Ñustas del pujllay
Tradicionalmente, el Pujllay parece haber sido una expresión cultural básicamente masculina.
Tradicionalmente, el Pujllay parece haber sido una expresión cultural básicamente masculina. Partiendo del supuesto de haber surgido el Pujllay en conmemoración de hechos históricos en los que la participación de los hombres sobresalió en relación al protagonismo de la mujer; como, por ejemplo, entender que Yamparaes fue uno de los lugares donde el Inka trasladó a sus mitimaes principalmente desde la zona de Lupaca del lago Titikaka (Marthínez, B.N. 1988) quienes se caracterizaron por ser guerreros y vasallos fieles que protegieron el Imperio desde la “frontera Tarabuco”, de los ataques chiriguanos; o porque se recordaba el triunfo de los yamparas sobre las huestes españolas en la batalla de Jumbate el 12 de marzo de 1816.
Sin embargo, nos atrevemos a aseverar fehacientemente la presencia, aunque “invisible”, de la mujer (esposas, madres, hijas, hermanas) junto al varón en toda experiencia de vida, por lo que en estos últimos años con justicia la mujer logra su participación en el Pujllay de Tarabuco.
Es singularmente bella la vestimenta que ostentan en el Pujllay de Tarabuco las orgullosas ñustas o yamparas adolecentes.
Cada pieza de la vestimenta de la ñusta ha sido confeccionada por mujeres ya que “las mujeres son las que mantienen su saber. Ellas tejen en telares desarrollados hace 3.000 o 4.000 años” (Correo del Sur, La vida en un tejido. 2000). Estos telares están conformados básicamente por dos grandes palos colocados sobre el suelo y cuatro estacas que mantienen tensos los hilos de la urdimbre. En dichos telares, las mujeres tejedoras siguen utilizando sabiamente su creatividad libre de todo patrón a seguir, por lo que no se puede encontrar dos piezas idénticas, todas y cada una de ellas son únicas artísticas expresiones de vida y cultura.
Los motivos tradicionales característicos en los tejidos tarabucos (pallado) fueron los quencos, los yuto palma, los T´ika chasca ñawi, los chasca quencos y los pampa yutus, los lauqe laque y los tika quenco. Desde la colonia se introduce otro elemento decorativo común: el caballo. A medida que paso el tiempo “… fueron incluyendo todos los animales cercanos como pájaros, perdices, patos hasta que ahora incluyen escenas de la vida social, la pukara con danzarines del pujllay, la danza de los ayarichis y (…) aparecen nuevos temas como la agricultura, los casamientos, las fiestas, Todos santos, parajes con vida silvestre hasta el cielo con estrellas” (Correo del Sur, La vida en un tejido. 2000).
Para la realización de estos tejidos, utilizan como materia prima lana de oveja que combinan con algodón, logrando un relieve en las figuras del pallay gracias a la diferencia del grosor de los hilos.
Confeccionadas en el telar tradicional, con la habilidad demostrada para el “pallado” se logran estupendas prendas como el ajsu, el chumpi, la llijlla que luce la mujer tarabuqueña sobre la aymilla de color negro que lleva como vestido.
El ajsu (actualmente medio ajsu) “consiste en un cuadrilátero formado por dos piezas con el cual se envuelven desde los hombros hasta los tobillos quedando los brazos afuera y se prende en los hombros con los tupus” (Gisbert, T. 1992), que presenta una parte tejida llana de color oscuro llamada “pampa” y una gruesa guarda “pallada” que muestra diferentes figuras tejidas como las ya antes descritas.
La llijlla, generalmente de color guindo oscuro con pallado en los extremos externos, se lleva a manera de manta encima de los hombros sujetada por uno o más “tupus” de plata.
En la frente de la joven bailarina, se puede observar la llamada “uma chumpi”, especie de cinto tejido adornado con monedas antiguas, mostacillas y cintas largas de diferentes colores que cuelgan a ambos lados de la cara. Sobre la cabeza lleva la “pacha montera” o sombrero de fiesta de copa plana y ala forrada con telas rojas y verdes, profusamente adornado con mostacillas, diversas piezas de encajes blancos que sirven de base como entramado para los bordados y borlas de lanas de diferentes colores que culminan con una mayor en la parte central adornada con hilos de plata.
Completa su vestimenta una gran pañoleta blanca sobre la llijlla, unas ojotas para los pies y una bandera blanca que lleva en las manos moviéndola al son de la música mientras baila dando vueltas alrededor de la Pukara, pero avanzando en sentido contrario al de los varones.
Para todos quienes apreciamos esta extraordinaria vestimenta que expresa arte y cultura viva, nos atrevemos a decir, sin lugar a duda, que tanto los pujllay como las ñustas que participan del Pujllay o carnaval de Tarabuco ¡¡no se disfrazan, se visten de gala!! •
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
Gary Rodríguez, economista y magíster Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (2017), Anuario, Estudios Bolivianos Archivísticos y Bibliográficos. Memoria Yampara. Sucre, Bolivia.
Correo del Sur. (2000), Puño y letra. Entrevista. ASUR, Arte en los andes.
Thórrez, B.N. (1988), América india, Bolivia y Chuquisaca Precolombina. GEOP-Proyecto Cerámica. Sucre, Bolivia.
Blanca N. Thórrez Martínez (2001), Curso simbología textil. Instructora. Swisscontact. Sucre, Bolivia.
Thórrez, B., Thórrez, M. y otros (1977). Carnaval de Oruro, Tarabuco y Fiesta del Gran Poder. Editorial Los amigos, La Paz, Cochabamba.
ASUR, CORDECH, PROYECTO CHUQUISACA NORTE, DESATUR. (1990). Exposición De Textiles Y Trajes Indígenas De Chuquisaca. Homenaje al 450 aniversario de la fundación de Sucre.Gisbert, T., Arze, S. y Cajias, M. (1992), Arte textil y mundo andino. Plural Editores. Impreso en Bolivia.