Abanderado de la discriminación

Las personas discriminan, la muerte no. Cuando la parca llegó, sin previo aviso, hace poco más de un año, segó la fructífera gavilla en que se había convertido Pablo Pérez Maita quien, cuando aún era un niño, fue víctima de la discriminación escolar. 

Abanderado de la discriminación Abanderado de la discriminación Foto: José Luis Pérez Coro

José Luis Pérez Coro (*)
Ecos / 24/08/2021 02:23

Las personas discriminan, la muerte no. Cuando la parca llegó, sin previo aviso, hace poco más de un año, segó la fructífera gavilla en que se había convertido Pablo Pérez Maita quien, cuando aún era un niño, fue víctima de la discriminación escolar. 

En plena ejecución de la revolución, del 52, en el máximo apogeo del gobierno del MNR, entre reformas, revoluciones y conflictos sociales,  nace un 25 de enero de 1954 el que sería Pablo Pérez Maita, en Chaquí, provincia Cornelio Saavedra del Departamento de Potosí-Bolivia. 

Sobre su nacimiento, a manera de curiosidad, él mismo manifestó en algunas ocasiones que había nacido de siete meses, sietemesino,  y de parado. En la cosmovisión andina, nacer de siete meses, de pie o parado, tiene mucho significado y simbolismo, algo considerado fuera de lo común y especial).

Tal vez por ello, cuando nació era muy pequeño y hasta su madre lo envolvía y le ponía más aguayo o bayeta a la parte inferior de la envoltura o el “hualthado”, para que pareciese más grande de lo que era en realidad. Sin embargo, con los años, crecería robusto y fuerte, y de estatura promedio, como todos lo conocieron. 

Sus padres lo registraron en la escuela Eduardo Abaroa de Chaquimayu y, ya en Potosí, se inscribió en la escuela José María Linares. Allí comienza su aventura con el estudio, la educación, lo profesional y descubre todo un mundo a seguir del que estaría consciente toda su vida, que era la importancia del estudio y de la educación, como una de las bases definitivas de vida de toda persona. Eso lo pregonó e inculcó toda su existencia a todos los que conocía o tuvieron contacto con él.

Por aquella época, ya niño sobresaliente, es elegido varias veces para izar la bandera nacional en su escuela, todo un honor en su época, y que lo es hasta ahora para los que valoran esos principios patriotas. 

Por todas esas dotes y habilidades, muy pronto fue elegido para llevar el estandarte nacional, en desfile cívico y ser, además, el abanderado de su escuela.

Por aquella época, de igual manera, recibe diploma de honor por ser el mejor alumno de su escuela, a la edad de 9 a 10 años aproximadamente.

Con todo y ello, esa etapa está marcada por una anécdota triste pues sus padres, al enterarse que debía desfilar llevando el estandarte nacional, un 6 de agosto, día de la fundación de Bolivia, desfile de honor que se desarrollaba y desarrolla por la Plaza de Armas, debían comprarle uniforme, guardapolvo, zapatos, en fin, todo lo que requería y no tenía. Sin embargo, con todo esfuerzo, sus padres, le compraron zapatos nuevos, guardapolvo y todo el uniforme de gala, para que lo luciera por el centro potosino ante las autoridades. 

Pero el niño Pablo, al probarse los zapatos, aunque muy contento, muy pronto notó que eran muy grandes, el guardapolvo de igual manera, que le cubría casi hasta los pies, aunque todo era nuevo y reluciente. Aun así, estuvo muy contento, pues nunca antes había tenido algo nuevo que ponerse, no de esa naturaleza y en esas circunstancias. Por la mañana, muy temprano fue a la escuela muy contento y uniformado, pero pronto recibió la burla de algunos compañeros, por su uniforme demasiado grande y holgado para su estatura. 

No sabremos si el niño Pablo lloró en ese momento, o los enfrentó, no nos dijo, pero, al aparecer un profesor, reprendió a los niños y más bien connotó el esfuerzo de sus padres y, el niño se dio ánimos y orgullo de llevar ese uniforme y portar las insignias patrias como premio por ser el mejor alumno.

Así fue el inicio de su vida profesional. Sin embargo, estuvo a punto de dejar la escuela, ya porque él quería trabajar ayudando a su padre o por otras circunstancias, pero, finalmente, terminó el bachillerato en el colegio Juan Manuel Calero y luego se fue a Sucre, a estudiar en la Normal de Maestros, donde fue compañero de la cantante Enriqueta Ulloa. Ya ejerciendo como maestro de Estado, estudió carreras universitarias como Contaduría Pública y Administración de Empresas y, luego, llegó a ejercer la docencia.

Así, el niño del que un día se burlaron por vestir ropa demasiado grande para él, demostró que el estudio viste la mente y no solo enseña a superar la discriminación, sino a convertirse en un hombre de bien •

(*) José Luis Pérez es vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

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