Así se contó el CENTENARIO
“Próxima ya la fecha del primer Centenario de la fundación de nuestra República, es tiempo de que todos los bolivianos, munidos de un solo ideal cívico, pospongan prejuicios e intereses particulares para dar de sí todo lo que de buena voluntad y entusiasmo la patria exija".
“Próxima ya la fecha del primer Centenario de la fundación de nuestra República, es tiempo de que todos los bolivianos, munidos de un solo ideal cívico, pospongan prejuicios e intereses particulares para dar de sí todo lo que de buena voluntad y entusiasmo la patria exija".
Con el título “Nuestros deberes cívicos”, esa reflexión aparece en la primera página del número 1 del periódico “El Centenario” que fue publicado el 15 de marzo de 1925 con el expreso propósito de ser el vocero del comité encargado de organizar la conmemoración del primer siglo de Bolivia.
Pero, contrariamente a lo que se pudiera pensar, este impreso no fue editado en la capital de la República, Sucre, en la todavía pujante Potosí o en la recientemente constituida sede de gobierno, La Paz, sino en Uyuni que, por entonces, todavía formaba parte de la provincia Porco.
Aunque apenas llevaba 36 años de haberse fundado, Uyuni era una laboriosa población que concentraba a un importante número de personas por la actividad que cumplía el ferrocarril. “El Centenario” se editó en la Tipografía “Selecta”, con sede en esa localidad, y respondía a un comité presidido por Ricardo Cruz e integrado, entre otros, por Cristóbal Vélez, Oscar Bravo, Alfredo Alarcón, Lucio Villena, Víctor Calvimontes y Jorge Weber.
Potosí
Si así estaban las cosas en las provincias, cualquiera pensaría que los festejos serían mayores en la capital de Departamento, pero la verdad es que, aunque hubo actos conmemorativos al primer centenario de la República, los periódicos revelan, más bien, notorio descontento, por lo menos por parte de ciertos sectores de la ciudadanía.
Una de las razones que había causado el enojo de los potosinos es que la Alcaldía se encontraba intervenida. “No existe el Concejo Municipal de Potosí; pues, en la actualidad, el Municipio potosino se halla secuestrado por la intervención del Poder Ejecutivo”, decía “El Potosí” en su edición del 6 de Agosto de 1925.
En su reclamo, el periódico hacía notar que el prefecto, Manuel Diez Canseco, era de Sucre y aclaraba que “la representación de Potosí en el Congreso del Centenario (fue) elegida por los agentes del gobierno”. A continuación, proporcionaba la lista en la que apuntaba el origen de esos legisladores: Senadores, José Paravicini (chuquisaqueño) y Emilio Benavidez (orureño); entre los diputados, se hacía notar que Manuel L. Tardío era chuquisaqueño, Donaciano Ibáñez paceño y de N. Torres Carpio se decía que su origen era ignorado, pero los diputados potosinos eran una abrumadora mayoría: Juan Manuel Balcázar, Eduardo Inarra, Pedro Gutiérrez, Walter Dalence, Vidal Araujo, Ricardo Cruz, Leopoldo Roso y Pedro N. López.
Con todo, el programa de festejos se desarrolló de manera normal, aunque las obras entregadas no eran dignas de un festejo por un centenario. En el programa, que está completo en “El Nacional” del 6 de Agosto de 1925, se lee que se había dispuesto la entrega de bancos en la Plaza 10 de Noviembre, a cargo de la colonia sirio-palestina; la del embaldosado de la plaza Alonso de Ibáñez, por la colonia española, y la entrega del nuevo pedestal de la Estatua de la Libertad, por parte de la colonia yugoslava. Como se ve, se trata de tres obras menores que ni siquiera fueron ejecutadas por el gobierno sino por los residentes extranjeros. Los demás números del programa son actos culturales como veladas, recitales y conferencias, y encuentros deportivos.
La Paz
Las cosas eran distintas en La Paz, que había conseguido ser la sede de gobierno tras una cruenta guerra civil y ya actuaba como la capital de facto.
Las diferencias entre los festejos en esa ciudad con las del resto del país eran notables, tanto que los periódicos de la época le dedicaron sendos suplementos o publicaciones especiales al centenario.
“El Diario”, que se editaba desde hacía 21 años, publicó una edición de 40 páginas —toda una proeza para la época— en la que ya utilizó el color, aunque sea en tonalidades separadas de amarillo y azul. En la tapa está una ilustración firmada por Emilio Amoretti en la que se ve a Simón Bolívar montando a caballo y, detrás, una musa alada que enarbola dos laureles en las manos. En la esquina superior izquierda se incluye el poema “Bolívar”, de Juan Capriles.
Se trata de un suplemento con las características que se mantienen hasta la actualidad: hay artículos historiográficos y trabajos literarios, generalmente de grandes firmas como Alfredo Ascarrunz o Daniel Sánchez Bustamante. Se percibe optimismo y hasta inclusión en una página de “los hombres de la República” en la que aparecen personajes de diferentes partes del país.
Sucre
Las cosas eran totalmente distintas en Sucre donde debía sesionar el Congreso, como era su obligación constitucional. Aunque el hecho fue destacado incluso por periódicos del exterior, como “La Nación”, de Buenos Aires, no había precisamente contento en la capital debido a una serie de incidentes que ocurrieron debido a que el rector de la Universidad San Francisco Xavier obligó no solo a los universitarios sino a directores, maestros y estudiantes de secundaria a participar en un desfile. Como muchos se opusieron, eso dio lugar a destituciones e, incluso, arrestos y destierros. Tan serio fue el asunto que el mismísimo Jaime Mendoza tuvo que interceder ante el ministro de instrucción pública, Carlos Paz.
El antecedente de los conflictos fue un manifiesto en contra del gobierno de Saavedra y el desfile fue simplemente un tira y afloja entre los bandos en disputa. El rector, que además era interino, es identificado por el periódico “Patria Libre” como Enr. Aparicio Loza.
La situación, entonces, era totalmente diferente a la de La Paz. En Sucre estaba un pueblo que había sido despojado y poco tenía para festejar.
“Patria Libre” reflejó así su descontento:
“El programa de festejos importado de La Paz semeja una gran alcachofa. Los oficialistas con gran fruición irán chupando hoja por hoja hasta llegar a lo más rico, al emporio, a la sustancia de la alcachofa (…). Mientras aquí se han chupado las hojas de la alcachofa los oficialistas de La Paz se habrán comido lo mejor: no sabrán bailar, ignorarán de las dulces y ceremoniosas venias de la cuadrilla de lanceros pero en cambio la obra constructora del doctor Saavedra perdurará “per omnia secula seculorum” •
(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).