Santa Rosa en Bolivia
Santa Rosa de Lima nació el 20 de abril de 1586 en la ciudad de Lima. Sus padres fueron el arcabucero puertorriqueño Gaspar Flores y la limeña María Oliva y Herrera.

Santa Rosa de Lima nació el 20 de abril de 1586 en la ciudad de Lima. Sus padres fueron el arcabucero puertorriqueño Gaspar Flores y la limeña María Oliva y Herrera. El 25 de mayo fue bautizada en la iglesia de San Sebastián por el padre Antonio Polanco, el día de la Pascua de Pentecostés, con el nombre de Isabel.
Un día ocurrió algo extraordinario: la niña dormía plácidamente en una cunita hasta que, en un momento, su madre fue a verla si continuaba durmiendo, pero grande sorpresa se llevó pues, en vez de encontrar a la niña, una rosa estaba en la parte que le correspondía la cabecita. Profundamente impresionada por el prodigio, fue de inmediato comunicar a su esposo y parientes. Sugirieron que se le pusiera el nombre de Rosa. En 1591, a los cinco años ve su verdadera vocación. Se priva de comer frutas; ama la soledad, pasa el día en el huerto y se corta el cabello a imitación de Santa Catalina de Siena.
En 1597, es confirmada por el arzobispo de Lima Santo Toribio de Mogrovejo con el nombre de Rosa. En 1607, anuncia su deseo de ingresar al Monasterio de Encarnación de las monjas agustinas. El 30 de agosto hizo su profesión religiosa ante el prior del convento. En el año 1611 adopta el nombre de Rosa de Santa María; el año 1617, 1º de agosto; anuncia que su muerte se avecina: un 24 de agosto.
Convertida en Santa Rosa de las Monjas, a los 31 años de edad, pronunció las palabras “Jesús, Jesús se conmigo”, muere y entrega su espíritu tranquila.
Luego de más de 50 años, en 1671, 12 de abril, es canonizada por el Papa Clemente X que la declara Patrona de América, Indias y Filipinas y dispone el 30 de agosto para su veneración. (UNMSM. Sistema de Bibliotecas 2002-2007 Lima- Perú)
Se investigó en la bibliografía de historiadores peruanos que se dedicaron a indagar sobre la biografía de Santa Rosa de Lima y ninguno afirma que la Santa vivió en el Centro minero de Porco. Apoyados en la tradición oral, que pervive en ése centro minero colonial, se logró rescatar testimonios de la época colonial (siglo XVII).
En el asiento minero de Porco; los incas explotaban plata, fundían artesanalmente en hornos llamados “huayrachinas”, luego trasladaban el metal precioso en miles de llamas durante meses de viaje hasta el Palacio del Inca, el gran “Qorykancha” cuyos muros eran cubiertos con láminas de plata. Antes de la explotación del Cerro Rico de Potosí, los españoles, anoticiados de la existencia de las minas de plata en Porco, inicialmente llegaron allí en busca de fortuna y siguieron con la explotación. El tiempo transcurría, y se supo de la noticia de que se descubrió otro yacimiento de plata mucho más grande; el Gran “Sumaq Orqo”.
En referencia al tema central de esta nota, “Santa Rosa de Lima”, cuyo padre don Gaspar Flores se había enrolado en el ejército que invadió América; un día se anotició que en una lejana tierra se precisaba los servicios de personas para la administración de trabajos mineros. Fue así que Don Gaspar resolvió preparar viaje llevándose a su esposa y su apreciada pequeña hija Isabel. El viaje desde la ciudad de Lima no fue sencillo, pues en la época colonial, se lo tenía que realizar penosamente a lomo de bestia y afrontar las inclemencias del tiempo y los peligros naturales. La fama que iban adquiriendo las riquezas mineras de Qolqe Porko anoticiaron a las poblaciones ocupadas por españoles y en grandes caravanas se dirigían hacia ese centro minero.
En aquel entonces, la niña Rosa contaba solamente con cuatro años de edad y era imprescindible prestarle las mayores atenciones para mantener su salud. La llegada de la familia Flores a Porco, distante a 23 leguas de la Villa Imperial de Potosí, se produjo a mediados del año 1590. En ese centro minero ya existían una considerable cantidad de españoles y mestizos dedicados a la extracción de minerales de la rica veta del cerro de Qolqe Porko. Los que habitaban el campamento minero vivían en precarias casas construidas con muros de piedras y techos de paja brava (en síntesis, eran tan sólo “rancherías”. El frío intenso era soportado, un sufrimiento permanente que sólo la codicia podría soportar. Pedro Fernández de Velasco, un minero acaudalado, contrataba una considerable cantidad de trabajadores en Qolqe Porko. Allí trabajó por buen tiempo don Gaspar Flores, aunque no de buena gana. Fue testigo del intenso trabajo y los permanentes ultrajes que se inferían a los infelices aborígenes.
La pequeña Rosa crecía, bondadosa como siempre, gustaba tener contacto con los pequeños indiecitos del pueblo con quienes jugaba cerca de una vertiente de donde se aprovisionaban agua los pobladores. En las proximidades del “ojo de agua” existe una gran piedra, en la que, de acuerdo a la tradición oral recogida; se cuenta que la niña Isabel (Rosa) jugaba resbalando (tobogán de piedra; “suchuna”). Esa piedra es conservada hasta el presente y los vecinos la observan con respeto. Al parecer, la permanencia de Rosa y sus padres en la tierra fría de Qolqe Porko fue muy corta, pues retornaron a Lima tres años más tarde, sin mucho éxito y con muchos problemas.
Pasado el tiempo, llegaron noticias al centro minero de Qolqe Porko; que en fecha 12 de abril de 1617, la niña Rosa, que vivió tres años en ese campamento minero, se convirtió en una santa y fue canonizada por el Papa Clemente X y fue declarada PATRONA DE AMÉRICA. Motivados por ese acontecimiento, en el campamento minero de Qolqe Porko; los españoles, mestizos y aborígenes; erigieron un templo católico, con arquerías y posas en su atrio, para perpetuar la memoria de Santa Rosa. Fueron contratados artistas pintores y escultores que ornaron con cuadros y esculturas dedicados a la santa. En la escultura titular de Santa Rosa, en el pecho, existía una valiosa reliquia traída desde Lima Perú; consistente en un “medallón (relicario) que guardaba restos óseos de la Santa Venerada). El suscrito aún lo vio en el año 1992, lastimosamente durante los últimos años fueron robados junto a otras obras de arte.
El templo se encuentra en completo abandono, su retablo en mal estado de conservación •
(*) Cristóbal Corso Cruz es Presidente de la Sociedad Geográfica y de historia “Potosí”.