No se disfrazan… ¡se visten de gala!

Monteras “Ticachascadas” estupendamente con flores de tela e hilos de plata que cobijan la cofia con sus dos anchas cintas bordadas, pesadas ojotas de madera que mueven al ritmo las descomunales espuelas de hierro forjado

No se disfrazan… ¡se visten de gala!

No se disfrazan… ¡se visten de gala! Foto: María Luisa Antonieta Suárez V

No se disfrazan… ¡se visten de gala!

No se disfrazan… ¡se visten de gala! Foto: María Luisa Antonieta Suárez V

No se disfrazan… ¡se visten de gala!

No se disfrazan… ¡se visten de gala! Foto: María Luisa Antonieta Suárez V


    María Luisa Antonieta Suárez Villegas
    Ecos / 07/03/2022 14:36

    Monteras “Ticachascadas” estupendamente con flores de tela e hilos de plata que cobijan la cofia con sus dos anchas cintas bordadas, pesadas ojotas de madera que mueven al ritmo las descomunales espuelas de hierro forjado, campanillas colgadas junto a los cinchos-bolsillo de cuero, un gran pañuelo de fiesta “de color mordoré que representa jubilo”, es el complemento del extraordinario atuendo tejido que muestran recios hombres danzarines de aproximadamente 70 comunidades del ámbito Yampara que se dan cita en el Pujllay o “juego”, o el también llamado Carnaval de Tarabuco.

    A los citadinos, acostumbrados a concebir al Carnaval como una fiesta de disfraces, un espectáculo, música de bandas, juego con agua y despreocupada participación de sus integrantes que conforman las comparsas, se nos viene a la mente la misma imagen cuando se menciona al Pujllay de Tarabuco. ¡Qué lejos se está de la realidad que representa este evento!

    El Pujllay de Tarabuco es un acontecimiento de “carácter histórico, religioso y pagano” (Thorrez, B. 1977), en el que se reúnen los tarabucos para conmemorar la Batalla de Jumbate en la que los bravos lugareños vencieron a las huestes españolas un 12 de marzo de 1816. Actualmente, también recuerdan a personas destacadas de la comunidad fallecidas trágicamente, colocando a los pies de la pukara el “Alma Cruz” o pequeña cruz de madera decorada con flores, que lleva el nombre de la persona fallecida y representa a su alma.

    Es alrededor de esta pukara que bailan en círculo los integrantes de cada grupo de Pujllay, respetando su turno. Pero, ¿quiénes son los bailarines del Pujllay? ¿Por qué sólo participan jóvenes y no así los niños? ¿Qué usos o prácticas son las que mantienen viva esta tradición? 

    Ceremonia de investidura de pujllay

    Indagando respuestas, entendimos que para poder participar del evento “el hombre campesino que ha alcanzado la edad de quince años deber ser vestido, previa ceremonia especial, de Pujllay, momento en el que queda recién autorizado a interpretar la danza y el rito” (Thórrez y Thórrez 1977). Esta tradicional investidura por lo general está delegada a la mujer más vieja de la comunidad y se constituye en “un hecho de alto honor para la familia del postulante”. 

    Después del ritual, toda la familia del joven Pujllay se traslada al lugar de la fiesta para ver y observar al nuevo “danzarín” en su primer baile autorizado por sus antecesores y presentado en sociedad. Entendido queda el por qué no participan los niños. 

    Por otro lado, para la investidura de Pujllay, cada joven campesino junto a su familia tiene que haber confeccionado la típica vestimenta ceremonial; lo que significa haber cumplido con un largo proceso de elaboración que puede durar varias semanas o incluso meses, empezando por obtener el algodón y lana de oveja como materia prima, preparar tintes, hilar, teñir, construir el telar tradicional para ¡por fin! iniciar con el tejido sencillo de algunas prendas o el tejido con los magníficos y artísticos “pallado” de otras piezas de su vestuario como los unckus, chumpis y chuspas.

    Así, forman parte de la vestimenta del Pujllay dos pequeños ponchos que el bailarín lleva sobre los hombros; el primero es de fiesta llamado “pallay kunka-unku” y en su tejido utilizan colores que van en abierto contraste que permiten identificar claramente y de manera esquemática las figuras del “pallado”. Los motivos predominantes en los tejidos tarabucos son figuras antropomorfas y zoomorfas, respondiendo a escenas de la vida social y ámbito doméstico del contexto. 

    En el segundo poncho llamado “llano kunka-unku” se observa a primera vista la degradación de colores en sus franjas tejidas, imitando al arco iris o K´uychi. 

    Es parte de la vestimenta un tercer poncho o “pallay siqui-unku” que va sujetado por el chumpi o faja, sobre el calzón. Algunas veces son tejidos en colores oscuros que representa el luto que lleva el danzarín, por la pérdida reciente de algún familiar.

    Colgadas de los hombros llevan cuatro chuspas o bolsitas tejidas “palladas” que constituyen indiscutiblemente obras únicas de arte tradicional.

    Las prendas tejidas descritas anteriormente se usan encima de la almilla o camisa manga tres cuartos de c´uyo negro y del calzón blanco que combina con otro más corto de paño negro.

    Las pantorrillas están cubiertas por especie de polainas de lana, tejida a palillo, en las que combinan variedad de figuras y colores. Sirve de protección a los tobillos cuando de bailar se trata, ya que el Pujllay lleva el ritmo de la música con las pesadas ojotas de madera y sus respectivas espuelas de hierro llamadas “gallos gallos”.

    Desde el año 2000, para facilitar la promoción turística y atraer con su singularidad a propios y extraños se celebra cada tercer domingo de marzo bajo el nombre de Carnaval o Pujllay en Tarabuco, donde sus participantes no se disfrazan, sino se visten de gala. 

    En los “pallays” o parte tejida de los textiles, los tarabucos utilizan una misma técnica que muestra una clara disposición en franjas, lo que crea una ilusión de orden y colores luminosos” (Exposición de Textiles y Trajes Indígenas de Chuquisaca, 1990). 

    Cosa admirable en los tejidos tarabucos es comprender que nadie sigue un modelo, tutorial o indicaciones explícitas sobre el número de filas, número de puntos o colores a emplear en un tejido, sólo es la mujer tejedora quien concibe en su mente su artística obra y la materializa en el telar. 

    La Pukara, es una especie de altar en forma de escalera revestida de flores amarillas de la época. Muestra “pillus” de productos de la tierra como legumbres, hortalizas y frutas. También se observan colgados panes, grandes rosquetes, carne y muchos otros artículos llevados de las ciudades como tarros de conservas, botellas o latas de cerveza u otras bebidas, además de serpentinas y globos multicolores. A los pies de la pukara se puede observar cántaros con la tradicional chicha de maíz.

    Los instrumentos musicales del pujllay

    El Pujllay de Tarabuco, como podemos entender, tiene un significado ritual para el Yampara, no es un espectáculo, es una expresión viva de su cultura obedeciendo al calendario agrícola: está “estrechamente vinculado con la época de lluvias, la abundancia y la armonía en agradecimiento a las deidades y antepasados difuntos por una cosecha próspera”.

    De esta manera, los tuquros, pinquillus y pututos que interpretan los músicos del Pujjay son los instrumentos musicales que han sido construidos específicamente para ser interpretados en el tiempo de lluvias, en que la tierra empieza a dar sus frutos y se renueva, en el tiempo del carnaval, en el que coinciden costumbres tradicionales y hechos históricos como los antes citados.

    El Pujllay de Tarabuco ha sido declarado por la UNESCO patrimonio inmaterial de la humanidad •

    BIBLIOGRAFIA

    Thórrez, B., Thórrez, M. y otros (1977). Carnaval de Oruro, Tarabuco y Fiesta del Gran Poder. Editorial Los amigos, La Paz, Cochabamba.

    ASUR, CORDECH, PROYECTO CHUQUISACA NORTE, DESATUR. (1990). Exposición De Textiles Y Trajes Indígenas De Chuquisaca. Homenaje al 450 aniversario de la fundación de Sucre.

    Correo del Sur. (2000), Puño y letra. Entrevista. ASUR, Arte en los andes.

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