El arte como forjador de los hijos
Todo padre quiere formar hijos sensibles, respetuosos, empáticos y capaces de descubrir y valorar la belleza en cualquier lugar. Para conseguirlo, el arte juega un rol muy importante en el proceso de formación de los vástagos.
Todo padre quiere formar hijos sensibles, respetuosos, empáticos y capaces de descubrir y valorar la belleza en cualquier lugar. Para conseguirlo, el arte juega un rol muy importante en el proceso de formación de los vástagos.
La psicóloga Denise Hinojosa indica que a través de las actividades artísticas se expresa ideas, emociones, sensaciones, momentos y se comparten diferentes visiones.
“Esa relación se logra a través de diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros, corporales o mediante la mezcla de todos ellos”, expone.
Sin embargo, no en todas las casas ni escuelas se incluye el arte en las actividades cotidianas, por lo que se hace necesario que los padres estimulen esas manifestaciones desde sus casas, de forma sencilla y hasta divertida, aconseja la psicóloga.
La vocación
Pilar Torrez nació en Sucre hace 78 años. Es maestra de música formada en la Normal de Maestros y proviene de una familia con raíces musicales y culturales.
“Todos tenemos un poco de músicos y de artistas”, manifiesta Pilar quien trabajó en varios establecimientos educativos como maestra de música en Sucre y La Paz.
Ella es una convencida de que las experiencias artísticas cobran un papel muy importante en la educación que se quiere para los hijos.
Piensa que el arte es fundamental en la vida de los niños porque a través de ese canal pueden dar a conocer sus talentos y habilidades; por ejemplo, para el dibujo y la pintura, expresiones mediante las cuales pueden mostrar sus sentimientos y modo de ser.
Lo mismo pasa con la música aunque, en criterio de Pilar, es un poco más complicado porque tienen que aprender teoría y solfeo y, hasta que no dominen esas áreas, les es difícil.
Pero, mientras tanto, les sirve como recreación que a su vez coadyuva a que estén tranquilos. Con el tiempo ese entretenimiento se transformará en gusto y querrán seguir dedicándose a eso.
No por obligación
“No estoy de acuerdo con que algunos padres obliguen a sus hijos a ir a escuelas de danza o de música. Es igual que con el deporte. Más bien soy partidaria de que les incentiven a la lectura porque es una parte del relax. Así, el niño se irá dando cuenta de qué cosa le gusta en realidad”, reflexiona la exmaestra.
Dice que lo más importante es que inicien esas actividades como recreación y no como obligación, por lo menos hasta los diez años.
No hay que exagerar, ni obligarlos, porque terminarán rechazando la pintura, los poemas, el dibujo, la danza, los cuentos y al final quedarán en nada, sugiere.
Dice que los papás deben estar muy atentos a sus hijos, ver qué les gusta o llama la atención. Sin embargo, se dejan absorber por sus ocupaciones y preocupaciones, y los dejan en compañía de su celular y el ordenador.
“Otros los llevan a la fuerza y les imponen que pasen clases de algo. Así solo logran que los chicos detesten la cuestión cultual y centren su atención en cualquier otra cosa”, insiste.
También hay padres que alientan a sus hijos a dedicarse más a los deportes, que, según Pilar, también es cultura, pero es exageración, porque no dura para siempre; en cambio, la cultura sí. Tienen que saber equilibrar el deporte con la cultura, afirma.
Como ahora la mayor parte de los niños tienen acceso al teléfono móvil, se distraen especialmente con los juegos en línea. Esos momentos deberían ser aprovechados por los padres para aprender con ellos algún tutorial relacionado con el arte, en Internet.
Pilar afirma que con una buena guía se puede despertar en ellos su creatividad en todo sentido pero los progenitores deben ponerse fuertes y no dejarlos a su libre albedrío.
“Si está bien llevado, bien medido y no se les obliga, la cultura tendrá mucha importancia para los niños y les servirá para hacer las cosas con mesura. Así su creatividad irá floreciendo”, concluye •
¿Quién es Pilar Torrez?
El abuelo de Pilar Gaby Tadea Torrez Santelices fue Manuel Torrez. Reparaba santos y hacía ornamentaciones con oro en iglesias de Sucre y Potosí. Su padre, Antonio Torrez Rojas, tocaba violín y fue maestro de música en la escuela Simeón Roncal.
El tío de Pilar, Juan Manuel Torrez, tocaba piano y fue docente de música en la Normal de Maestros.
Su hermana fue la investigadora Blanca Torrez, que desde niña aprendió a dibujar; el célebre intérprete del charango, Mauro Núñez, su tío, le enseñó a tallar en madera.
Pilar fungió como maestra de las materias Rítmica y Solfeo en la Escuela Nacional de Folclore “Mauro Núñez Cáceres”, en La Paz, donde estuvo más de 20 años. Luego de jubilarse, retornó a Sucre.