El general Pedro Blanco Heredia
La publicación en la revista dominical ECOS de un artículo del señor Álvaro Moscoso Blanco nos lleva a hacer las siguientes rectificaciones y precisiones.
La publicación en la revista dominical ECOS de un artículo del señor Álvaro Moscoso Blanco nos lleva a hacer las siguientes rectificaciones y precisiones. No obstante, por la comprensible limitación de espacio, dejamos el artículo íntegro para la edición digital en el link siguiente:
https://elpotosi.net/cultura/20220202_el-general-pedro-blanco-heredia.html
Pensamos que a Pedro Blanco hay que investigarlo y juzgarlo separando su conducta antes del Tratado de Piquiza, de su actuación al servicio de la política “gamarrista” (NdeR.- por Agustín Gamarra) posterior al ajuste en cuestión. Si en la primera etapa puede encontrar un “atenuante” (aunque no su absolución), en el sentimiento nacionalista o bolivianista de rechazo a las tropas de Colombia, es decir el anti extranjerismo (uno de cuyos ingredientes era la resistencia a las ideas monárquicas contenidas en el régimen vitalicio creado por la Constitución bolivariana); en la segunda fase sólo tiene “cargos en contra” y es condenado, irremediablemente, ante la historia, como traidor a su patria. Si hasta la firma del Tratado de Piquiza estaba de por medio la presencia de los colombianos en Bolivia, posteriormente cualquier connivencia con Gamarra, poniendo en peligro la existencia misma de la República de Bolivia, no encuentra excusa ante la posteridad.
He ahí la abismal y substancial diferencia entre el general Mariano Armaza y Blanco. Este último, cegado por su ambición, no alcanzó a distinguir que, si antes de Piquiza se podía argüir que Gamarra utilizó los sentimientos nacionales en contra de los colombianos para los objetivos de su política de dominación a Bolivia, los bolivianos se valieron, a su vez, de las tropas peruanas para librarse, de una vez por todas, de las de Colombia; empero, después del mencionado acuerdo toda connivencia con Gamarra era a todas luces una traición a la patria.
Centrémonos en los documentos más infamantes para el general Blanco. Se trata de las cartas, que se cuidaron en omitir o soslayar los defensores de Blanco y que constituyen la prueba irrefutable de la maniobra que, entre bastidores, planeó Gamarra a fin de dejar un elemento propicio para sus nefandos proyectos sobre Bolivia, y de la traición de Pedro Blanco, coartando la asunción al mando de la nación del mariscal Santa Cruz:
He aquí la parte central de la primera misiva dirigida por Gamarra a Blanco, desde Chuquisaca el 2 de septiembre de 1828: “Aunque los negocios marchan ahora con alguna regularidad, con todo tengo mucho cuidado que al repasar el Desaguadero haya una desorganización, para evitar esto, sólo fío en el patriota honrado, en el amante de su patria, en el digno general Blanco. Si V. cuenta con su obediencia y moralidad, será para mí una satisfacción. Entonces marcharé al Norte, cuya Guerra es inevitable, con el placer de que he pedido que el comandante Ballivián sea separado de la cabeza de su batallón, dígame V. si se considera capaz de sostener la marcha liberal de Bolivia contra los partidos, y en una palabra, si V. se halla capaz de conservar el orden, y aun de auxiliarme con dos mil hombres en caso necesario. Así contaremos con los felices resultados, si no es necesario decidirse a una variación para sacar fuera del país a los sospechosos. En este caso V. debe ponerse a la cabeza del Gobierno, reteniendo el mando militar, porque V. debe entonces diseminar las tropas en los Departamentos, y quedarse con un buen trozo de confianza en la capital […]”.
Veamos ahora la segunda misiva de Gamarra, fechada en La Paz, el 24 del mismo mes: “Esta consideración y otras muchas a que me induce la poca confianza que tengo en el general Velasco; la intriga infame, y violenta de que se balen los vitalicios, el orgullo y esperanza que manifiestan, y más que todo el ver en V. la única columna que sostiene a su patria, me pone en la necesidad de mostrarle la urgencia con que V. debe situarse en este Departamento con todo el Ejército de su mando, para atender á la seguridad interior y exterior que de otro modo serán amenazadas […]”.
Leamos qué contiene la respuesta de Blanco a Gamarra, recibida por su destinatario en La Paz: “Daré el paso que V. me indica en su apreciable, y a no tenerle en consideración, pondré en ejecución el remedio que me propone (José Ballivián en nota de pie de página dice sobre este “remedio”: “Marchar con todo el ejército al Departamento de La Paz, y si el Gobierno no se lo permitía, hacer una revolución para colocarse en él, y practicar de todos modos aquel movimiento sobre La Paz”.
En torno a ambos documentos Agustín Iturricha puntualiza: “Esas piezas históricas son reveladoras del más grande crimen que se fraguó contra la vida de Bolivia”.
Huelgan mayores comentarios; sin embargo, copiemos la opinión de don Joaquín Gantier: “Graves los términos de esta comunicación por la que se ve, que fuera de estar de acuerdo con Gamarra, obedecía a un plan adoptado e iba a poner en práctica los medios que le sugería el enemigo de su patria”.
Menos de un mes antes de que asuma la Presidencia de la República de Bolivia el mariscal Santa Cruz, y cuando ésta era ya “voxpopuli”, Gamarra remitió desde Piura, con fecha 24 de abril de 1829, una carta (¡con cuanto acíbar y rabia debió
haberla escrito!) a Mariano Armaza, reconociendo la autoría de las cartas a Blanco, pero tratando de desnaturalizar el fondo de su contenido falseando las verdaderas intenciones que le animaban contra Santa Cruz: “[…] y cuando escribí al desgraciado Blanco las cartas que ha publicado el infame no fue otro mi ánimo que el de consultar la estabilidad del nuevo Gobierno de ese Estado, y una marcha decisiva a que no se resolvía Velasco. […] Consideraba en este caso, que Blanco por sus particulares compromisos [claro, los “compromisos” con Gamarra], y por su propia seguridad, era el que debía hacer uso de la fuerza que se le había encargado para sostener las nuevas instituciones, mientras llegaba el Ángel tutelar, el general Santa Cruz”.
Gabriel René Moreno, a tiempo de señalar que la confesión de Gamarra, en la carta a Armaza, sobre su autoría de las misivas a Blanco, “ha venido a dar luz plena sobre este negocio”, menciona otra pieza tipográfica rarísima que viene igualmente a corroborar la autenticidad de esa correspondencia epistolar.
Esta es una carta de Blanco a Urdininea, fechada en Cotagaita el 25 de mayo de 1828. “La publicó “El telégrafo de Lima”, número 381, del sábado 19 de julio de 1828: “Que nos deje el señor (Antonio José de) Sucre en el momento, sin apelar al triste efugio de fórmulas perjudiciales y peligrosas. Por fin, mi general, abra los ojos, y vea que los instantes son muy preciosos, y quizá también fugitivos”.
Diez Canseco copia, por su parte, la misiva de Gamarra a Santa Cruz, fechada en Lampa el 2 de abril de 1831: “Si mis deseos hubieran sido otros, ¿Serías nombrado Presidente de Bolivia? Me arrostras que a Blanco le di instrucciones reservadas. Es cierto que se las di porque Velasco aparecía como un vitalicio y no inspiraba confianza […] pregunta a Armaza que órdenes tuvo cuando lo dejé: Velar por la conducta de Velasco y marchar de acuerdo con Blanco […]”.
En consuno con Blanco, ciertamente, para despojar de la jefatura del gobierno a Velasco, frustrar la presidencia de Andrés Santa Cruz Calaumana y borrar a Bolivia de la nómina de las naciones incorporándola al Perú. Ordenes infames que patrióticamente contrarió el general Mariano Armaza •
(*) Autor de los libros: “Gracias al 31 de Diciembre (Bolivia entre la presidencia de Bolívar y la muerte de Gamarra)” y “Libertarse de sus propios Libertadores”.
Nota del editor
La publicación del artículo “Crimen de Año Nuevo”, del 2 de enero de 2022, dio lugar a una réplica de Álvaro Moscoso Blanco, descendiente de Pedro Blanco.
Tras esa publicación, el escritor Hernando Armaza Pérez del Castillo, descendiente del general Mariano Armaza, envió su versión, en 13 páginas, de las que hoy le ofrecemos un fragmento.