Amigos hasta la muerte
A través de los años, se va conociendo historias increíbles de lealtad de perros con sus amos, incluso más allá de la muerte. Qué bueno sería practicar ese valor entre los humanos, pero esa es otra historia…
A través de los años, se va conociendo historias increíbles de lealtad de perros con sus amos, incluso más allá de la muerte. Qué bueno sería practicar ese valor entre los humanos, pero esa es otra historia…
Definiciones de lealtad hay muchas, entre ellas esta que dice: La lealtad es una convicción, donde una persona se compromete de tal forma con sus allegados a estar presente en los buenos momentos, así como en las dificultades. Si se define un antónimo de este valor moral se describiría a la traición.
“Desde tiempos remotos, para muchas culturas una cualidad propia de los perros es la lealtad. Dicen que tiene mucho que ver con el afecto humano-animal, instinto y herencia genética”, expresa una publicación del sitio web primeralinea.info
Del mismo modo como pasó en antiguas culturas, los perros actualmente siguen demostrando que son los únicos leales a diferencia de otros animales.
Así como Anubis transportaba a los muertos a un mundo mejor deseado, hoy en día los perros trasladan a la gente en vida a un mundo de amor y lealtad absoluta.
En el antiguo Egipto, el dios de la muerte, Anubis, era representado con la cabeza de un perro. Con su apariencia canina, expresaba el paso de un mundo a otro, la lealtad del alma sobre el cuerpo.
De esa manera, desde tiempos inmemoriales, la figura del perro representa para la cultura egipcia y otras, la protección y vinculación con algo más allá del entendimiento terrenal.
Perros del cementerio
Puede sonar trillado decir que el perro es el mejor amigo del hombre, que nada se compara a la felicidad que sienten al vernos llegar a casa, cuando su demostración de cariño incondicional se vuelve en un lindo espectáculo.
Cada tanto surgen historias de perros anónimos que conmueven hasta las lágrimas. Una de ellas en el Cementerio General de Sucre, un lugar de remanso y paz donde habitan, sin haberlo planeado, cuatro canes que se volvieron en los fieles guardianes del camposanto más lindo de Bolivia.
Todo comenzó en 2014, cuando llegó al cementerio un cortejo fúnebre y el carro que transportaba al fallecido. El personal del camposanto vio que junto con ellos iba un can que también ingresó a la necrópolis.
Después de algunos días, parte del personal del cementerio se dio cuenta que el perro se había quedado echado junto a las coronas, flores y el nicho donde fue enterrado su amo, en la cuarta fila del primer patio.
Había personas que fueron a visitar las tumbas de sus seres queridos, que justamente estaban al lado o cerca al nicho del difunto, pero el can estaba allí y no permitía que nadie se acerque.
Se ponía furioso y no paraba de ladrar mostrando sus colmillos, nadie se animaba a acercarse. Después de escuchar las quejas, los trabajadores fueron al lugar para constatar si era cierto o no lo que decían. Y sí, allí estaba el perro. Trataron de alejarlo del lugar, pero vanos fueron sus esfuerzos.
Para conquistarlo se les ocurrió comprar un pedazo de carne de una hamburguesería, con el que pretendían convencerlo para que deje el lugar.
A un principio, el perro dudó en comer la carne, pero finalmente pudo más el hambre que corroía sus entrañas, ya que estuvo sin probar bocado durante varios días.
Sin embargo, la mascota no se fue, se quedó ahí pese a que los familiares del difunto fueron a rescatarlo y se lo llevaron a casa. Retornó a los tres días y se quedó para siempre, seis años en total. Ya no lo reclamaron.
De a poco, el mamífero se dio cuenta que los hombres trabajaban en la necrópolis y se fue familiarizando con ellos. Le bautizaron con el nombre “Motín” por todo el alboroto que armó los primeros días cuando la gente se acercaba al nicho de su amo.
“Parece que le gustó el nombre porque poco a poco nos hizo caso y fue cediendo. Nos tomamos cariño mutuamente. Al final, los que más pueden testificar sobre la fidelidad del perrito son los guardias que hacen turnos de 24 horas”, sostienen nuestros relatores, que prefieren no identificarse.
De ese modo, “Motín”, un perro criollo de raza grande color marrón, se quedó a vivir en el cementerio cuidando el nicho de su mejor amigo, esperando reunirse con él algún día. Años después, fueron apareciendo otros canes de a uno.
Finalmente, en abril de este año, un problema de larga data en la próstata segó la vida de la fiel mascota. No pudieron salvarle porque la cirugía tenía un alto costo.
Los otros cuatro canes también se quedaron ¿En qué condiciones llegaron allí? No se sabe con exactitud, pero también se presume que podrían haber acompañado a sus dueños a su última morada.
Con todo, están allí, buscan cariño y se volvieron fieles guardianes del camposanto. Todos los días acompañan a los guardias en las rondas diurnas y nocturnas, porque los dueños de lo ajeno siempre están acechando y viendo por dónde pueden ingresar para hacer sus fechorías.
El personal pone de sus bolsillos para la compra de alimentos de los fieles compañeros de cuatro patas. A veces, algunas personas donan harina, arrocillo y menudencias para su comida. Los guardias preparan sus alimentos.
Los caninos son Choco, Miki y los otros dos no tienen nombre definido. Todos están vacunados. Es seguro que El Huerto del Señor también será su última residencia.
“Cualcito”
Otra enternecedora historia que conmovió a todo el país es de “Cualcito” un perro de raza mestiza que demostró su fidelidad al acompañar a su dueño hasta el final. Era la mascota del profesor Esteban Machaca Castro, quien murió en julio de este año en un accidente en Villa Charcas, Chuquisaca.
El can se accidentó junto con su amo y permaneció a su lado hasta que llegaron los rescatistas. Asimismo, siguió mientras las autoridades rescataban del cuerpo y elaboraban el informe de levantamiento legal del cadáver.
Transportaron al can en el mismo vehículo en el que trasladaron el cadáver a Villa Charcas. Una vez que se instaló el velatorio en el salón de la Alcaldía de Villa Charcas, “Cualcito” montó guardia toda la noche al lado derecho del cajón, unas veces de pie, otras sentado, y cuando las fuerzas ya no le alcanzaban, dormido.
“Cualcito” permaneció al lado del cuerpo del profesor hasta que llegaron sus familiares para llevárselo a su natal Tica Tica, en el municipio de Uyuni, junto con el can, donde ahora vive con ellos.
Como un homenaje a la fidelidad de los canes escogimos estas frases: La escritora M.K. Clinton dice, “El mundo sería un lugar más agradable si todos tendrían la capacidad de mar tan incondicionalmente como un perro”.
El artista, autor y naturalista estadounidense, Cristopher Marley, expresa: “Nadie aprecia tanto lo especial que es tu conversación como lo hace tu perro”.
“Los perros hablan el idioma que los humanos aun no podemos dominar: El lenguaje de la fidelidad y del amor”, de autor desconocido •