A broken America

Que EE.UU. le haya cerrado la puerta de la IX Cumbre de las Américas a los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela no pareció importar mucho a la gente, salvo a sus aliados políticos

El otro gran tema a tratarse era el de la migración, pero Lopez Obrador no fue.

El otro gran tema a tratarse era el de la migración, pero Lopez Obrador no fue. Foto: AFP

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, junto a otros altos cxargos de la A, incluido Luis Almagro.

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, junto a otros altos cxargos de la A, incluido Luis Almagro. Foto: AFP

Indígenas de la Amazonía fueron a participar, pero debieron contentarse con mirar.

Indígenas de la Amazonía fueron a participar, pero debieron contentarse con mirar. Foto: AFP

La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, habla con líderes afroamericanos.

La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, habla con líderes afroamericanos. Foto: AFP

Los indígenas de la Amazonia protestaron contra Bolsonaro.

Los indígenas de la Amazonia protestaron contra Bolsonaro. Foto: AFP


    ECOS, con datos de AFP
    Ecos / 14/06/2022 00:05

    Que EE.UU. le haya cerrado la puerta de la IX Cumbre de las Américas a los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela no pareció importar mucho a la gente, salvo a sus aliados políticos, pero hacer lo mismo con los indígenas de la Amazonia que viajaron hasta Los Ángeles a pedir que se asuma medidas para proteger su ecosistema solo tiene un nombre, exclusión, y eso es exactamente lo contrario de lo que se suponía que iba a ser ese encuentro continental.

    Tras los desastrosos efectos de la pandemia de covid-19, que dejó al descubierta profundas grietas en casi todos los países, particularmente los de esta parte del planeta, esta cumbre debía ser la de la inclusión, tanto que se lema era ”Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”, pero su equidad se puso en duda cuando los organizadores se pusieron selectivos: “este no va, este no va, este tampoco”, dijeron respecto a tres gobernantes, los ya señalados, y eso provocó reacciones entre sus allegados.

    En Bolivia, el presidente Luis Arce dijo que no asistiría si no se invitaba a sus homólogos de Cuba, Nicaragua y Vemnezuela y cumplió, pues envió solo a representantes. Y, aunque duela reconocerlo, hay que admitir que su ausencia pasó desapercibida. La que sí se lamentó fue la del presidente de México, Andrés Lopez Obrador, con quien debía hablarse de un problema que no hace sino crecer: la migración hacia EE.UU.

    ¿Por qué no se invitó a Miguel Diaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro? Desde el gobierno de Joe Biden, que prometió “limpiar” EE.UU. de las secuelas del gobierno discriminatorio, misógino, racista y segregacionista de Donal Trump, esos tres presidentes son considerados dictadores, gobernantes dañinos para la democracia, y, por tanto, no podían ir a “su” cumbre.

    Que la condena al autoritarismo provenga de un gobierno que se considera progresista parece lógico, pero no toma en cuenta los antecedentes que la Casa Blanca tiene en esta tema. Como se puede leer en el recuadro, Washington condena a los dictadores que le conviene y no tieme empacho en abrazarse con otros.

    Por eso, la pregunta que se hizo AMLO antes de decidir que no iría a la cumbre es prefectamente razonable: “No se invita a todos a la Cumbre porque se les considera dictaduras o porque no son buenas las relaciones que tienen con esos países (...) ¿Quién autoriza a una nación a excluir a otra? ¿Hay gobierno mundial? No”, dijo el presidente de México, y no fue. Y su ausencia se sintió. La de Arce, no.

    Indígenas excluidos

    Representantes indígenas de la Amazonía denunciaron haber sido excluidos de la Cumbre de las Américas que tenía en su agenda la discusión sobre el cambio climático.

    "Las voces indígenas no están siendo oídas en la Cumbre de las Américas", afirmó Atossa Soltani, fundadora y presidenta de la oenegé Amazon Watch. "Se les ha negado la entrada a varios delegados indígenas", agregó el día mismo de la inauguración oficial.

    Soltani afirma que varios representantes indígenas se registraron para participar en las actividades de la Cumbre y recorrieron enormes distancias para llegar a la cita en Estados Unidos; sin embargo, no se les ha permitido el acceso "diciendo que no hay suficiente espacio para todos". 

    "En estos eventos importantes, donde están gobiernos de turno, deberíamos estar todos los indígenas de diferentes países, para llegar con nuestra voz y con nuestra propuesta", cuestionó Domingo Peas, de la comunidad achuar en la Amazonía ecuatoriana.

    Peas, miembro de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae), viajó en barco, carro, autobús y avión durante más de dos días para llegar de su remota comunidad de unas cien familias hasta Los Ángeles, apenas para escuchar que no podría participar en el evento en el cual se habló de la cuestión medioambiental.

    Uno de los gobernantes más cuestionados por su poco respeto al medio ambientes es del de Brasil Jair Bolsonaro, con quien Biden se reunió, aunque el tema de los incendios en las selvas de la Amazonia no fue precisamente la prioridad en su conversación •

    Tus dictadores, mis dictadores 

    por Sebastian Smith

    Los dictadores son malos, excepto, bueno, cuando no están tan mal: bienvenidos a las acrobacias morales de Estados Unidos, de las que Joe Biden es solo el último presidente en abrazar en un mundo complicado. 

    La administración Biden presenta la decisión de excluir a los gobernantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela de la Cumbre de las Américas como una defensa estadounidense de la democracia.

    "Simplemente no creemos que se deba invitar a los dictadores y... y no nos arrepentimos", dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. "El presidente se mantendrá fiel a su principio". 

    Excepto cuando no lo hace. 

    La determinación de Biden de dejar fuera de la cita regional al trío de autoproclamados revolucionarios socialistas latinoamericanos se produjo a expensas de una ruptura con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, un socio clave que rechazó asistir a la reunión de Los Ángeles en protesta por "la exclusión".

    Pero hay mucha más flexibilidad de Washington cuando se trata del otro lado del mundo, donde Biden se prepara para visitar Arabia Saudita y reunirse con el líder de facto, el príncipe heredero Mohamed bin Salman. 

    El príncipe, conocido por sus iniciales MBS, preside un país sin elecciones, con pocos derechos para las mujeres y con muchas otras normas consideradas básicas en los países occidentales.

    En 2018, según los servicios de inteligencia estadounidenses, MBS orquestó el asesinato y desmembramiento de un destacado disidente, Jamal Khashoggi, residente en Estados Unidos y columnista de The Washington Post. 

    Como candidato presidencial, Biden dijo que ese crimen convirtió a Arabia Saudita en un "paria". Ahora, sin embargo, está listo para reunirse con el presunto autor intelectual del asesinato. 

    ¿Por qué? Porque eso sería bueno para Estados Unidos, dijo Jean-Pierre. "Si él determina que a Estados Unidos le interesa relacionarse con un líder extranjero y que ese vínculo puede dar resultados, entonces lo hará", dijo.

    Arabia Saudita "ha sido un socio estratégico de Estados Unidos durante casi 80 años", señaló la vocera de Biden. 

    "Nuestro hijo de puta" 

    Ese mensaje contradictorio está causando revuelo, particularmente en el contexto del argumento apasionado y frecuente de Biden de que su presidencia marca un "punto de inflexión" en una lucha titánica entre las democracias del mundo y el creciente grupo de autocracias.

    Pero realmente no hay nada nuevo. 

    En 1939, el presidente Franklin Roosevelt supuestamente comentó que el dictador nicaragüense Anastasio Somoza "puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". 

    Otros relatos atribuyen la frase a otros presidentes de Estados Unidos y se refieren a diferentes dictadores. 

    Sin embargo, el argumento es claro: la Casa Blanca siempre ha sido capaz de taparse la nariz con una mano, mientras con la otra abraza a socios desagradables. 

    El apoyo de Estados Unidos a los líderes de derecha en Latinoamérica durante la Guerra Fría fue infame. 

    En Asia, Estados Unidos luchó durante mucho tiempo contra los regímenes comunistas, pero allí también muestra flexibilidad cuando le conviene.

    En una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) el mes pasado, Biden rechazó a Birmania pero invitó a Camboya y Vietnam. 

    Y luego está el predecesor de Biden, Donald Trump, que criticó a China pero se acercó al mandatario ruso, Vladimir Putin. 

    El expresidente republicano también fue amigo de toda la gama de gobernantes no electos de Medio Oriente, sobre todo en Arabia Saudita, país que eligió para su primer viaje al extranjero como presidente.

    "¿Dónde está mi dictador favorito?", dijo una vez Trump jovialmente en una cumbre de 2019 mientras esperaba que apareciera el presidente egipcio, Abdel Fattah Al Sisi.

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