Las esposas del arca perdida (II)
Que el o los autores del Génesis no hayan identificado, por sus nombres, a las esposas de Noé, y a las de sus hijos, dio lugar a una serie de versiones que llegaron hasta nuestros tiempos.
Que el o los autores del Génesis no hayan identificado, por sus nombres, a las esposas de Noé, y a las de sus hijos, dio lugar a una serie de versiones que llegaron hasta nuestros tiempos. Todavía hoy, el tema es motivo de debate, particularmente entre los cultores del gnosticismo y los aficionados al estudio de autores antiguos. mayoría de las culturas tienen a un diluvio, o una gran inundación, en su memoria colectiva. La falta de acuerdo entre los historiadores se traduce en si ese hecho fue único —o universal, en el marco de la tradición judeo-cristiana— o bien varios episodios ocurridos en diferentes tiempos y lugares que, al ser recogidos en los relatos orales, terminaron por ser interpretados como uno solo.
Para nuestros tiempos, Bartolomé Arsánz ya es un escritor antiguo y en su “Historia de la Villa Imperial de Potosí…” incluye una versión del diluvio universal de la que no cita fuente; es decir, no se sabe cuál es su origen.
Lo que el cronista escribió, en el capítulo II del libro primero, es lo siguiente:
“Año 1656 de la creación del mundo (según el Génesis, capítulo 5), indignada la majestad divina contra los pecados de los hombres envió el general diluvio, en el cual perecieron todos y solamente fueron reservados (en aquella memorable arca) Noé con su mujer Vesta (a quien otros dicen Titea), hijos y nueras; Sem y su esposa Pandora, Cam con la suya Nuegla; Jafet y su mujer Nuela, de donde salieron por mandato de Dios habiendo estado un año cabal”.
Los editores de la “Historia…” publicada en 1965, Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, no supieron explicarse de dónde salió la información, aparentemente tan precisa, de Arsánz respecto a los nombres de la familia de Noé. El segundo escribió que “es difícil discernir la fuente o las fuentes de información de la Historia. Una de ellas parecen ser los Elogios de mujeres insignes del Viejo Testamento del doctor Martín Carrillo, con la reserva de que Arsánz muchas veces copia las citas bibliográficas de otros autores”.
El razonamiento de Mendoza solo tiene bases cronológicas ya que, en efecto, el libro de Carrillo es anterior a la época de Arsánz —1627—, y debió ser muy popular en su tiempo, pero, con excepción del supuesto año del diluvio —1656, desde la presunta creación del mundo—, no existen más coincidencias puesto que se ocupa de la esposa de Adán, Eva; de las esposas de Lamech, Ada y Sella, y de Noema, “mujer soltera y libre” que fue hija de la segunda, antes de pasar a Sara, la esposa de Abraham. En otras palabras, o este autor ignoraba sobre la familia de Noé o también invisibilizó a las mujeres de esta.
En cambio, un libro que sí coincide con los nombres que proporciona el cronista potosino es uno escrito en latín, y que tiene un título largo: “Commentaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus loquentium”, algo así como “Comentarios sobre las obras de varios autores de personas antiguas”. Esta obra fue escrita por Giovanni Nanni, que cambió su nombre al latín Joannis Annius Viterbensis y fue más conocido como Annio de Viterbo, y primero circuló manuscrito. Su autor decía haber tenido acceso a textos antiguos etruscos, egipcios y caldeos. Señalaba como principal fuente a Beroso, un sacerdote babilonio del siglo III a. de C. que escribió tres libros sobre su patria. Debió impresionar tanto a Garcilaso de la Vega, el padre del poeta español, que financió la impresión del libro que pasó a la imprenta en 1498. En su versión impresa, lleva el nombre corto de “Beroso de comentariis, antiqvitatvm”, algo así como “El libro de antigüedades de Beroso”.
Es probable que un ejemplar de este libro haya estado en la biblioteca de los jesuitas en el Potosí del siglo XVIII y allí lo leyó Arsánz y de él extrajo sus informaciones sobre los primeros años de los hebreos. En tiempos del cronista, este y otros libros eran tomados bastante en serio y solo años, décadas o siglos después, se llegaría a demostrar que algunos habían sido falsificados. Ese es el caso del libro de Annio que, según concluyeron los expertos, utilizó un falso libro de Beroso, o finalmente lo falsificó él, porque incluyó versiones sobre una lista de reyes de España que descendían de Tubal, hijo de Jafet y nieto de Noé quien supuestamente había constituido una monarquía en Iberia poco después del diluvio.
Lo que Arsánz incluyó en su historia es esta versión:
“Con este general diluvio quedaría dividida la tierra en dos partes, siendo la mayor y la más rica la que estuvo encubierta hasta el año del Señor de 1492, que la descubrieron don Cristóbal Colón y otros venturosos españoles; y habiendo los antiguos cosmógrafos dividido la tierra que les pareció habitable en tres partes principales (que son Asia, África y Europa) descubierto el Nuevo Mundo señaláronlo por cuarta parte y nombráronla América, aunque indignamente.
Hay varias opiniones en cuanto a quiénes serían los primeros que después del diluvio habitaron estas regiones, pues unos dicen que judíos, otros que gentiles europeos, y otros que tártaros orientales, y aunque cada cual alega sus razones sólo Dios sabe la verdad.
Después que el patriarca Noé dividió sus hijos por el mundo para que le poblasen, a Sem cupo toda el Asia allende el río Eufrates hacia oriente con la Siria, donde está la Tierra Santa; Cam y sus descendientes poseyeron a Babilonia, las Arabias, Egipto y África; Jafet, la parte de Asia que mira al septentrión desde los montes Tauro y Amano, con toda Europa. Este tuvo ocho hijos: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mosoc, Tiras y Samotes. El quinto de ellos, Tubal, fue primer poblador de nuestra España, viniendo (según mejor sentir) a ella por mar acompañado de armenios y caldeos, casado (conforme el doctor Carrillo) con Noya, empezó a cimentarla (año del mundo criado 1798, del diluvio general 142, y antes del nacimiento de Cristo 2163)”.
Como se puede leer en el párrafo precedente, Arsánz cita a Carrillo señalando que este es quien asigna a una mujer llamada Noya como esposa de Tubal, pero ni este ni aquella aparecen en el libro de referencia •
(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).