José de Nazaret
“El padre de Cristo era José, con el que estaba desposada la Virgen cuando, antes de que convivieran, se halló que había concebido del Espíritu Santo”
“El padre de Cristo era José, con el que estaba desposada la Virgen cuando, antes de que convivieran, se halló que había concebido del Espíritu Santo”: eso es lo que escribió Eusebius Pamphili, mejor conocido como Eusebio de Cesarea, en su “Historia Eclesiástica”, tan temprano como en el siglo II.
Entonces, en los primeros años del cristianismo no se discutía tanto sobre el origen divino de Jesús y se lo consideraba hijo de José, el carpintero. No se hablaba de “padre putativo” o adoptivo.
Sin embargo, no todo era tan sencillo en aquellos primeros años. Antes de que los obispos se reunieran en el primer Concilio de Nicea (325 d.C.), y comenzaran a ponerle normas al cristianismo, circularon abundantes escritos que, a partir de aquel sínodo, comenzaron a llamarse apócrifos. Entre ellos figuran evangelios que los obispos simplemente rechazaron por razones que se siguen discutiendo hoy en día.
Y en los escritos apócrifos se puede leer que José tuvo un primer matrimonio con una mujer llamada Melcha, con la que tuvo seis hijos, dos mujeres y cuatro varones, y el menor de todos fue Santiago que, por eso mismo, era considerado “hermano del Señor”. Este vínculo aparece descrito especialmente en el Evangelio de Santiago y es, hasta hoy, una de las razones por las que la veneración a ese apóstol tiene connotaciones distintas a las de los otros discípulos. Recuérdese que Santiago es patrono de España y, por esa vía, llegó a serlo también de varias ciudades de América, incluida Potosí.
Pero, además, ese primer matrimonio de José, y la edad que habría tenido al sacarse con María, refuerzan la teoría de la virginidad de esta última.
Incluso en la “Enciclopedia Católica” de la Agencia Católica de Informaciones (ACI-Prensa) se lee que José tenía 40 años cuando se casó con Melcha y vivió con ella durante 49 años, hasta el fallecimiento de esta última. Un año después de enviudar, se comprometió con María quien, entonces tenía entre 12 a 14 años (¡!). Se había concertado este compromiso con la idea de que el matrimonio iba a ser virginal, pero María apareció embarazada. Eso provocó las dudas de José, quien pensó en abandonarla, pero el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo que ella había concebido por obra del Espíritu Santo así que, finalmente, se casó con ella y tomó a Jesús como su hijo. Eso lo convierte en un modelo de paternidad y la razón por la que se designó a su fiesta patronal como el Día del Padre.
Al margen de la pedofilia que se puede encontrar en este relato, en él se encuentra explicaciones a los hermanos de Jesús, referidos en algunos pasajes bíblicos, ya que estos serían, en realidad, los hijos de José y también es la base para afirmar que María fue virgen hasta su muerte pues José no pudo tener relaciones con ella, debido a su edad.
Patrono universal
En su “Nomenclator Sagrado” o “Diccionario abreviado de Todos los Santos del Martirologio Romano”, de 1861, Joaquín Bastús publicó que San José es el “esposo de la Santísima Virgen María, natural según se cree de Nazaret y de oficio carpintero. Murió al parecer antes de principiar Jesús su predicación”.
“El nombre hebreo José significa perfecto”, agrega.
En un anónimo “Martirologio Romano” de 1953 se puede leer que el 19 de marzo se celebra, “en Judea, el dicho tránsito de san José confesor, esposo de la bienaventurada Virgen María; a quien el Sumo Pontífice Pío XI, accediendo a los deseos de todo el Orbe Católico, declaró Patrono de la Iglesia universal”.
Y, finalmente, la figura de San José fue ensalzada definitivamente en 1889, con la encíclica “Quamquam pluries” del Papa León XIII que explica que “las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que, a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria” •
(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
José antes de San José
Estos son algunos de los textos que fueron compuestos en el Egipto bizantino y recopilados entre los siglos VI y VII bajo el título de “Historia de José el carpintero”. La tradición atribuye el papel de narrador al propio Jesucristo, cuando supuestamente habló de su familia en el Monte de los Olivos:
II. Había un hombre llamado José, natural de la villa de Bethlehem, la de los judíos, que es la villa del rey David. Era muy instruido en la sabiduría y en el arte de la construcción. Este hombre llamado José desposó a una mujer en la unión de un santo matrimonio, y le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras. He aquí sus nombres: Judá, Josetos, Jacobo y Simeón. Los nombres de las muchachas eran Lisia y Lidia. Y la mujer de José murió, según ley de todo nacido, dejando a su hijo Jacobo de corta edad. Y José, varón justo, glorificaba a Dios en todas sus obras. E iba fuera de su villa natal a ejercer el oficio de carpintero, con dos de sus hijos, porque vivían del trabajo de sus manos, según la ley de Moisés. Y este hombre justo de que hablo es mi padre carnal, a quien mi madre María fue unida como esposa.
III. Mientras mi padre José vivía en viudedad, María, mi madre, buena y bendita en todo modo, estaba en el templo, consagrada a su servicio en la santidad. Tenía entonces la edad de doce años y había pasado tres en la casa de sus padres y nueve en el templo del Señor. Viendo los sacerdotes que la Virgen practicaba el ascetismo, y que permanecía en el temor del Señor, deliberaron entre sí y se dijeron: Busquemos un hombre de bien para desposarla, no sea que el caso ordinario de las mujeres le ocurra en el templo y seamos culpables de un gran pecado.
IV. Por entonces convocaron a la tribu de Judá, que habían elegido entre las doce, echando a suertes. Y la suerte correspondió al buen viejo José, mi padre carnal. Y los sacerdotes dijeron a mi madre, la Virgen bendita: Vete con José y obedécele, hasta que llegue el tiempo en que efectúes el casamiento. Mi padre José acogió a María en su casa, y ella, encontrando al pequeño Jacobo con la tristeza del huérfano, se encargó de educarlo, y por esto se llamó a María madre de Jacobo. Luego que José la hubo recibido, se puso en viaje hacia el lugar en que ejercía su oficio de carpintero. Y, en su casa, María, mi madre, pasó dos años hasta que llegó el buen momento.