El mallku está en peligro

De acuerdo con estudios realizados por el biólogo sucrense Diego Méndez, en Bolivia hay 1.388 cóndores que representan el 20 por ciento de la población mundial de esa especie.

El mallku está en peligro El mallku está en peligro

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 06/09/2021 23:50

De acuerdo con estudios realizados por el biólogo sucrense Diego Méndez, en Bolivia hay 1.388 cóndores que representan el 20 por ciento de la población mundial de esa especie. Esa cifra quiere decir que estas aves todavía están saludables en nuestro país, pero también se visualiza el peligro latente al que están expuestas: el envenenamiento masivo que puede diezmar su población.

Méndez (32 años) es director del Programa de Investigación de Aves Rapaces en Bolivia. Estudia a los cóndores andinos desde hace diez años y comenzó haciendo estimaciones poblacionales para conocer cuántos individuos quedan. “Ese dato es crucial para encarar la investigación de cualquier especie”, aclara. 

En 2012 realizó el censo de esas aves rapaces en el centro y sur de los Andes Orientales de Bolivia. En 2014 trabajó en la totalidad de los Andes Orientales, llegando a la conclusión de que quedan 1.388 ejemplares en todo el país. Esos datos se usan para realizar diferentes estudios. 

De la fábula poética a la realidad 

Hasta finales del siglo XX, varias generaciones de niños se alegraron con las aventuras de Mallko y también lloraron a más no poder con su predecible muerte, un final abierto en el que cada lector tuvo la libertad de darle el cierre que quiso. 

La fábula poética del escritor boliviano Gastón Suárez, “Mallko”, supo describir y reflejar tan bien la vida del joven cóndor que quedó plasmada para siempre en la memoria de los lecV tores.  

Además, esa narración sensibilizó y enseñó a los leyentes a valorar y respetar al gigante alado como parte del ecosistema, que lucha por la sobrevivencia de su especie, y lo reconoce como un símbolo de fuerza y libertad.  

Características del cóndor andino 

Destaca por su tamaño, es una de las aves voladoras más grandes del mundo, pertenece a la familia catratidhae y su nombre científico es vulktur gryphus. 

Es la única especie de buitre del nuevo mundo que presenta dimorfismo sexual, es decir, que existen diferencias entre machos y hembras.  

Una de las principales distinciones es la cresta con la que nacen los machos: cuando son jóvenes es pequeña y, a medida que envejecen, crece. En cambio, la hembra carece de cresta. 

Además, los machos son más altos y robustos en comparación a sus compañeras. Pueden llegar a tener una envergadura de más de tres metros y pesar entre seis y 15 kilos. Pueden ser un 15 por ciento más grandes que las hembras. 

El experto explica que el plumaje sirve para conocer la edad de los cóndores. En machos y hembras es igual: cuando son jóvenes es de color café, luego, a medida que van mudando las plumas, adquieren el típico color blanco y negro y el característico collar blanco del cuello.  

Estos datos desmitifican la creencia que tienen en el campo de que los machos son de plumaje negro con blanco y collarín blanco.  

Impresionante capacidad de vuelo 

Los cóndores son aves planeadoras, necesitan corrientes de aire ascendentes para poder volar alto y desplazarse en el aire sin esfuerzo. Una vez que despegan, no vuelven a aletear hasta que aterrizan.  

 Su capacidad de vuelo es impresionante y tiene mucho que ver con sus hábitos. Recorren distancias enormes sobre vastas áreas para tener más chance de encontrar alimento. 

Tienen un rango de altitud muy amplio. Hay cóndores que llegan hasta las costas del Pacífico para alimentarse. Asimismo, están en la cordillera que pasa de los 6.000 metros sobre el nivel del mar.  

En Bolivia llegan hasta la llanura chaqueña. La distribución es amplia y los cóndores están muy asociados a permanecer en hábitats con una topografía accidentada. 

Rol ecológico 

El rol de los cóndores es importante ya que es ecológico. Es un ave eminentemente carroñera. Al igual que los buitres, cumplen la función de disponer de los animales muertos, cuya prolongada presencia podría convertirlos en focos de infección. 

Su estado de conservación es preocupante porque a finales de 2020 ha sido re categorizado, a nivel mundial, como una especie vulnerable y en peligro de extinción. 

“Antes era considerada como una especie casi amenazada, pero la disminución de sus poblaciones, en algunos casos casi alarmante, ha hecho que se evalué como vulnerable de extinción. Si no se toma acciones concretas de conservación, esa especie desaparecerá”, advierte el profesional. 

Hasta el momento, en Bolivia no existen leyes específicas de protección y conservación de cóndores. Como el resto de la fauna silvestre, esta ave está protegida por la Ley del Medio Ambiente 1333 y otras normas.  

La presencia de cóndores se distribuye a lo largo de la Cordillera de Los Andes, desde el norte de Colombia y el oeste de Venezuela hasta Tierra del Fuego en Argentina y Chile.  

Chuquisaca y Potosí hábitat de cóndores 

Los cóndores usan hábitats sin bosques, están en lugares abiertos, pastizales, utilizan acantilados, roquedales, grietas, cavidades para dormir y anidar muy inaccesibles y abrigados de los elementos.  

Casi el cien por ciento del territorio de Chuquisaca y Potosí es hábitat de cóndores. Méndez afirma que en el norte de ambos departamentos, los Cintis y Toro Toro, esta población de aves carroñeras es saludable. 

Pero también hay desconocimiento sobre estos enormes plumíferos, especialmente en el sur de Potosí y el centro de Chuquisaca. No se investigó a esta especie con la profundidad que amerita, pero el potencial es enorme. 

“Estamos haciendo seguimiento a los cóndores mediante telemetría satelital. Nos muestra localidades importantes para la conservación de esta especie en ambos Departamentos”, comenta. 

Conflicto entre humanos y cóndores 

Al ser carroñero, el cóndor se alimenta de vacas, burros, mulas, caballos, ovejas, chivos y de fauna silvestre muerta. Esporádicamente, también es capaz de matar a un animal para devorarlo. 

Esto ocurre cuando un vertebrado está en condición vulnerable, es decir, su fin es inevitable; entonces, lo único que hace el cóndor es acelerar ese proceso.   

Méndez explica que cazan en situaciones evitables. “La gente que tiene a sus animales en los cerros no se puede quejar de tener pérdida de animales porque no están haciendo un buen manejo. Si lo harían, se podría resolver los conflictos no solo con el cóndor sino con otras especies”, arguye.  

“La gente no quiere perder a sus animales y, cuando tiene una experiencia mala, tiende a magnificar el suceso. Todo tiene que quedar muy claro”, añade. 

Explica que los cóndores silvestres pueden aguantar hasta tres semanas sin comer; por eso, cuando encuentran un animal muerto, pueden engullir entre dos a tres kilos de una vez. Son muy resistentes y adaptados a la vida de carroñeros.  

Reproducción 

Los cóndores tienen un ciclo de maduración muy lento, alcanzan la madurez sexual o adultez a los ocho años de vida y recién empiezan a reproducirse a los diez o 12 años.  

En cada nidada ponen un solo huevo, que se empolla durante 60 días. Cuando nace el pichón, se queda seis meses en el nido al cuidado de sus padres. 

A esa edad, el polluelo comienza a dar sus primeros vuelos y se queda otro semestre, siempre atendido por sus progenitores que son monógamos (forman pareja de por vida). Todo ese proceso tarda 14 meses. Es decir, se reproducen pasando un año. 

Méndez dice “además del tiempo que demoran en llegar a la madurez sexual, a esta especie le cuesta mucha energía sacar adelante a su prole. Cuando se ven afectados por eventos de mortalidad no naturales, es muy complicado recuperar su población”. 

El cóndor es un símbolo indiscutible de los Andes, no hay ningún animal que represente mejor a esta región. En Bolivia es una especie culturalmente muy importante, está muy arraigado en el imaginario de las personas, representa majestuosidad y grandeza, incuestionablemente.  •

Envenenamientos 

A fines de los 90, en el municipio de Yamparáez se envenenó 15 cóndores. Solo se salvó a una hembra adulta, a la que se bautizó Esperanza. 

En 2015, en la zona de las Siete Cascadas se envenó cinco cóndores, tres murieron y se salvaron dos que, después de recuperados, fueron liberados. 

Ese mismo año, por Ravelo, Departamento de Potosí, murieron dos cóndores. Nunca se esclareció ese caso, pero aparentemente fue otro envenenamiento. 

Sin duda, el peor caso masivo de envenenamiento de cóndores que se registró en Bolivia ocurrió en febrero de 2021 en Tarija, en el que murieron 34 ejemplares. “Los casos de Yamparáez  y de Tarija fueron accidentales. La intención no fue matar a los cóndores”. 

El último envenenamiento pasó el 24 de agosto. Dos cóndores fueron encontrados intoxicados en la comunidad Huasa Cancha del municipio de Yamparáez. Cerca de las aves estaba el cadáver de un perro aparentemente envenenado. 

Trabajaron en el rescate y cuidado de las aves Laura Lagrava, voluntaria de la protectora de Animales S.A; Douglas Romay, de la veterinaria Romavet, quien salvó la vida de las aves; también se movilizaron autoridades y funcionarios de la alcaldía y la Policía.  

El martes, los dos cóndores fueron liberados en las pampas de Yamparáez con transmisores satelitales en el lomo, para hacer seguimiento de su diario vivir. 

“Hay que tener en cuenta que los casos que se reportan siempre son menos de los que realmente existen, que nunca salen a la luz. La conservación de cóndores es complicada”, sostiene Méndez. 

Amenazas 

Actualmente, la principal amenaza que acecha a los cóndores es el envenenamiento. Hay un conflicto entre animales silvestres y personas, por la depredación del ganado.  

La gente resuelve ese problema utilizando, lamentablemente, métodos nocivos y poco efectivos para resolver esa dificultad, como el envenenamiento de una presa para alimentar a dichas aves. 

Méndez afirma que es un método no selectivo y dañino para el medio ambiente, porque puede ser que el animal responsable de la muerte del ganado ni siquiera caiga en esa trampa y en cambio sean los cóndores los afectados. 

Como estas aves carroñeras se alimentan en grupo, un solo animal envenenado tiene el potencial de diezmar a una población de cóndores, en un solo evento, perdiéndose muchos ejemplares.  

El envenenamiento puede ser deliberado o accidental. Lo segundo ocurre cuando quieren eliminar a otra especie, pero caen los cóndores por ser carroñeros. 

En Bolivia, otra amenaza para los cóndores es la persecución que sufren por parte de algunas personas, como la que ocurrió hace unos meses en Presto, por ejemplo. Un video que se hizo viral muestra cómo unos hombres sometían a un cóndor dañándolo y divirtiéndose a su costa hasta matarlo.   

Otra amenaza compleja son los perros domésticos desatendidos por sus dueños que vagan por el campo en busca de comida y se alimentan de la carroña que encuentran que, en condiciones naturales tendría que ser aprovechada por especies silvestres como los cóndores. 

Méndez explica que estos canes son ajenos a cualquier ecosistema. Compiten por la carroña con los animales silvestres a los que desplazan y tienen las de ganar. 

Otro peligro son las redes eléctricas, turbinas, aerogeneradores, que se instalan en las rutas de los cóndores, ya que para volar necesitan de corrientes de aire favorables donde hay viento. “Falta mucha educación y sensibilización para evitar posibles colisiones”, comenta.   

Trabajo científico 

“Los casos de envenenamiento son catastróficos. Es una responsabilidad enorme mantener esas poblaciones y mejorar su estado, hay que triplicar esfuerzos para no perder a esa especie porque, al ritmo que van los envenenamientos, puede desaparecer”, alerta el experto.  

En Bolivia, el cóndor está presente en La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca, Cochabamba, Santa Cruz y Tarija. Méndez visitó todas las áreas protegidas que hay en estos Departamentos.  

Actualmente hace seguimiento de diez carroñeros con métodos de telemetría satelital. Se equipa a las aves con un transmisor GPS que permite conocer sus movimientos, lugares que visita, dónde come y sitios que usa para dormir y anidar. 

Dice que ese método es muy eficaz, porque se obtiene información valiosa en poco tiempo. Eso permite observar con una óptica más amplia la conservación del cóndor, su ubicación, rutas de vuelo, situaciones de conflicto y lugares que prioriza. 

Por ejemplo, verificó que un cóndor cruzó la frontera y llegó hasta Perú, otros pasan mucho tiempo en áreas reducidas. Como se mueven mucho, las amenazas varían de un lugar a otro. 

Es muy satisfactorio contribuir en la conservación de la biodiversidad del cóndor y transmitir los conocimientos sobre la importancia que tienen esas aves.  

Hay que fomentar el intercambio de conocimientos técnicos, científicos, populares y tradicionales sobre el cóndor, entre comunarios, autoridades, investigadores y conservacionistas, para interiorizarse sobre lo que piensa la gente del campo y así sacar conclusiones y producir acciones consensuadas entre las partes involucradas. 

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