Invasiones por doquier
Las invasiones son tan antiguas que se remontan a los periodos en los que el ser humano comenzó a agruparse, ya no solo en familias, sino en conjuntos de estas.
Las invasiones son tan antiguas que se remontan a los periodos en los que el ser humano comenzó a agruparse, ya no solo en familias, sino en conjuntos de estas. Los términos para definir a esas primeras conformaciones sociales, como tribu y horda, no son definitivos, puesto que han sido cuestionados, particularmente por los antropólogos. En realidad, ambos son muy parecidos, porque se refieren a conjuntos de familias y territorio por igual, y solo se diferencian por el hecho de que las hordas tenían por escenario geográfico a la estepa euroasiática.
El objetivo de la invasión es el control de un territorio que no se posee y, por ello, es coyunturalmente ajeno. En idioma español, “invasión” es acción y efecto de invadir” y, a su vez, “invadir” tiene hasta seis acepciones, pero las dos primeras son “irrumpir, entrar por la fuerza” y “ocupar anormal o irregularmente un lugar”. Como se ve, existen dos elementos en común: el uso de la fuerza o violencia y la irregularidad o ilegalidad. Por tanto, si se produce la ocupación de un territorio usando métodos violentos, e irregulares, estamos hablando de una invasión, no de “sentar soberanía” porque esta última es una figura muy distinta.
FAMOSAS
Debido a la aparición de nuevas disciplinas, y al revisionismo que plantean algunas de ellas, se ha replanteado, también, el uso del denominativo de “invasiones bárbaras” que afectaron a Europa Central en el siglo IV. Ahora se habla del Völkerwanderung, en alemán, Migration Period, en inglés, y periodo de las grandes migraciones, en español. La calificación de algunas de ellas, como las de los hunos de Atila, por ejemplo, no pueden considerarse migraciones ya que se hizo uso de la fuerza.
Atila es, precisamente, uno de los invasores más célebres de la historia. Tomó el poder cuando los hunos ya habían provocado una gran desestabilización en Europa Central y Oriental, mediante constantes invasiones, y llegó a unir a pueblos tradicionalmente nómadas en un imperio que duró hasta su muerte.
Alejandro Magno fue otro gran invasor, aunque a sus áulicos les guste llamarle “conquistador”. En su corta vida, 32 años, llegó a extender a Grecia hasta el valle del Indo y hasta Egipto. Para ello, tuvo que inicialmente someter a los persas de Darío III. Igual que Atila, su muerte representó el fin de su imperio.
Y, si seguimos hablando de imperios, el más famoso del mundo antiguo fue el romano, que también se labró sobre la base de invasiones y se extendió desde el océano Atlántico, al oeste, hasta las orillas del mar Caspio y Rojo al este, y desde el desierto del Sahara, al sur, hasta las orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia, al norte. Ocupó, entre muchos otros territorios conocidos, la Galia, donde actualmente están Francia, Bélgica y parte de Italia, Alemania, Países Bajos, las islas británicas e Hispania. Por cierto, Hispania estaba en la actual península Ibérica y dio origen al nombre de España que, por la invasión que sufrió, también tiene un periodo romano.
Y, finalmente, es mundialmente famosa la invasión europea al territorio llamado América que fue ejecutada especialmente por Inglaterra, en el norte, y España, en el centro y sur del continente. Participaron en menor medida, pero con innegable influencia, Francia, Portugal y Holanda.
EN BOLIVIA
A partir de su surgimiento como república, Bolivia sufrió invasiones por parte de algunos de sus vecinos y estas comenzaron tan temprano como en 1828, cuando el general peruano Agustín Gamarra cruzó el río Desaguadero al frente de un ejército de entre 4.000 a 5.000 hombres con el argumento de que estaba ayudando a restablecer el orden tras el motín del 18 de abril de ese año, en el que cayó herido el presidente Antonio José de Sucre. Todavía no existe acuerdo sobre si esta incursión de Gamarra fue una intervención, como se la denomina en Perú, o una invasión, dado que, aunque hubo ocupación militar, en los primeros días no se recurrió al uso de la fuerza.
Esta ocupación militar estaba precedida de un fuerte descontento en las recientes conformadas tropas bolivianas con la presencia del ejército colombiano, encabezado por Sucre, al que comenzó a considerarse un ejército de ocupación. Persiste la polémica en torno a la participación de militares bolivianos en la conjura contra Sucre, que derivó en el motín del 18 de abril de 1828, pero lo que parece claro es que Gamarra estuvo entre sus propiciadores.
Las tropas peruanas se retiraron luego de la firma del Tratado de Piquiza que imponía, entre otras cosas, el retorno del ejército colombiano a su patria y la convocatoria a un congreso constituyente.
Al igual que Andrés de Santa Cruz, Gamarra aspiraba a reconstituir el Perú y eso incluía a Bolivia, que llegó a denominarse Alto Perú hasta antes de 1825. En 1841, otro ejército encabezado por el general peruano ingresó ilegalmente al país, en una segunda ocupación. Esta vez, la reacción de Bolivia fue muy diferente. Después de un primer combate en Mecapaca, las diferencias sectarias de los caudillos militares fueron dejadas de lado para permitir la conformación de un ejército que, liderado por José Ballivián, se enfrentó a los peruanos en Ingavi, el 18 de noviembre de ese año, obteniendo un triunfo tan contundente que Gamarra murió en la batalla.
Ballivián, que fue uno de los involucrados en el asesinato de Pedro Blanco, en el convulso 1828, convirtió a la Batalla de Ingavi en su mejor propaganda, pues hasta mandó componer una “Canción Patriótica” en su honor, que es el actual Himno Nacional de Bolivia. Lo que no incluyó su propaganda es que, tras la euforia del triunfo, el ejército boliviano invadió el sur del Perú, ocupando territorio desde Moquegua hasta Tarapacá. La ocupación duró hasta que los peruanos terminaron expulsando a los bolivianos. En otras palabras, Bolivia también fue invasora •
(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación histórica de Potosí (SIHP).
Chile y Rusia
La invasión que sufrió Bolivia con consecuencias que se extienden hasta el presente es la de Chile que, debido a algunas características de estas ocupaciones violentas, tiene ciertas similitudes con la que afecta a Ucrania.
Como Vladimir Putin hizo en Ucrania, Chile creó previamente las condiciones para invadir Antofagasta. En 1842, cuando Bolivia todavía festejaba el triunfo de Ingavi, el gobierno chileno envió una comisión al norte de su país, a explorar "entre el puerto de Coquimbo y el morro de Mejillones, con el fin de descubrir si en el territorio de la República existían algunas guaneras".
La comisión encontró guaneras en la frontera, pero ya en territorio boliviano, así que promulgó una ley, el 31 de octubre de 1842, declarando de su propiedad los depósitos de guano ubicados en la provincia de Atacama. Lo siguiente que hizo fue enviar gente a establecerse en Atacama, donde estaban las guaneras, ofreciéndoles muchas ventajas si lo hacían.
Estamos hablando de 1842; es decir, 37 años antes de la invasión a Antofagasta. Durante ese tiempo, la población de Antofagasta se convirtió en mayoritariamente chilena así que, cuando se produjo la invasión, el gobierno de Aníbal Pinto dijo, primero, que estaba “sentando soberanía”, puesto que consideraba a ese territorio parte de Chile, y, segundo, que estaba protegiendo los intereses de los ciudadanos chilenos asentados en ese lugar.
Putin no necesitó enviar gente a Ucrania porque este país es el que acoge a la mayor cantidad de rusos fuera de Rusia, más de 7 millones. Otro de los múltiples elementos de la crisis en esa región es el idioma, porque son altamente significativos los porcentajes de personas que hablan ruso. Eso se debe a un proceso de rusificación que comenzó en 1720, durante el reinado del zar Pedro I, y proseguido por la emperatriz Catalina II. En 1876, el zar Alejandro II prohibió el uso del idioma ucraniano en la impresión de documentos. Ya en el siglo XX, durante el gobierno de Iósif Stalin, se reforzó el concepto de una Unión Soviética en la que ya no se toleraba a sus distintas nacionalidades, sino que se hablaba de un origen único centrado en Rusia. El científico Vladímir Ivánovich Vernadski advirtió, entonces, que Rusia había decidido absorber a Ucrania ya en el siglo XVII.
En 2014, tras el derrocamiento del entonces presidente de Ucrania Víktor Yanukóvich, afín a Putin, estallaron protestas en la península de Crimea y en por lo menos 11 ciudades con fuerte presencia rusa, incluidas Donetsk, Járkov y Lugansk. En todas se proclamó repúblicas independientes que fueron reconocidas como tales solo por Rusia. Las versiones de que Moscú propició el separatismo prorruso son cada vez mayores ya que los alzados proclaman su deseo de anexarse a Rusia, como ya pasó con Crimea. Al invadir Ucrania, Putin dijo que estaba protegiendo los intereses de los rusoparlantes.
Como se ve, salvando las obvias diferencias, los argumentos de Chile y Rusia se parecen.