La edad sí importa
Pese a que los códigos y normas sociales evolucionan constantemente, todavía hay limitaciones, además de las legales, para las parejas en las que la mujer es menor de edad. No es bien vista por la sociedad y en la mayor parte de los casos fracasan porque no es una relación equilibrada.
Pese a que los códigos y normas sociales evolucionan constantemente, todavía hay limitaciones, además de las legales, para las parejas en las que la mujer es menor de edad. No es bien vista por la sociedad y en la mayor parte de los casos fracasan porque no es una relación equilibrada.
En Bolivia se adquiere la mayoría de edad a los 18 años cumplidos. El mayor de edad tiene capacidad para realizar por sí mismo todos los actos de la vida civil, salvo las excepciones establecidas por la Ley.
Desde el punto de vista psicológico, hay autores que indican que la adolescencia dura hasta los 21 años de edad pero, en otros casos, aseguran que ahora dura hasta los 25 años.
La psicóloga infantil Laverne Antrobus, que trabaja en la Clínica Tavistock de Londres, dice que la neurociencia ha demostrado que el desarrollo cognitivo de los jóvenes continúa más allá de los 18 años en esta etapa posterior y que su madurez emocional, imagen personal y el propio juicio se verán afectados hasta que la corteza prefrontal del cerebro se desarrolle completamente.
Para Laverne Antrobus, algunos adolescentes pueden querer quedarse más tiempo con sus familias, ya que necesitan más apoyo durante estos años de formación, por eso es importante que los padres se den cuenta de que no todos los jóvenes se desarrollan al mismo ritmo.
La aceptación o condena de la sociedad
En muchos casos no suele haber mayor problema cuando el hombre es hasta diez años mayor que una mujer de entre 18 y 20 años, o sea, está aceptado a nivel social.
Pero, cuando el hombre es 20 años mayor o más, la sociedad (como es el caso de las ciudades de Sucre y Potosí, que todavía son conservadoras), lo ve como algo negativo y no lo acepta, en la mayor parte de los casos, porque hay un salto generacional.
“Cuando la diferencia supera la década, la posibilidad de que una relación tenga éxito está más limitada por cuestiones como la edad de la pareja, la oposición de la familia, un contexto social rígido, diferentes metas y distintas etapas a nivel de energía sexual”, explica la psicóloga Dennise Hinojosa.
Agrega que la atracción de un hombre mayor hacia una chica joven no es una situación fuera de lo común. Ha existido desde siempre y seguirá manifestándose.
Pero, en el caso de que “el mayor y la joven” lleguen a tener una relación emocional o sexual, es casi un hecho que surgirán problemas que afectarán a ambas partes.
En la mayor parte de los casos, hay grandes probabilidades de que termine en un fracaso, porque los padres de la joven rechazan rotundamente esa relación.
En este marco, si la chica es menor de edad, el hombre corre el peligro de ir a dar a la cárcel. En el caso de la joven, generalmente suele quedar afectada psicológicamente, ya que puede sufrir un fuerte trauma emocional.
“Además de los impedimentos legales, esa relación puede afectar negativamente a una o a ambas partes a la vez, porque se basa en la desigualdad, ya que las relaciones sanas tienen que ser equitativas. No tienen que existir relaciones de poder entre la pareja”, explica la profesional.
Regla de cálculo de edad
Dicen que el amor no tiene edad y es seguro que todos nos hemos preguntado alguna vez cómo nos gustaría que fuese nuestra pareja ideal ¿mayor que nosotras o más joven?
La diferencia de edad puede conllevar una diferencia de madurez, de estado vital, de capacidad de implicación o de experiencia a la hora de lidiar con los sentimientos, por lo que la pregunta no es tan banal.
Theresa DiDonato, psicóloga social y profesora asociada en la Loyola University Maryland, recurre a una regla interesante para calcular la edad mínima que debería tener un compañero sentimental.
Para establecer la edad mínima socialmente aceptada de alguien con quien uno podría relacionarte es “la mitad de tu edad más siete”, es decir, divides tu edad entre dos y le sumas siete.
O sea, si tienes 24 años puedes estar con alguien de 19 sin ser juzgado (12+7), pero si tiene 18 ya se convierte en terreno peligroso.
Investigación de Skentelbery y Fowlerexam
El psicólogo clínico Jaime Gonzáles sostiene que desde las diversas formas que hay de entender la cultura o la sociedad, las parejas compuestas por un hombre mayor y una mujer joven siempre levantan sospechas y muchas preguntas al respecto, especialmente relacionadas con la diferencia de edad, que la mayor parte de las veces no es bien vista a nivel social.
En una investigación realizada por los psicólogos Sara Skentelbery y Darren Fowlerexam (2020), se da respuesta a este fenómeno con los siguientes argumentos:
• Fertilidad: las mujeres poseen cierto límite para ser fértiles, mientras que los hombres siguen siendo fértiles gran parte de sus vidas, por lo que no es sorprendente que las mujeres se casen con hombres mayores para planificar tener una familia de forma segura y estable.
• Desde la perspectiva social, las jóvenes suelen ser mucho más atractivas para los hombres mayores, debido a que el tema de edad y, sobre todo, la libertad e independencia de las mujeres mayores no les resulta tan atractivo ni potencial como pareja en comparación con una más joven.
• Tampoco existe una afirmación segura respecto a que las mujeres jóvenes buscan una figura paterna con sus parejas. En todo caso, las que recibieron poco cuidado por parte de sus padres, buscarían una forma de apego hacia su pareja, si este tuviera gran diferencia de edad.
• De acuerdo con una muestra de 173 mujeres, divididas en dos grupos, las que tienen parejas mayores que ellas, con una diferencia de edad de entre uno a cuatro años máximo, revelaron datos sobre cómo se sentían en cuestión de seguridad, apego y satisfacción con su pareja.
• Dando como resultado que al menos las tres cuartas partes de las mujeres reflejaban felicidad por estar con sus respectivas parejas. No se encontró mucha diferencia entre los datos de los dos grupos.
• Estos argumentos demuestran que no existe una relación o causa directa que haga que una mujer escoja como pareja a un hombre mayor que ella para tener mayor seguridad o mejor apego.
• Esto demuestra que las parejas basadas en la edad fueron bastante similares con el estilo de apego como en la satisfacción de pareja.
Ayuda psicológica
“Desde el trabajo que se realiza en la psicoterapia familiar sistémica, se busca generar un proceso de conexión y comunicación dentro de la familia, de tal manera que cualquier tipo de vulnerabilidad que surja en alguno de sus miembros sea rápidamente atendida y subsanada”, manifiesta Gonzáles.
Lamentablemente, hoy en día son muy pocas las familias que entienden que los motivos de consulta en la psicoterapia familiar pueden ser muy puntuales y ser atendidos en un periodo de tiempo razonable.
González evoca que el reconocido psicólogo boliviano Bismarck Pinto comentaba en una de sus charlas que, dentro de todo este proceso de relacionamiento entre un hombre mayor y una mujer menor, existen variables que deben tomarse en cuenta.
Por ejemplo, entender a cabalidad el concepto de “transgresión” (actuar en contra de una ley, norma, pacto o costumbre), es decir, el mérito social que encuentran las mujeres jóvenes al relacionarse con un hombre mayor y que dentro de su grupo de pares puede entenderse como una conquista y generarle un mejor estatus dentro de su grupo social.
Necesidad de reafirmarse
Según Hinojosa, el hombre a partir de los 45 o 50 años, tiene la necesidad de reafirme y por ello se relaciona con una chica mucho menor que él; generalmente busca sentirse más joven, poderoso y con éxito social.
Quiere una relación cómoda, donde sea admirado porque posee más experiencia y habitualmente más dinero, lo que le “otorga mayor poder” frente a una chica normal.
Por su parte, las chicas jóvenes también sienten la necesidad de reafirmar su autoestima en base a la conquista y no tanto en el sexo como en el caso de los varones.
No obstante, como están experimentando cambios físicos y emocionales por su edad, pueden verse, a momentos, influenciadas en contra de su voluntad. Eso las puede volver más vulnerables, asegura Hinojosa.
Desajustes en parejas con brecha de edad
Un estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, llegó a la conclusión de que tener una gran diferencia de edad con la pareja aporta una mayor satisfacción para ambos, a corto plazo, pero esta felicidad se desvanece con el tiempo.
Los investigadores analizaron 13 años de datos longitudinales de miles de hogares australianos, identificando un patrón entre infelicidad y matrimonios con diferencia de edad notable.
Los resultados sugieren que estas parejas (en las que uno de los dos es bastante más joven que el otro), son menos resistentes frente a las recesiones económicas en relación con sus homólogos de similar edad.
Esta conclusión puede que no resulte sorprendente, pues el estudio confirmó que los hombres fueron los que mayor satisfacción marital sentían cuando salían con una mujer más joven, especialmente en los primeros años de convivencia.
El mismo estudio indica que una posible explicación para esto podría ser que las parejas de edad similar están más en sincronía con las decisiones de la vida que afectan a ambos (tener hijos, hábitos de gasto general).
Por lo tanto, están mejor equipados para adaptarse a un repentino problema financiero. Contrariamente, una sacudida financiera inesperada podría exponer tensiones y desajustes en parejas con una brecha de edad más grande.
Escala de valores similares
Según Hinojosa, lo que realmente importa en una buena relación de pareja es tener respeto, buena comunicación, confianza, empatía y cooperación. A eso se suma la atracción física y el sexo sano.
Es decir, tener una escala de valores similares, gustos parecidos o complementarios y la idea de un futuro común parecido. Por ejemplo, si uno de ellos quiere tener hijos y el otro no, es una muestra de que algo no marcha bien, sostiene.
Adolescentes y relaciones sentimentales actuales
En la investigación “Antecedentes históricos de las relaciones amorosas en la adolescencia y los problemas psicológicos que se generan durante estas” de los autores Corzo y Arteaga, se indica que la adolescencia es la época de los grandes descubrimientos, puesto que supone profundas transformaciones de la propia imagen, cambios emocionales y el inicio de múltiples proyectos a futuro, pero también implica confusión y sufrimiento.
Además, en ese período enfrentan sus primeros vínculos amorosos, que no siempre se corresponden con los escasos recursos emocionales con los que cuentan.
Así, enamoradizos y confusos, los jóvenes buscan el contacto con sus pares; aspiran a compartir y fusionarse con esos otros con los que se identifican: el grupo de amigos funciona como primera instancia contenedora ante la crisis de la que no pueden evadirse.
Después, llegarán los novios y novias, “amigovios y amigovias” o “amigos con derecho”, que marcarán su ingreso al mundo de la sexualidad y las relaciones de pareja.
Si los adolescentes viven con tanta intensidad esos vínculos, incluso con desenfreno, es porque internamente también experimentan una realidad violenta ya que enfrentan una serie de duelos; por ejemplo, por la transformación de su cuerpo de niños, por la protección paterna y materna que cambia de forma, la transformación de sus viejas necesidades y rutinas.
La amistad y el amor se viven sin matices, con pasión absoluta. Eso muchas veces les enfrenta a pérdidas con las que también se involucran a fondo y viven de forma desgarradora o dolorosa, como los fracasos personales, que afectan su autoestima.
Asimismo, la presencia de jóvenes del sexo opuesto, que hasta poco tiempo atrás pudo haberles resultado indiferente, produce, a partir de la pubertad, sensaciones nuevas.
Esto, en el marco de una etapa de la vida en la que pretenden “ingresar a la adultez” y al mismo tiempo (eso es lo complejo de esta etapa), buscan valores alternativos a los de sus padres, de los que pretenden diferenciarse.
Los adolescentes necesitan creer en ideales que no siempre las sociedades modernas les proveen, por lo que esa búsqueda les afecta con un doble sentido; por un lado, buscan modelos en los que confiar, por otro asisten con asombro a su propia transformación, que los confunde a cada paso.
Los jóvenes suelen tener una impresión “idealizada” del amor y de las relaciones. Como aún no están del todo maduros para concretar experiencias con sujetos reales, elaboran sueños imposibles, se aferran a una idea absoluta en que todo parece “bueno o malo”, “necesario o imposible”.
En este sentido, los autores dicen que es fundamental que los padres se muestren comprensivos y tolerantes ante los errores de sus hijos, y que los acompañen en este complejo proceso por el que están atravesando, en esa difícil etapa de crecimiento.
Los primeros vínculos amorosos de los adolescentes se originan o vinculan con el primer amor que experimentaron con la madre, tras el nacimiento. Desde la perspectiva psicoanalítica, en cada uno de los vínculos posteriores se actualiza esa necesidad original de ser queridos, de recibir afecto.
Por eso es muy importante que los progenitores estén atentos, especialmente con las hijas menores de edad, y observen a las nuevas amistades que va construyendo, para prever que no caigan en relaciones con hombres mayores que ellas y así evitar una serie de situaciones desagradables para ella porque todavía no tiene la madurez suficiente como para saber qué es lo que quiere en la vida •