La corrupción comienza en casa

Un niño que llora desconsoladamente le dice a su mamá: “El Adrián me ha dicho que mi papá es ‘corrupto’. La progenitora pregunta ¿El hijo de don Marco? Y de inmediato agrega furibunda, “¡Ahora mismo le pediré a tu papá que lo echen del trabajo…!”.

La corrupción comienza en casa La corrupción comienza en casa Foto: Internet

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 07/03/2022 14:32

Un niño que llora desconsoladamente le dice a su mamá: “El Adrián me ha dicho que mi papá es ‘corrupto’. La progenitora pregunta ¿El hijo de don Marco? Y de inmediato agrega furibunda, “¡Ahora mismo le pediré a tu papá que lo echen del trabajo…!”. 

Honestidad y corrupción 

Hablar de honestidad no se refiere a algo arcaico o pasado de moda, no. Ni tampoco se trata de hacerse a los moralistas, como afirman algunas personas. 

La honestidad es un valor moral fundamental que debe primar en cualquier tiempo para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la sinceridad, el respeto mutuo, la justicia, la decencia, el pudor, la dignidad, la rectitud y la honradez, en la forma de ser y de actuar. 

En cambio, la corrupción es la acción y efecto de corromper (depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir y dañar). 

El concepto de corrupción, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se utiliza para nombrar al vicio o abuso en un escrito o en las cosas no materiales. 

Se refiere a algo que se ha echado a perder, que pasa a un estado de pudrición o perversión. Por lo tanto, se alteran las propiedades básicas y pasan a ser mucho más turbias y negativas. 

Según el desaparecido procurador de Francia, Pierre Truche, que enjuició notablemente a Klaus Barbie en 1987, la corrupción es un comportamiento antiguo, hace mucho tiempo ilegal, pero objeto de una práctica tolerada en las altas esferas y por la opinión pública.  

“Hemos entrado actualmente en un período en el que este comportamiento, antes tolerado, ya no lo es más”, manifestó en vida el magistrado francés. 

Mal que aqueja a todos los países del mundo 

Se asevera que la corrupción aqueja a todos los países del mundo y niveles de la sociedad, aunque los estudios indican que el efecto es mayor en países en desarrollo. 

Los escándalos sobre “corrupción” en todos los niveles del Estado boliviano son habituales y, hasta la fecha, ninguna ley ha sido efectiva para reducir su reincidencia. 

Bolivia en el puesto 128 de corrupción 

Las protestas en contra de esta lacra en todas las esferas de la vida social, desde la política, educación, dirigencia, hasta las finanzas, son una constante en la vida pública boliviana. 

Según el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de 2021, publicado en enero de 2022, que clasifica a 180 países en una escala de 0 (totalmente corrupto) a 100 (totalmente limpio), según la situación determinada para cada país, entre mayo de 2020 y mayo de 2021, Dinamarca es la nación menos corrupta del mundo y Sudán del Sur el más corrupto. Bolivia ocupa el deshonroso puesto 128. 

¿La corrupción inicia en casa? 

Gianina Irusta, psicóloga certificada en Disciplina Positiva, preocupada por todas las cosas que los hijos pueden ver y escuchar a sus padres, pregunta. “¿Cuántas de nuestras acciones, palabras, conversaciones, actitudes y comportamientos que tenemos en casa son realmente conscientes, pensadas y reflexionadas? ¿Cuántos de nosotros, ‘los adultos’, tenemos presente ser un buen ejemplo para los que nos observan? 

La profesional toma como ejemplo el caso del feminicida, asesino y violador serial Richard Choque Flores, que el miércoles recibió una condena de 30 años de prisión sin derecho a indulto por el asesinato de Lucy, una de las jóvenes que enterró en su casa en El Alto. 

Recuerda que su apresamiento hace más de un mes generó gran polémica en la sociedad boliviana y destapó una red de corrupción en la que se advierte nombres, apellidos y cargos de quienes participaron directa o indirectamente en su caso. 

“Enmanillado…con una mirada que parece que sentenciara a la sociedad de ser corresponsable de los crímenes que cometió; nos permitió de forma abierta ser testigos de una red de corrupción”, expresa la profesional.  

Según Irusta, muchas opiniones se vertieron acerca del impacto de las cosas que fueron saliendo a la luz en el caso de Choque, sobre su comportamiento y el de las personas que aparecen involucradas.  

Pero ¿Por qué deberíamos cuestionarnos dónde se origina la corrupción? ¿Cómo nos afecta y cómo afecta a los niños y niñas? ¿Será que la corrupción empieza en casa? Interroga. 

“Si nos pusiéramos a recoger las voces de niños y jóvenes para analizar las representaciones que se construyeron sobre la corrupción, desde las acciones cotidianas y la información divulgada en medios de comunicación ¿Qué encontraríamos?”, pregunta Irusta.  

En su opinión, más que evaluar el problema nos darían respuestas definiendo rutas que enseñen a los adultos a actuar con decoro y honradez, en todas las dimensiones de la vida privada y pública. 

Pero…, añade, quejarse y hablar mal de la corrupción no cambia nada; tal vez se debería ir al principio de las cosas y revisar qué tan honestos somos en casa.  

 Corrupción en las cosas simples y complejas 

A veces, de manera sutil y desapercibida, se les enseña a los niños a ponerse el cinturón de seguridad, no por su bienestar, sino porque hay un policía de Tránsito cerca. 

En otras ocasiones, los progenitores les piden a sus vástagos mentir a la persona que está al otro lado del teléfono diciéndoles que no están en casa.  

Otras veces les cuentan con orgullo de la variedad de “chanchos” que hacían para dar examen en el colegio. 

Asimismo, cuántas veces se pasaron los semáforos en rojo, parqueado el vehículo donde está prohibido o decirles que si ven un policía les avisen. En síntesis, les enseñan que “en la vida hay que ser vivos”.  

“Somos unos capos (el ego ensanchado), cuando nos colamos en la fila, cuando la casera no se dio cuenta que nos dio cambio demás o cuando sobornamos al oficial de tránsito. Cuando les damos excusas para que se salven de responsabilidades del colegio e incluso nos asociamos con ellos para que el otro padre no se entere de ciertas cosas. ¡Es un secreto entre los dos!”, manifiesta Irusta. 

También hay —aunque parezca increíble— alguna madre que dice: “prefiero que mi hijo tome en casa, así puedo controlarlo”. “Se les da alcohol a los menores de edad sabiendo que es ilegal”, insiste Irusta.  

Además, muchos padres mienten con frialdad delante de ellos, aparentan ante los demás que todo es perfecto en su familia. En algunos casos, cuando los hijos van creciendo, les enseñan a evadir impuestos, como si fuera natural esconder las cosas.  

Incluso con total cinismo salen y dicen públicamente que el problema de la deshonestidad es que a uno lo descubran o que la corrupción es inherente al boliviano.  

Corrupción a la orden del día 

La psicóloga agrega que en nuestro país se considera tonto al que se deja “cachar”. A diario uno se entera de noticias relacionadas con la corrupción, como por ejemplo los casos de los ítems y las ambulancias fantasma, el pago de comisiones para tener un contrato de trabajo, que muchos políticos reparten. 

Irusta afirma que al interior de muchos hogares sucede lo mismo. En las familias, así como ocurre en la realidad del país, también se genera cortinas de humo.  

A veces, sin razones de peso, los padres destruyen en los chats a ciertos colegios, profesores o niños, con la consigna de “si eres mi amigo, estarás de mi lado para salvar a mi hijo, de las consecuencias de sus actos”.  

En otros casos hasta se interpone demandas legales para defender al que hizo bullying, vendió drogas o golpeó a alguien, sostiene la profesional.  

Las cosas no quedan ahí, Irusta asegura que se favorece la falsedad en un documento público tan importante como la cédula de identidad porque, si no, el hijo no podrá ir al campeonato...  

La corrupción está en todo, hay padres que llegan a cursar dos veces la primaria al hacer la tarea de sus vástagos. Asimismo, pasa cuando se contrata a “alguien” para que haga la tesis, monografía o proyecto que luego presentan como suyo. 

Con esas acciones se enseña a niños y adolescentes que es más importante tener la nota en vez de aprender, inscribirse al curso para engordar con el cartón el currículo, asistir a la reunión por el refrigerio, para que el jefe lo vea o para ganar puntos, “cuando en realidad el fin debería ser aumentar los conocimientos y demostrar la capacidad que se tiene”, sostiene la psicóloga.  

“La lista de hechos es interminable. Y qué vemos ¡Oh sorpresa! Al mirarse al espejo uno se descubre haciendo lo mismo que juzgó y criticó”, sostiene.  

Por supuesto, hay mucha gente transparente cansada de la corrupción y muchos padres que educan en la honestidad.   

La corrupción no solo está entre los políticos y funcionarios públicos, también está en las casas y el asunto es: ¿Qué clase de hijos entregamos al país? 

“Nos queda enseñar con el ejemplo, practicando lo que predicamos. Esforcémonos por ser y no por aparentar”, aconseja la profesional •

 

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