¿Inhumación o cremación?
La pandemia de coronavirus impuso que los fallecidos por esa causa sean cremados como medida de salud pública.
La pandemia de coronavirus impuso que los fallecidos por esa causa sean cremados como medida de salud pública. Gracias a esa decisión, esa práctica se visibilizó más y va consiguiendo adeptos en Bolivia; sin embargo, también tiene detractores, en especial algunas religiones que prefieren la inhumación de los restos.
Se entiende por inhumación al enterramiento de un cadáver con las ceremonias de rigor. La descomposición del cuerpo puede durar entre 15 a 50 años.
Mientras, con la cremación o incineración, el cuerpo se reduce a cenizas y no se descompone, así como pasa con la inhumación. Se trata de un proceso mucho más rápido pues apenas dura unas horas.
Las cenizas se guardan en una urna que se puede trasladar de un sitio a otro con facilidad e incluso se las puede esparcir donde haya decidido la persona en vida.
En cambio, el ataúd con los restos sin incinerar se inhumará en un cementerio donde se prevé permanezcan para siempre.
Doctrina católica
El 25 de octubre de 2016, la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano del Vaticano que se encarga de regir sobre la doctrina católica, publicó las nuevas instrucciones aprobadas por el Papa Francisco.
Claramente se indica que la Iglesia no se opone a la cremación por razones “higiénicas, económicas o sociales”, pero el nuevo documento marca el cambio más grande a su instrucción Piam et constantem de 1963, cuando las cremaciones fueron autorizadas por primera vez.
“Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia”, o en algún lugar con “jurisdicción” eclesiástica, ordenan las instrucciones Ad resurgendum cum Christo.
“No sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”.
Las cenizas de los difuntos católicos no se pueden esparcir, ni dividir, ni mantener en casa. Tampoco se pueden crear joyas a partir de ellas.
“La Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en cementerios u otros lugares sagrados”, sostiene el documento público.
¿Qué dicen algunas religiones?
El sacerdote diocesano Pedro Rentería dice que la Iglesia Católica prefiere enterrar los cuerpos de los difuntos, porque nacemos con un cuerpo y morimos con el mismo; empero, asegura que no hay problema si los creman, está permitido.
Por su parte, el pastor de la iglesia Cristiana Marcelo Gorena indica que, como institución, no se oponen a la cremación de un cadáver ya que, cuando una persona fallece, cambia completamente su estado físico.
“En realidad la cremación es una práctica en torno a los actos funerarios que se llevan a cabo, que en nada afectan a la concepción que tienen sobre la palabra respecto a la resurrección de los muertos, el futuro de la vida eterna de una persona que es creyente o al futuro de los tiempos que vendrán. Como iglesia no nos aponemos a la cremación”, manifiesta.
Según algunas publicaciones, la religión abrahámica prohíbe la cremación y prefiere el entierro, en cambio el hinduismo y el budismo ordenan el uso de la cremación. En dichas religiones, el cuerpo es visualizado como un instrumento portador del alma al nacer.
En contraste, la Iglesia Adventista del Séptimo Día nunca adoptó una posición teológica oficial a favor o en contra de la cremación.
Según el sitio web La Croix en español, en los países protestantes no hay argumento teológico en contra de la cremación; es la práctica más habitual.
Por ejemplo, en Francia los protestantes adoptaron la cremación como forma predilecta desde su legalización. En Suiza, nueve de cada 10 difuntos son cremados.
Las cifras son más elevadas en Suecia o Dinamarca, países que tienen, sin duda, una mayor secularización.
No sucede lo mismo en la ortodoxia, donde la cremación no es algo que forme parte de la tradición. La cremación no fue autorizada en Grecia hasta 2006 (un país ortodoxo al 99%), a pesar de la fuerte oposición de la Iglesia. Poco después de la aprobación de la ley, la Iglesia griega se pronunció, asegurando que no se oponía a la cremación de difuntos de otras religiones, pero recordando que un fiel ortodoxo que desease la cremación no podría recibir las exequias religiosas.
En el judaísmo como en el cristianismo, la cremación no está autorizada por respeto al cuerpo del difunto y por una cuestión de esperanza en la resurrección.
De todos modos, algunas corrientes proponen una aproximación más sencilla. En Francia, los judíos liberales aceptan y acompañan a las personas que toman esta decisión.
En cuanto al islam, hay una obligación formal de inhumar a los muertos. No obstante, hay muchas cuestiones en el aire, normalmente propuestas por parte de la nueva generación de musulmanes nacidos en Europa.
Según la web La Croix en español, la práctica de la cremación seguirá en aumento.
Hornos de cremación en Sucre
En el libro Historia del Cementerio General de la Ciudad de Sucre Primer Cementerio Patrimonial de Bolivia de autoría del historiador Guillermo Calvo, el primer horno de cremación se estableció en Sucre en 1918, después de diez años de trámite.
Este aparato era necesario para cremar los restos que periódicamente eran exhumados por el vencimiento de la fecha de alquiler de los nichos o porque la concesión de nichos no era renovada oportunamente.
Antes de contar con ese equipo, los cadáveres eran incinerados en una fosa común con el peligro latente de contaminar el entorno.
El penúltimo horno crematorio instalado en la parte posterior del Cementerio General, en 2011, solo podía cremar cuatro cuerpos y con mucho esfuerzo.
Actualmente Sucre cuenta con ese horno y uno nuevo, pero solo funciona el último, que está catalogado como el mejor de Bolivia, puede cremar de 10 a 12 cuerpos por día.
Tiene dos cámaras: una superior que calienta hasta llegar a 1.050 grados, y una secundaria que llega a 900 grados. Ambas cámaras evitan que se desprenda olor.
Cuando una persona está viva, es la que generalmente decide su futura cremación, en otras ocasiones es su familia la que lo resuelve, explica a ECOS Humberto Pereira, técnico del horno crematorio.
Indica que para la cremación de un cadáver se necesita el certificado de defunción del muerto, fotocopia de la cédula de identidad del médico que elaboró el certificado y la autorización firmada de la familia.
No se deja ingresar al ambiente donde está el horno crematorio a los dolientes, para prevenir algún accidente ya que la temperatura es muy alta, explica Pereira.
“Siempre hay desconfianza de los familiares cuando no entregan el cadáver de su ser querido, no sabemos qué se les pasará por la mente”, comenta.
Una vez que el personal de la funeraria traslada el cadáver hasta el horno crematorio, se encarga de meter el cajón ecológico al horno, luego cierran la puerta y se procede con la cremación que puede durar una hora y media o más de dos horas, dependiendo del tamaño del cuerpo.
Luego se entrega las cenizas del difunto a su familia.
Según Pereira, de a poco crece en la población el interés por cremar a sus difuntos. Calcula que en los últimos diez años se cremó a unos 2.200 muertos que perdieron la vida por diferentes causas y por covid-19.
El precio de la cremación de un cuerpo fresco es 1.655 bolivianos, la cremación de restos de 7 años de antigüedad Bs 1.142 y de diez años de antigüedad Bs 780.
Hasta el miércoles pasado, día de cierre de esta revista, se registró 18.903 muertes relacionadas con el coronavirus en el país desde que comenzó la pandemia, se supone que todas esas personas han sido cremadas •