Una de piratas

El rey de los piratas le ganó a la reina de los mares.

Amber Laura Heard

Amber Laura Heard Foto: AFP

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    Redación ECOS
    Ecos / 06/06/2022 23:02

    El rey de los piratas le ganó a la reina de los mares.

    La analogía es forzada, es cierto; pero estamos hablando de violencia doméstica, una situación en la que casi todo es forzado.

    El actor John Christopher Depp II, de 59 años, mejor conocido por Johnny Depp y célebre particularmente por interpretar al capitán Jack Sparrow en la saga “Piratas del Caribe, enjuició por difamación a su exesposa, la actriz Amber Laura Heard, de 36, que solo alcanzó la fama cuando encarnó a la reina atlante Mera en las películas de Aquaman y la Liga de la Justicia.

    El juicio se sustanció en el condado de Fairfax, Virginia, Estados Unidos, entre el 11 de abril al 1 de junio de 2022 y terminó, en primera instancia, con una sentencia dividida, puesto que señala que las dos estrellas de Hollywood se difamaron mutuamente, pero la cuantía de las multas a pagar termina favoreciendo a Depp, que, restando la suma a favor de Heard, tendría que recibir 13 millones de dólares.

    El juicio, que se convirtió en el más mediático del año, desnudó una vida marital de maltratos de una y otra parte, aunque los testimonios que desfilaron por el estrado apuntaron hacia Amber como la principal maltratadora en su relación.

    Manipuladora

    El psicólogo forense Jaime González sostiene que la sentencia sienta jurisprudencia sobre las falsas acusaciones.  

    Afirma que muchos psicólogos, incluido él, coinciden al pensar que Amber Heard es una psicópata que aparenta ser una persona encantadora, con una tremenda capacidad de manipulación y una ausencia total de empatía.  

    Contextualiza que todas las conductas que Heard manifestó durante el juicio están bien documentadas: evoca que cuando ingresaba en la sala lo hacía con una actitud soberbia, después de sentarse prácticamente iniciaba una actuación, comenzaba a llorar y relatar “con lujo de detalles” lo que supuestamente le había hecho Depp. 

    Recuerda que Camille Vásquez, abogada de Depp, con la ayuda de psicólogos forenses fue desnudando la manipulación que estaba ejerciendo Heard en contra de todos.  

    En este contexto, Gonzáles pregunta: ¿Qué pasa con las víctimas de difamación que no tienen la fama ni el dinero que posee Depp? Y él mismo responde: “Muchas veces, las personas se arriesgan a estar detenidas y condenadas”.  

    Agrega que, por eso, todos los grupos machistas y misóginos brincaron manifestando que Depp es el ejemplo de que hay muchos hombres que son víctimas de violencia.  

    “Entonces, es un arma de doble filo porque ahora ya hay jurisprudencia respecto a mujeres que pueden construir mentiras muy bien elaboradas que resultan tan creíbles y dejan a todos estupefactos”, comenta. 

    Señala que en Sucre hay hombres que hace años denunciaron ser víctimas de difamación y hasta ahora no se les ha compensado ni un solo boliviano pese a que se comprobó que las denuncias eran falsas. 

    El psicólogo forense dice que la Ley Integral 348 Para Garantizar a las Mujeres Una Vida Libre de Violencia está mal enfocada porque no es preventiva sino eminentemente sancionadora. 

    El tipo de trastorno de personalidad que tiene Heard siempre ha sido atribuido a los hombres, pero, cuando ocurre con una mujer, sorprende, pues se tiene la idea errónea de que es incapaz de hacer algo así. 

    El profesional dice que, por esa razón, cuando se hace la valoración de una mujer que presenta una denuncia, es muy importante pedir que se evalúe su personalidad para ver de qué tipo es y tener las luces de si tiene el perfil de una víctima o de alguien que puede manipular a todo el sistema de justicia. 

    “La justicia tiene que llegar a la verdad histórica de los hechos sin atribuir culpabilidad en razón de género, origen racial y edad. Desde esa justicia realmente se podrá construir un mundo mejor”, reflexiona. 

    Patriarcado

    Pero las apreciaciones del forense, que es varón, no concuerdan del todo con las profesionales mujeres que consultamos respecto a este caso.

    Así, la politóloga Evelyn Callapino, que forma parte de la organización colectiva Mujer de Plata, dice que “la gente suele seguir casos tan mediáticos como éste y no suele ver su realidad próxima, eso es una pena”. 

    “El caso de Heart está siendo exaltando por los movimientos ultraconservadores para desacreditar la lucha feminista en el mundo. En este sentido me parece importante analizar contextos, vivimos en sociedades machistas y ello tiene una evidencia histórica. Efectivamente pueden existir casos en los que implique violencia de ambas partes o que exista difamación de por medio; sin embargo, no tendría por qué pensarse que las mujeres únicamente quieren difamar. Los feminicidios siguen ocurriendo, las violaciones a niñas se incrementan todos los días. Este caso no tendría por qué minimizar la magnitud de la problemática de la violencia hacia las mujeres en Potosí y en el mundo”, agrega.

    Por su parte, la abogada Eunice Cruz, que fue jefa de la Unidad de Género y Generacional de la Alcaldía de Potosí recuerda que, pese a su nombre, la Ley 348 se extiende a la familia y postula la armonía, traducida en la “coexistencia y convivencia pacífica entre mujeres y hombres”, además que el artículo 15 de la Constitución Política señala que “nadie será torturado, ni sufrirá tratos crueles, inhumanos, degradantes o humillantes”, lo que se extiende, también, a los varones.      

    El problema, según ella, es que los hombres no se atreven a denunciar la violencia que efectivamente sufren por el temor a ser objeto de burlas y ese es el resultado de una sociedad conservadora, colonial y patriarcal como la boliviana.

    La sociedad patriarcal ha extendido roles y el de la mujer es el de la persona maltratada mientras que el hombre ejerce el papel del maltratador, el que tiene el poder de usar la violencia.

    Cuando un hombre es maltratado, no está cumpliendo el rol que le asigna la sociedad patriarcal, invierte las cosas y, por tanto “está saliendo del mandato social que tiene como hombre” y, por ello, en lugar de solidaridad, recibe condena, dice Cruz. 

    “Los hombres no muestran su vulnerabilidad por ese reproche social”, señala y agrega que “el sistema patriarcal no solo oprime a las mujeres, sino también a los hombres que ni siquiera pueden llorar, porque eso es mal visto”.

    Por tanto, una situación como la de Johnny Depp, que no solo mostró públicamente que era maltratado, sino que hasta recibió con humor las confesiones de infidelidad de su exesposa, no se daría en Bolivia debido, precisamente, a la presión social que ejerce el patriarcado.

    Aquí no hay reyes piratas ni reinas de los mares, solo hombres y mujeres igualmente oprimidos por un sistema que los somete por igual. Y no es una MERA coincidencia. •

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