“Bárbaro” homenaje

Bajo la lupa del investigador, todos los números de “Gesta Bárbara” aportan descubrimientos sobre el más prestigioso grupo literario que tuvo Potosí. El número 6 no es la excepción, pero su principal característica es que incluye un homenaje a Ricardo Jaimes Freyre, desde la portada.

Fotos coloreadas de Jaimes Freyre, tomadas de Nexos, colectivo cultural.

Fotos coloreadas de Jaimes Freyre, tomadas de Nexos, colectivo cultural. Foto: SIHP

El homenaje de Alberto Saavedra.

El homenaje de Alberto Saavedra. Foto: SIHP

Este artículo era de Jaime Mendoza

Este artículo era de Jaime Mendoza Foto: SIHP

Grabado hecho por Ricardo Bohórquez.

Grabado hecho por Ricardo Bohórquez. Foto: SIHP

La tapa del número 6 de Gesta Bárbara.

La tapa del número 6 de Gesta Bárbara. Foto: SIHP


    Juan José Toro Montoya
    Ecos / 03/05/2022 02:04

    Bajo la lupa del investigador, todos los números de “Gesta Bárbara” aportan descubrimientos sobre el más prestigioso grupo literario que tuvo Potosí. El número 6 no es la excepción, pero su principal característica es que incluye un homenaje a Ricardo Jaimes Freyre, desde la portada.

    La tapa de este número se imprimió en papel grueso de color salmón y carece de colores. La dedicatoria lleva el título “Símbolo” y este texto:

    “Llaman desde el fondo de los años, las anónimas legiones de la Epopeya Libertaria, imponiéndonos un homenaje, de gratitud y de recuerdo.

    “Plácenos, tributarles el que merecido tienen, en la persona del más alto portalira americano que es alma de un glorioso pasado y honra nuestra: 

    “Don Ricardo Jaimes Freyre

    Y vos Señor: Liróforo y Maestro, recibid aquestos folios en los que es verso el sentimiento; admiración la frase...

    “LOS BÁRBAROS”

    Aunque la firma es grupal, se sabe que estos textos introductorios eran redactados por Carlos Medinaceli, que fue el director de la revista. El estilo también delata su pluma.

    En la siguiente página, y a guisa de carátula, aparece un homenaje de Alberto Saavedra Nogales y a continuación está un artículo descriptivo firmado por Jaime Mendoza con el título “Jaimes Freyre en la universidad femenina”. 

    Pero, sin duda, el homenaje más importante es el del hermano del poeta, Raúl Jaime Freyre, que estaba en Potosí en los días que se editaba este número, así que los bárbaros le arrancaron un anticipo del libro que había proyectado sobre él (lo publicó en 1953 con el título de “Anecdotario de Ricardo Jaimes Freyre”) y que reproducimos íntegro en recuadro aparte. El texto solo aparece firmado, al final, con las iniciales R.J.F.

    En la sección de “Sucesos” se advierte, además, que Raúl estaba a punto de emprender viaje a La Paz. “Buen viaje, y que la ausencia no sea larga”, decía la revista.

    En esta misma sección salta, también, el nombre de un “bárbaro” desconocido: “—José Baldivieso S., bárbaro de aptitud, ha ingresado a la redacción de ‘Gesta Bárbara’”, dice en las últimas líneas.

    Aquí también se avisa que Medinaceli viajó a su propiedad de Vichacla, cerca de Cotagaita, donde iba a permanecer algún tiempo con el fin de “oxigenarse”. Se sabe que en esas largas temporadas en el campo comenzó la escritura de “La Chaskañawi”.

    Este número es uno de los que menos páginas tienen, apenas 24, y denota los esfuerzos que se hacía, primero, para pagar las deudas contraídas tras la publicación de los primeros y, segundo, el esfuerzo en seguir publicando. El número 4 se había impreso en la Tipografía Artística, el 5 en la Tipografía de la Botica “Boliviana” y este, con el homenaje a Jaimes Freyre, en la imprenta de Ángel Santelices. Su precio fue de 50 centavos.

    Pero la cantidad es compensada con la calidad: hay dos cuentos imperdibles, “Deshonra y sangre”, de Félix Mendoza, y “Página Roja”, de José Enrique Viaña. También es notable el poema “Musa idílica”, de Gregorio Reynolds. 

    Aunque se lo consideraba, y considera, potosino, el homenajeado nació en el Consulado de Bolivia en Tacna el 13 de mayo de 1866 y murió en Buenos Aires el 24 de abril de 1933. Sus restos fueron repatriados junto a los de su padre, Lucas Jaimes, y los de ambos reposan en el Mausoleo de los Ilustres de la Catedral de Potosí a donde llegaron, en febrero de 2019, los de Carlos Medinaceli • 

    (*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

    Apuntes para una biografía

    Ricardo Jaimes Freyre es un hombre de vida novelesca aunque está muy lejos de ser un bohemio. ni aún en el ingenuo sentido que suele darse a esta palabra: por el contrario tiene alma de gran señor, en verdad un tanto antigua, a la manera romántica: su continente altivo, su cortesanía, su habla culta y su aire quijotesco piden a gritos el chambergo empenachado, la gorguera almidonada, las botas y la espada, y un tercio para luchar en Flandes. Así se le ve recorrer las calles de la floreciente Tucumán. con paso mesurado y orgulloso de hidalgo, retorciéndose el fino mostacho y empuñando los guantes y el bastón, El forastero, que no le conoce, vuelve la cabeza para contemplarle, y se queda estupefacto ante la vision anaerónica que le ofrecen los largos y ensortijados cabellos, la corbata de artista, el gesto desdeñoso y el mirar pensativo.

    En sus ojos hay algo que sugiere la existencia de un misterioso secreto, ¿de un drama, acaso? de hondos pesares y de un grande amor. Sus ojos han visto el tumultuoso alelar de muchas ciudades populosas: ha oído el rumor de selvas centenarias; ha contemplado la infinita extensión de los océanos; ha posado su mirada sobre las montañas de perennes alburas y extraviado su vista en las inmensurables pampas.

    Conoce el hastío de todos los honores, la fatiga de todas las aventuras, la vanidad de todos los triunfos; faltábale tan sólo sentir el peso de la corona, que ahora le ofrece la República Argentina.

     Algunas anécdotas

    Es Ricardo un famoso y empedernido fumador: y este pequeño vicio de los grandes hombres, ha llegado a dañar su salud en tal manera que sufrió, no ha mucho, un acceso cerebral. El médico llamado al caso le prohibió que continuara usando del tabaco, a lo que respondió el poeta —Convenido doctor, pero en tanto que me decida fumemos un cigarro.

    La vez primera que estuvo en Tucumán, ciudad en la cual debía después radicarse, fue pre sentado al Gobernador Don Silvano Bores, distinguido hombre público; que había conocido à Bolivia, en representación de su país como ministro plenipotenciario. Este le dijo, creyendo ser muy amable: —He sido amigo de su ilustre padre y sé que es Ud. un joven de mucho lento, que ha de llegar muy lejos —De ahí vengo, fue la respuesta de Jaimes Freyre. 

    En París se reunieron una tarde Darío, Lugones y otros literatos, entre ellos Ricardo, por supuesto que él hacia el gasto de la conversación, con su verba inagotable. Lugones, que es muy metódico, exclama sobresaltado —Señores es la una. Todos se asombraron de que hubieran pasado tan rápidamente las horas: entonces dijo Darío —Hemos estado escuchando doscientos años al ruiseñor, como el monje de la leyenda.

    Tiene una memoria privilegiada, en un banquete que le dieron los escritores de España, después del éxito obtenido en el Ateneo, le tocó sentarse junto al académico que firma con el pseudónimo de Zeda. En el curso de la conversación díjole —Señor Villegas, tal es el nombre de este autor, conozco muy bellas poesías suyas -Sufre Ud. una equivocación, fue la respuesta, yo no escribo versos. Un tanto molestado, Jaimes Freyre se dio a buscar en su memoria alguna poesía de Zeda, al cabo de un buen rato recordó íntegramente una y se la recitó entre grandes muestras, mímicamente expresadas, de admiración de Zeda, que al concluir le dijo —¡Que hermosa poesía! ¿Es de Ud? —No señor, respondió Ricardo, es de Ud. —¡Cabal! exclamó Villegas. ahora recuerdo que en mi juventud... pero no cuente Ud. esto a nadie... Por el contrario, rectificó Jaimes Freyre. Voy a contar siempre que Ud. ha elogiado mucho una poesía suya, creyendo que era mía.

    Discutían con un ministro, orgulloso de su alto cargo, sobre el mérito de una obra literaria y éste dijo —Es cuestión de opiniones —Efectivamente, replicó el poeta, pero la de Ud. tiene poca importancia, porque es la de un aficionado, en tanto que la mía es de un profesional. Hasta mis versos me gustan, solía decir el gran Darío, recitados por Jaimes Freyre.

    Raúl Jaimes Freyre

     

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