Museo contra viento y marea
La creación de los museos, cuyo denominativo nace de las diosas de las artes, las musas griegas, son espacios en los cuales, desde la antigüedad, la gente ha tratado de conservar objetos que le permiten tener presente los hechos sobresalientes de su historia.
La creación de los museos, cuyo denominativo nace de las diosas de las artes, las musas griegas, son espacios en los cuales, desde la antigüedad, la gente ha tratado de conservar objetos que le permiten tener presente los hechos sobresalientes de su historia. La colección de esas piezas es la base de los museos, muchos de ellos se emplazaron al aire libre o dentro de los templos en los que, desde las portadas, se mostraba piezas únicas, algunas incluso eran botines de guerra, por lo cual llegan a estar bajo el ojo protector de autoridades importantes y mecenas, cuyo prestigio social dependía de las inigualables piezas que tenían a su cargo.
En Europa, entre los siglos XVI y XVIII, las piezas dejaron de estar libremente expuestas a la población y pasaron a ser objetos de colecciones privadas. Este hecho fomentó la profanación de recintos considerados sagrados, que guardaban una gran cantidad de piezas únicas; aparecen las casas de subasta y los peritos conocedores de la autenticidad de las piezas.
Familias de gran renombre y riqueza se convierten en mecenas que impulsan la consolidación de artistas como Leonardo Da Vinci. Luego, se van estableciendo los tipos de colecciones y la creación de academias de Bellas Artes, en las que se exponían las obras de sus estudiantes.
Ya a finales de 1800 se establecieron museos en América y los museos instalados en Europa comenzaban a modernizarse, como en Liverpool, que llevaron sus colecciones ambulantes a las escuelas.
París fue el lugar en el cual, en 1946, se creó el ICOM (International Council of Museums). Esta organización, es el colectivo al cual pertenecen varios museos de todo el mundo y profesionales que se dedican a promover la actividad de los museos cuyas funciones son conservar e investigar sobre sus objetos, educar y difundir mediante sus exposiciones toda la información referente a sus piezas.
Pero mucho antes de la creación de esta institución a nivel internacional, varios visionarios potosinos se encaminaban a abrir un museo en la ciudad de Potosí. Entre ellos, mencionaremos a Cecilio Guzmán, Domingo Flores, Armando Alba, Luis Subieta Sagárnaga, Ovando Sanz, Mario Chacón, Alberto Berríos, Cleto Loayza y otros quienes, junto a instituciones como la Sociedad Geográfica y de Historia de Potosí, la Asociación de Pintores libres de la Sierra, Rotary club, residentes potosinos en La Paz y muchos otros avanzan con un proyecto que a lo largo de los años se ha ido consolidando en uno de los museos más importantes de Bolivia.
Así fue que el 7 de febrero de 1930, cuando el presidente de aquel entonces, Hernando Siles, junto a su esposa y otras autoridades arribaron a Potosí, se realizó la inauguración de lo que se conocería como el “Museo de Arte Retrospectivo”, hoy Casa Nacional de Moneda.
Pero el establecimiento de este museo pasó por varias vicisitudes y la oposición de autoridades departamentales y nacionales que llegaron incluso a sugerir el uso de lo que fuera el templo de los jesuitas y la compra de las casas colindantes sobre la calle Bustillo para hacer construir allí el museo y no emplazarlo en el edificio de lo que fuera la fábrica de monedas para la corona española.
Pareciera que este edificio seguía arrastrando la “mala racha” desde el siglo XVIII, cuando se propuso la construcción de una nueva ceca (fábrica de monedas) en Potosí, para implementar la nueva y moderna maquinaria laminadora la cual, debido a su talla, necesitaba de un espacio mayor que el que tenía en la construcción del siglo XVI, en la acera sureste de la Plaza 10 de noviembre. En aquel entonces, se libró una intensa batalla de poder entre el gobernador Santelices (quien a toda costa quería hacer ampliar la primera ceca para emplazar allí las máquinas laminadoras) y un grupo de azogueros potosinos, quienes apoyaban la construcción de una segunda ceca en el espacio conocido como “la Plaza del Gato”.
Solo con la llegada del arquitecto español Salvador de Villa, y los estudios que realizó sobre los terrenos, se decidió construir el monumento arquitectónico que hoy se ha convertido en uno de los museos más importantes de Hispanoamérica. Villa no vio concluida su obra, puesto que falleció y sus discípulos Tomás Camberos y Luis Cabello continuaron con la construcción; pero fue el superintendente Pedro de Tagle quien finalizó la magnífica edificación de piedra, ladrillo y madera e inaugura la “Fábrica de monedas de cordoncillo” el 31 de julio de 1773.
Son 248 años que han transcurrido desde que este edificio, que ha sido nombrado “el Escorial de América”, se mantiene en pie y ha pasado de ser la última fábrica de monedas para la corona española en la época colonial a ser utilizado como oficinas del Correo, garaje, Escuela de Minas, imprenta, corrales y cárcel para los presos paraguayos en su paso a La Paz y Cochabamba después de la Guerra del Chaco; a ser hoy un museo reconocido en todo el mundo y la parada obligatoria de quienes llegan a la Villa Imperial de Potosí a encontrar una parte de su historia •