Códices: claves del pasado

Los códices son documentos muy importantes porque son fuentes primarias de información, que ayudan a reconstruir y preservar la historia prehispánica de Mesoamérica. Gracias a ellos, las sociedades modernas tienen una base sobre la cual asentar su identidad y fortalecer sus raíces. 

La Embajada de México en Bolivia y el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) presentan en Sucre la segunda versión de la exposición “Códices de México e Inventarios del Mundo”, compuesta por tres muestras: “El círculo se cierra”, con fotografías de Juan Rulfo; “Creencias” y “El arte de la medicina ancestral”, con fotografías de Maruch Santiz (artista tzotzil) y “Códices Mexicanos”, una reproducción con tamaños originales. 

La muestra se expone hasta el 4 de abril en instalaciones del ABNB, en la calle Dalence 4, con el objetivo de enaltecer los lazos de hermandad histórica y fortalecer la amistad entre ambos países. 

Mariana Peña, encargada de Asuntos Culturales de la Embajada de México en Bolivia, explica a ECOS que los códices prehispánicos se remontan antes de 1521, año en el que se dio la caída de la gran Tenochtitlán a manos de los españoles. Los elaborados después de ese hecho son conocidos como códices coloniales. 

En la exposición montada en el ABNB se aprecian réplicas de tamaño original de tres códices con diferentes fechas de creación, que son considerados los más importantes para la historia de México. 

Los códices más estudiados 

Peña explica que los códices expuestos son los más estudiados para la reconstrucción de la historia prehispánica y colonial de Mesoamérica, por su valor como fuente primaria de información, ya que revelan los conocimientos, tradiciones y saberes de los antepasados.  

“Los códices como el Boturini, el Mendocino o el Tonalamatl de Aubin permitieron reconstruir el origen de los mexicas, conocer la forma de vida política, económica y cotidiana de sus nuestros antepasados; así como la aplicación de la ciencia para medir el paso del tiempo, definir rituales a los dioses y los destinos de sus ciudadanos a través de calendarios”, detalla la profesional.  

“Han sido objeto de numerosos estudios de la historia de México, historia del arte y de las culturas, por sus cualidades intrínsecas de hechura y contenido informativo”, agrega. 

¿Cuál es la conexión entre las tres colecciones? 

Peña detalla que las colecciones guardan entre sí el contenido informativo de la obra expuesta; la preservación de la sabiduría indígena.  

Además, comparten una belleza insuperable debido a la sensibilidad de sus autores, desde los Tlacuilos dibujantes de códices para documentar hechos históricos, rituales y calendarios, hasta los fotógrafos que buscan retratar las actividades de una comunidad indígena, para dejar constancia de los conocimientos, las creencias y las costumbres que le dan identidad a toda una comunidad. 

Detalles de los tres códices 

Del códice Boturini, también conocido como Tira de la Peregrinación, no se sabe con certeza su fecha de elaboración. Algunas investigaciones indican como posible tiempo la primera mitad del siglo XVI, al igual que otros documentos relacionados con la historia del México antiguo que fueron elaborados con ayuda de personas sabias (Tlamantinime), quienes relataban a los escribanos o dibujantes (Tlacuilos) la forma de vida en el México antiguo.  

También se muestra una réplica del Códice Mendocino, creado por orden del Virrey Antonio de Mendoza, aproximadamente en 1542, y el Códice Tonalámatl de Aubin, del que también se desconoce su fecha de creación, pero se presume que pudo haber sido durante la época prehispánica o poco después de la conquista.  

Los españoles solicitaban la elaboración de réplicas de códices prehispánicos o elaboración de códices coloniales, para entender la forma de vida, las costumbres y los rituales indígenas.  

Con qué material están elaborados  

Los códices comúnmente se elaboraban con soportes de origen vegetal y animal, siendo el papel amate el material predilecto, que se hacía artesanalmente utilizando la corteza interna de árboles conocidos como “amates”, por su género con cualidades que permitían moldear la fibra después de un proceso de lavado.  

También se utilizó piel de venado, fibra de algodón o de agaves locales. Los códices que están en el ABNB fueron elaborados sobre papel amate, a excepción del códice Mendocino, hecho con papel europeo, material que fue introducido a la Nueva España desde el siglo XVI.  

Los pigmentos podían ser de origen inorgánico como la cal para el color blanco o el carbón para el negro. También usaban pigmentos orgánicos como la grana cochinilla (insecto encontrado en algunos nopales) para el color rojo.  

Estructuración e interpretación de códices 

Los códices Boturini y Tonalamatl están elaborados sobre tiras de papel amate doblado en forma de biombo, la lectura o interpretación de la iconografía plasmada en ellos se hace de izquierda a derecha, extendiendo la tira por completo.  

En cambio, por sus particularidades, el códice Mendocino ha sido objeto de diversos estudios. Está encuadernado en pergamino unido con un cocido y reúne el códice pintado con un manuscrito de comentarios sobre su interpretación.  

En Mesoamérica hay una variedad de códices y todos se leen de forma distinta, dependiendo de su origen, etapa de creación y estructura.  

Por ejemplo, el códice Boturini relata la peregrinación que llevaron a cabo los mexicas, desde Aztlán hasta el Valle de México donde posteriormente fundarían la ciudad de Tenochtitlan. La travesía abarca aproximadamente 187 años. 

Este códice está constituido por 22 láminas que forman un biombo de 5.49 metros, los elementos determinantes del sentido de su lectura son las huellas humanas que figuran en su pintura. 

 Importancia de los códices actualmente 

Los códices elaborados antes o después de la colonia, han sido objeto de investigaciones históricas y estéticas por los procesos de elaboración, lectura e interpretación.  

“Las sociedades modernas hemos tenido la oportunidad de conocer la forma de vida de nuestros antepasados, la cosmovisión indígena, sus avances tecnológicos y culturales. De esta forma, hoy tenemos una base sobre la cual asentar nuestra identidad y fortalecer nuestras raíces”, sostiene Peña.  

Agrega que, entre las desventajas, está el hecho de que todavía existen vacíos en la interpretación de los documentos pictográficos y hay información que continúa siendo parte de los debates entre investigadores, que no fueron consensuados.  

Otras colecciones que forman parte de la muestra  

Se trata de dos colecciones de fotografía: la primera es de 24 imágenes de las series “Creencias" y “El arte de la medicina ancestral”. La autora es la artista tzotzil Maruch Santiz que, a partir de la tradición oral de sus ancestros documenta la historia del pueblo Cruztón en Chamula, Chiapas, de donde es originaria, para mantener vivo el legado de su comunidad.  

La segunda colección tiene 26 fotografías del escritor Juan Rulfo que fueron tomadas con una cámara Rolleiflex 6x6 cm, entre 1955 y 1957 en los poblados mixes de Ayutla, Tamazulapan, Totontepec, Cotzocón, Tlahuitoltepec y Zacatepec.  

Se muestran fotografías del paisaje, la arquitectura y los indígenas mixes. En ellas se destacan el retrato, sobre todo la captura de la mirada y la fotografía individual; en grupo a mujeres y niños, así como danzantes y músicos •