Volvió don Wilson
El viernes, Potosí recordó los 91 años del nacimiento de Wilson Mendieta Pacheco, “el mejor potosino que parió Tarija”.
El viernes, Potosí recordó los 91 años del nacimiento de Wilson Mendieta Pacheco, “el mejor potosino que parió Tarija”.
Que haya nacido el 1 de abril no fue simplemente una coincidencia. Ese es el día en el que se recuerda la posesión del Cerro Rico de Potosí, que marcó el nacimiento de la ciudad de ese nombre, una que Mendieta amó como pocos.
Ambos nacieron el mismo día, aunque en siglos distintos, y ese es un detalle que el periodista y escritor hacía notar siempre. Nacido en Tarija, don Wilson decía que “potosino no solo es el nacido en Potosí. Potosino es el que vive y trabaja por Potosí” y él lo hizo durante casi toda su existencia.
Partió de esta vida el 9 de julio de 2005 y su falta se siente hasta hoy. Él era el embajador de Potosí porque, cada vez que salía al interior y exterior del país, hablaba siempre de la Villa Imperial, promocionándola. La mayoría de su producción bibliográfica está dedicada a la ciudad del Cerro Rico: “Gentes y caminos de Potosí” (1976); “Potosinos ilustres” (1987); “Potosí, Patrimonio de la Humanidad” (1988); “La Casa de Moneda de Potosí” (1991); “El descubrimiento de América y Potosí” (1992) y “Potosí: el monedero de Los Andes” (2002), entre otros.
El viernes, al recordar el natalicio de Mendieta y los 477 años del nacimiento de Potosí, sus hijos, Patricia y Pablo Mendieta Ossio, donaron la biblioteca del escritor a la Casa Nacional de Moneda.
La colección bibliográfica de don Wilson estaba en el que fue su estudio, en el hostal Libertador, de la calle Millares. Desde su partida, pocos habían ingresado al lugar, así que estaba sin utilizarse. Fue voluntad de sus hijos poner ese acervo a disposición de los lectores que visiten la ceca, donde también funcionan un archivo y biblioteca.
A partir de ahora, todos esos libros forman el fondo Wilson Mendieta Pacheco y todos sus ejemplares serán debidamente catalogados, para cualquier consulta.
Catalogar la biblioteca de Wilson Mendieta tomará tiempo pero, por de pronto, quienes nos acercamos a ella identificamos dos novelas que, pese a que fueron premiadas, han pasado al olvido.
Una de ellas es “No haya paz en tu tumba”, de Rubén Ochoa Uribe, ganadora del gran premio de novela 1976 del certamen Franz Tamayo, recientemente recordada en la antología de Martín Zelaya, que está acompañada de la invitación al acto de entrega de premios que formulara en 1978 el entonces alcalde de La Paz, Mario Mercado Vaca Guzmán.
La otra es “Ithapallo”, la única novela publicada de Ricardo Bohórquez Ramírez, uno de los últimos integrantes de Gesta Bárbara oficialmente reconocidos como tales por Carlos Medinaceli.
Ambas obras están dedicadas con palabras de grandes hombres para un gran hombre. Y, desde luego, llevan sus firmas así que son ejemplares dignos de exhibición.
Cuando falleció, Wilson Mendieta Pacheco era el director de la Casa de Moneda, el custodio de esa colosal construcción, en el tiempo en el que la política partidaria no se había incrustado en la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia y los directores de los repositorios eran los mejores investigadores de sus respectivas ciudades. Con la donación de su biblioteca, don Wilson ha vuelto al repositorio al que dedicó los últimos años de su prolífica vida •