El temido y querido Señor de Bombori

La noche era completamente oscura. En lontananza, solo se escuchaban los cascos del caballo que rompían el silencio del páramo altiplánico. Eran tiempos en que hombres llegados de más allá de los mares venían a conquistar esta parte del mundo cargando su espada y una cruz.

El temido y querido Señor de Bombori

El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán

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El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán

El temido y querido Señor de Bombori

El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán

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El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán

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El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán

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El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán

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El temido y querido Señor de Bombori Foto: Celso Durán


    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 28/07/2021 21:15

    La noche era completamente oscura. En lontananza, solo se escuchaban los cascos del caballo que rompían el silencio del páramo altiplánico. Eran tiempos en que hombres llegados de más allá de los mares venían a conquistar esta parte del mundo cargando su espada y una cruz.  

    Fue en esa época que sucedió este hecho. La inmensidad del altiplano gélido daba la bienvenida al jinete que se internó en los parajes andinos, que lo atraparían para siempre.  

    El hombre detuvo el caballo en una colina para orinar. Se alejó un poco, respondiendo a la demanda de su cuerpo. En eso, la inmensa bóveda del cielo oscuro descargó una lluvia torrencial, los truenos y rayos lanzaron terribles descargas. 

    El paisaje se iluminaba y oscurecía, el equino espantado escapó dejando solo al jinete en la gran puna, ataviada del intenso frío.  El viajero se dio cuenta que su fiel compañero lo abandonó, estaba solo en un mundo desconocido.  

    Bajó la colina a duras penas, por un camino escarpado que conducía al actual pueblo de Pumpuri. Divisó un pequeño caserío. Destacaba nítidamente una casita de adobe, más grande que las otras. Entró, sintió el calor de la morada, se cobijó en ella y se quedó hasta nuestros días.   

    El tiempo pasó ineludiblemente. Después de muchos años, en una zona cercana al lugar de esta historia, un grupo de personas fue a hacer trabajos de minería. Entonces, uno de ellos encontró al santo, con sus características actuales y sin caballo. 

    Lo llevó a Pumpuri, a la casita de adobe donde se refugió y permanece hasta hoy por voluntad propia. Es el Tata Bombori (Santiago Peregrino). 

    Actualmente, ese lugar es sagrado. Recibe la visita de cientos de peregrinos que cada año van a contarle sus necesidades más sentidas y pedirle favores.  

    Por el excesivo uso de velas, la humilde morada se quemó. Prestos, los pobladores construyeron otra, más moderna, de ladrillo, que está al lado de la incendiada, pero él continua en la morada que escogió.  

    La fe de los que asisten a la casita del Tata Bombori es admirable. Entran de rodillas clamando por un milagro. Algunos pernoctan en la casita que luce acogedora por las velas encendidas.  

    Los peregrinos afirman que sus oraciones son escuchadas por el tata Bombori que hace milagros en sus vidas: le piden buena salud, sanación de enfermedades y bienes materiales. También van a ch’allar sus automóviles, para que nada les pase. 

    El tata Bombori luce imponente en la casita de adobe. Sus paredes están negras por el hollín que se desprende de las velas. Ese detalle le da más encanto y misterio.    

    El señor de Bombori está en una especie de urna en la parte superior de la morada, rodeado de otros santos. Solo algunos pueden acercarse a él. Se dice que en el lugar emana una energía que solo perciben los que van con fe. La deidad recibe regalos como agradecimiento. 

    “Yo, por el trabajo que realizo, pude filmarlo con mucho cariño, admiración y respeto. Pedí a las autoridades del lugar que lo saquen de la urna para retratarlo de cerca. Ahí me di cuenta que lo que me contaron es una gran verdad. Por los favores concedidos es una de las advocaciones que más seguidores tiene”, detalla Celso Durán, camarógrafo de la gobernación de Potosí, quien recrea la historia de cómo Santiago Apóstol llegó a la Villa Imperial. 

    25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol 

    El mundo católico celebra la fiesta de Santiago Apóstol, hoy, 25 de julio. Esta fiesta comenzó anoche con veladas. Este día se celebrará misas en su honor, habrá procesiones, ferias, manifestaciones folclóricas, desfile de cargamentos, ch’allas y consumo de bebidas alcohólicas.

    Algunos fieles incluso sacrificarán corderos a su nombre. Desde hace siglos, esta fiesta se caracteriza por ser una muestra de sincretismo religioso.  

    En Bolivia, miles de creyentes le profesan una fe ciega al Tata Santiago, como también se lo conoce. Es patrono de varias ciudades como Sucre, Tarija y Cochabamba, además de otros pueblos del país.  

    Según algunos datos históricos, durante la colonia fue en el primer santo patrono de la Villa Imperial, que por entonces tenía aproximadamente 165 mil habitantes; es decir, era una de las ciudades más pobladas del mundo.  

    El profesor Teodoro Benítez, oriundo de Colquechaca, relata que el santo llegó a tener su propio templo que posteriormente fue consumido por un incendio. No obstante, la gente siguió profesándole su fe, en especial en las provincias.  

    En Pumpuri, una comunidad del municipio de Colquechaca, ubicada en el norte del Departamento de Potosí. Se lo conoce como el Tata Bombori. La celebración de su fiesta es conocida como la más grande del país. Acuden peregrinos bolivianos y extranjeros también.  

    En otro lugar donde lo veneran es en Chaquí, capital de la Segunda Sección de la provincia Cornelio Saavedra del Departamento de Potosí. 

    Según relatos del folclore del lugar, Tata Santiago de Chaquí llegó al lugar en la época de la colonia, ingresó a la plaza montado en su caballo blanco manteniendo la espada en alto y mantuvo una feroz batalla con el diablo, hasta que su caballo levantó las patas y lo pisoteó en el suelo. 

    “La imagen del Tata Bombori está de pie, sosteniendo la Biblia en la mano derecha y la espada en la mano izquierda. Lleva sobre el pecho el corazón de Jesús y la luna de la Virgen María, ambas trabajadas en plata. En cambio, el Tata Santiago de Chaquí es representado con la figura clásica del santo a caballo, pisando a los infieles y con una espada en alto”, describe Benítez. 

    Este santo también es muy temido y respetado por sus seguidores, dicen que, así como es milagroso, también castiga a los que se portan mal. Por eso, hacen lo que pueden para no despertar su ira. 

    Esta festividad también es celebrada en Sucre y en varios municipios de Chuquisaca. En la parroquia Santiago Apóstol, la imagen del santo es impresionante, tiene tamaño real; está situada en el barrio Japón, donde los vecinos de esa zona pasan la fiesta.  

    Asimismo, se ofrece misas y procesiones en muchas parroquias de la ciudad en honor al santo. En el municipio de Icla se celebra una de las fiestas más sonadas de Chuquisaca •

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