Uyuni “Hija Predilecta de Bolivia”
La ciudad de Uyuni fue en tiempos precoloniales un pequeño poblado con algunas casas y corrales que servían de albergue a las constantes caravanas de llamas provenientes de regiones circundantes al majestuoso salar de Uyuni.
La ciudad de Uyuni fue en tiempos precoloniales un pequeño poblado con algunas casas y corrales que servían de albergue a las constantes caravanas de llamas provenientes de regiones circundantes al majestuoso salar de Uyuni. Sin embargo, para finales del siglo XIX, la gran producción de plata que se extraía del centro minero de Pulacayo había convertido a Uyuni, en un lugar de paso obligatorio por el cual transitaban las carretas tiradas por mulas transportando el preciado mineral hasta los puertos del Pacífico. En el año de 1890, a iniciativa del presidente Aniceto Arce, propietario de la compañía minera Huanchaca, se llega a implementar el sistema de transporte férreo en el país. El tramo ferroviario Pulacayo – Uyuni se concluye en el año de 1889, dando lugar a la fundación de la ciudad de Uyuni el 11 de julio del mismo año, convirtiéndose en la primera estación ferroviaria del país y un centro de desarrollo económico.
La liga patriótica de mujeres
Durante la guerra del Chaco, las vías férreas fueron empleadas para el transporte de tropas, así centenares de jóvenes soldados provenientes de las regiones andinas del país, llegaban a la estación de Uyuni en su trayecto a las desérticas arenas del Chaco. La escena de los trenes atiborrados de soldados que incluso tenían que viajar en los techos, y peor aún el aciago retorno de los vagones con una gran cantidad de enfermos, heridos y muertos, llegó a conmover el corazón de las mujeres uyunenses.
Según Victor Chungara (2012), las mujeres se organizaron conformando la denominada “Liga Patriótica de Mujeres” a la cabeza de doña Mauricia Vda. de Aróstegui, y “El comité Pro Titanes del Chaco”. Estas dos organizaciones realizaban continuas colectas y quermeses para poder adquirir víveres, frazadas, ropa, etc. que eran entregados a la tropa, además de escribir cartas a los familiares de los soldados haciéndoles conocer su paradero. La investigadora Susana Castillo (2019) sostiene que estas mujeres corrían hacia los trenes para entregar a los soldados un poco de pan, café, coca, cigarrillos “piltunchus” y pasankalla entre otros, además de entregarles pequeños papeles con mensajes de aliento y reconocimiento por defender la heredad nacional. Así, cuando la campana anunciaba la llegada de los trenes que retornaban del campo de batalla, las mujeres acudían a socorrer a los heridos, muchos de los cuales eran trasladados a los hospitales improvisados donde recibían el cuidado necesario.
Algunas mujeres cuidaban a los heridos en sus propias casas con la dedicación que solo una madre brinda por sus hijos. Así se convertían en madres sustitutas y madrinas de guerra. Era común que estas madrinas obsequiaran a sus ahijados medallas, crucifijos y escapularios, además de mantener continua correspondencia con ellos, enviándoles palabras de apoyo y una serie de encomiendas hasta el campo de batalla.
De esta manera, en reconocimiento a la generosa hospitalidad, patriótica asistencia, y apoyo incondicional que brindó la ciudad de Uyuni, el 7 de julio de 1983, mediante decreto supremo No 19645, el presidente Hernán Siles Suazo ratifica la declaratoria a Uyuni como “Hija Predilecta de Bolivia”. Además que en justo homenaje a la labor de la Liga Patriótica de Mujeres se llega a nombrar a una unidad educativa como “Mauricia Vda. de Arostegui”. Finalmente, a iniciativa de los ex combatientes de la guerra del Chaco, se llega a erigir el monumento a la mujer uyunense, inmortalizando el invaluable servicio que Uyuni brindó a la patria en sus más aciagos días •
(*) Marco Antonio Flores Peca es presidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
Bibliografía
Castro, Ch., Víctor (2006). Tradiciones y leyendas de Uyuni. Uyuni – Bolivia. Editorial Leonardo.
Lopez C., Susana (2019). Un ángel con cara de mujer, ensayo histórico. Cochabamba - Bolivia.
Richard Nicolás (Comp.), (2008 ). Mala Guerra, los indígenas en la guerra del Chaco 1932-1935. Asunción & Paris: Museo del Barro, ServiLibro & CoLibris.
Una guerra fratricida
La Guerra del Chaco, que enfrentó a los países hermanos de Bolivia y Paraguay (1932-1935), fue el conflicto bélico más trágico de la historia Boliviana, pero también el más significativo pues permitió visibilizar una serie de incongruencias que derivaron en una serie de reformas políticas y sociales de gran relevancia. Bolivia ingresa al conflicto bélico con una reducida oligarquía, y la rosca minera encabezada por los barones del estaño que decidían los destinos del país, mientras la gran mayoría de la población se encontraba luchando por mejores días.
La situación de los indígenas del altiplano boliviano no había mejorado significativamente desde la creación del país, pues la gran mayoría de las tierras de cultivo se encontraba en manos de terratenientes, quienes habían convertido a los indígenas en pongos al interior de un sistema agrario semi feudal. Paradójicamente, la gran mayoría de los soldados que fueron a la Guerra del Chaco eran indígenas quechuas y aimaras que defendieron con sus vidas a un país que los ignoraba.
Según Capdevila, Combès & Richard (2008), la Guerra del Chaco fue un desastre sanitario, especialmente para la tropa originaria de regiones andinas que no lograba adaptarse al combate en tierras bajas. Su deficiencia en inmunoglobulinas los volvía particularmente vulnerables a las agresiones de los gérmenes infecciosos de las tierras cálidas, así el paludismo, la avitaminosis, la viruela, el cólera, la neumonía, la meningitis y la tifoidea atacaban ferozmente a la población andina. Aunque también se tenía un número elevado de bajas debido a heridas recibidas en el campo de batalla y que no eran atendidas de manera oportuna.