, la adaptación funcional, la tolerancia a la agresión y la empatía hacia el agresor se integran a las características individuales referidas a la historia de abusos que pudieron ser “normalizadas”.
“En este contexto considero importante comprender a las víctimas de violencia, para que puedan recibir apoyo sin que se les exija conductas y actitudes que no aprendieron o no saben aplicar”, expresa la psicóloga.
Estereotipos de género
Según el Observatorio Nacional del Perú de la Violencia Contra la Mujer y los Integrantes del Grupo Familiar, hay estereotipos de género vinculados a la construcción social del género.
La mujer tiene como atributos ser altruista, sacrificada, sensible tierna, emocional, subjetiva y exagerada. Su rol es reproductor, doméstico, de crianza y su espacio es privado. La mujer es el corazón de la familia.
En cambio, los atributos del hombre es ser egoísta, duro, bruto, objetivo y concreto. Su rol es de reproductor y proveedor y su espacio es público. El hombre es la cabeza de la familia.
Frases estereotipadas
“La mujer debe ser hábil para hacerle entrar en razón y evitar el conflicto”, “la mujer debe dominar al hombre con amor”, “ella lo denuncia como mujer, tiene razón, pero debe pensar en sus hijos. Hay que ser más madre que mujer”, “si fuera tan grave como dice lo que le hizo, lo tenía que haber dejado”, “seguro que ella empezó el conflicto y le hizo perder sus casillas”, “por su familia la mujer tiene que aguantar y someterse a su marido”, “separarte sería un fracaso en tu vida”
“Ella no trabaja, se queda en casa”, “los trapos sucios se lavan en casa, se arreglan las cosas hablando”, “hay asuntos privados que no le interesan a nadie más que a la familia”, “es un conflicto, eso no es en realidad violencia, no le hizo nada grave”, “en todos los matrimonios hay problemas”
“Esta es la mirada desde las familias, desde los individuos y desde quienes trabajan en las distintas instituciones, porque a partir de ello vemos cómo impacta en la credibilidad”, comenta Irusta.
Asegura que al hombre se le cree y a la mujer no, porque se la considera exagerada, mentirosa y que es ella la que debe ceder.
Por todo lo expuesto, se hace difícil dar el paso de la denuncia porque hay culpa, miedo, vergüenza y carencia de apoyo.
“No se entiende la violencia como un asunto público, se usa la palabra conflicto para evitar decir violencia, privatizando la intervención, se minimiza la importancia de lo que pasó como algo doméstico”.
En criterio de la psicóloga hay que valorar de modo adecuado el riesgo, actuar desde la prevención, con una posición activa, comprometida, haciéndonos responsables como sociedad de los efectos en la mujer, en el agresor y en la familia.
Conciliación
De acuerdo a la Ley N° 348, en su artículo 46 la conciliación está prohibida en cualquier hecho de violencia contra las mujeres, que comprometa su vida e integridad sexual. Ninguna institución receptora de denuncias ni su personal podrá promover la conciliación, ni suscripción de ningún tipo de acuerdo entre la mujer y su agresor, bajo responsabilidad. Sin embargo, la abogada Ximena Mendizábal indica, que pese a lo que dice la ley hay casos en los que se practica la conciliación entre partes, generalmente cuando no es muy grave la agresión y la víctima está dispuesta a conciliar. |