Puente Sucre: un hito
Una de las obras emblemáticas de los inicios de la ingeniería en Bolivia es el famoso “Puente Sucre”, sobre el río Pilcomayo y entre los departamentos de Chuquisaca y de Potosí.
Una de las obras emblemáticas de los inicios de la ingeniería en Bolivia es el famoso “Puente Sucre”, sobre el río Pilcomayo y entre los departamentos de Chuquisaca y de Potosí. La estructura ha vencido al tiempo y su estética es, hasta la actualidad, de gran atracción para el viajero, a pesar de presentar algunos deterioros.
Aniceto Arce (Tarija 1824 – Sucre 1906), hijo de una modesta familia sureña, llegó a ser uno de los industriales más importantes del siglo XIX como uno de los “Patriarcas de la plata”. Fue presidente de Bolivia entre 1888 y 1892. Como empresario minero y como primer mandatario trabajó intensamente para atraer profesionales europeos al país. Su aporte al desarrollo de la ingeniería boliviana destaca en diferentes facetas.
El nombre de Arce aparece en varios momentos porque él fue el impulsor de la construcción de carreteras, puentes y ferrocarriles, principalmente en la zona occidental del país y hacia el norte. Fue el primer gran millonario boliviano con su Compañía Huanchaca, militante del Partido Conservador y propulsor de la democracia con orden.
Según recuerda la historiadora María Luisa Soux (conversación personal, abril 2022), Aniceto Arce conoció al ingeniero Louis Soux en la Exposición Universal de París. (posiblemente en 1878). El joven era uno de los mejores alumnos de la Escuela Técnica de París, y fue elegido para guiar al político boliviano en su recorrido por los pabellones. Arce apreció su capacidad y le propuso trabajar en sus minas en Colquechaca. Soux llegó a Potosí junto a otros ingenieros franceses y marcó toda una revolución en las técnicas del trabajo en la minería, especialmente en el Cerro Rico.
Soux era de origen campesino, del sur de Francia, pero era un muchacho destacado y un tío lo incentivó a estudiar. Posteriormente ganó becas y se le abrió un futuro en su propio país. Es un ejemplo de migrante que no viene por problemas económicos o por experimentar aventuras, sino ya era un profesional y tenía un buen trabajo en Bolivia.
Soux viajó en barco hasta Buenos Aires, por tierra hasta Tucumán y en mula hasta Potosí y luego hasta Sucre. Trabajó en las minas de Arce, actividad productiva en la que estaría implicado a lo largo de su vida. Igualmente conoció los proyectos camineros de Arce, que fueron de su interés para aplicar sus conocimientos matemáticos.
El ingeniero era especialista en cálculo y fue contratado para prever los materiales y los pesos que se necesitaban, aprovechando las modernas tecnologías, para construir el puente sobre el Pilcomayo y el puente entre Sucre y Cochabamba sobre el Río Grande, ambos colgantes. Los dos se convirtieron en piezas centrales para acelerar la comunicación interna.
Se casó con María Hernández y compartió las minas que ella heredó en el Cerro Rico de Potosí, además compró otras minas. Se dio cuenta que el ciclo de la plata declinaba y que asomaba el ciclo del estaño. Su formación lo ayudó a reparar andariveles o realizar tareas fundamentales de toda mina como los ingenios, los socavones.
Su suegro era dueño de varias fincas entre Potosí y Sucre. Compraron la hacienda Cayara por la caída del agua y ahí puso la usina eléctrica. El monumento que lo homenajea en Potosí lo muestra con un foco en la mano. Cayara quedó en manos de una de sus tataranietas, después de sucesivas herencias y actualmente es un hotel museo.
Solo una vez volvió a Francia. Hizo su vida en Potosí, ayudó con su esposa a la fundación del Hospital Bracamonte. Un hijo de Lou Soux se emparentó posteriormente con los descendientes de la familia Muñoz Reyes, a través del matrimonio de la nieta de Juan Muñoz Reyes, fundador de la SIB y de la dinastía de ingenieros Muñoz Reyes.
Su empresa se llamaba Soux y Hermanos. Con la crisis del 29 se fue descapitalizando y Mauricio Hoschild le compró sus propiedades.
El “Puente Sucre” formaba parte de un momento de grandes construcciones en el país, sobre todo en La Paz y en Oruro. Por ejemplo, uno de los fundadores de la SIB, Arturo Posnansky, edificó su residencia en el centro paceño en estilo neotiahuanaco (1909), actual Museo Nacional de Arqueología. También se construyeron residencias como el actual Club Libanés en el Paseo del Prado, las oficinas de la actual COBBE en la calle Loayza, utilizando hierro forjado, grandes ventanales, balcones. O la famosa Aduana construida por Miguel Nogué entre 1915 y 1920, el destacado ingeniero catalán.
Esas edificaciones fueron inspiración para futuros trabajos de arquitectos y de ingenieros, sobre todo en las primeras décadas de la SIB.
Las torres del “Puente Sucre” miden cerca de 30 metros. Según reconocen los especialistas, la edificación contó con cinco fases: “la primera consiste en un soporte principal que da fuerza y consistencia a las torres; la segunda fase tiene la forma de ojiva, que se empezó a utilizar en el viejo continente a partir del año 1300 y embellece la obra. La tercera fase es la unión de las torres y la conexión que les da estabilidad para su mantenimiento y la unión de los cables de acero. Una cuarta fase se asemeja a un campanario de las iglesias en el que se emplazan los soportes de los tensores de acero conectando las torres que están en territorio chuquisaqueño con los del lado potosino. La quinta fase es una especie de torre militar característica de la época medieval totalmente europeizada”. (Correo del Sur, 19 01 2020)
El “Puente Sucre tiene 200 metros de largo, “cuelga de hilos de acero que fueron tejidos uno tras otro hasta agrupar aproximadamente 150 cables con un peso total de dos toneladas que se sostienen en dos pares de torres que tienen el estilo gótico. Sus piedras, de primera calidad, se caracterizan por ser duras y muy poco porosas. A esto se suma el ladrillo de una consistencia única que le permite soportar los embates de la lluvia y el viento”.
“La piedra y el ladrillo fueron trabados por calicanto ya que en esa época no se conocía el cemento. La obra arquitectónica se complementa con arena como parte de los materiales utilizados para su construcción”.
“La plataforma está sostenida por acero especial que fue trasladado desde Francia, íntegramente para este puente, y la madera fue tratada con un líquido protector que permitía contrarrestar el agua”.
El puente, calculado por Soux, fue realizado por el ingeniero Julio Pinkas, otro migrante europeo. Es una construcción que el viajero puede divisar desde lejos, como un espejismo de un antiguo castillo medieval. Fue denominado “Sucre” en homenaje al ingeniero patriota Antonio José de Sucre. Cuelga entre los municipios de Yotala (Chuquisaca) y Betanzos (Potosí).
El ingeniero Julio Knaudt, otro de los fundadores de la SIB, fue el responsable de la ejecución de los planos, recién llegado al país. Aunque no se conoce la fecha de su entrega, la construcción está datada entre 1888 y 1892. El puente ayudaba al intercambio y a la circulación de productos, sobre todo agrícolas, al paso de las caravanas de mulas, pero sobre todo al transitar de los habitantes de las orillas que quedaban asilados en la época de lluvias.
La colaboración entre estos tres ingenieros revela la importancia de la transferencia de conocimientos, la especialización de cada uno y cómo los primeros ingenieros bolivianos formados en el exterior se contactaron con sus colegas más experimentados.
El puente fue un lugar emblemático durante la Guerra del Chaco pues por él desfilaron los combatientes chuquisaqueños y potosinos que iban al sureste. Ahí recibían la última bendición de sus madres o madrinas. Durante ese conflicto, otro puente fue construido más al sur, sobre el mismo río Pilcomayo. •