Los influyentes jesuitas
La orden religiosa de la Compañía de Jesús fue fundada por Ignacio López de Loyola en 1539, y aprobada un año más tarde en Roma por el Papa Paulo III.
La orden religiosa de la Compañía de Jesús fue fundada por Ignacio López de Loyola en 1539, y aprobada un año más tarde en Roma por el Papa Paulo III. Los jesuitas profesan los votos de pobreza, obediencia y castidad, teniendo como objetivo primordial “La perfección cristiana, propia y ajena, para gloria y servicio de Dios". De esta manera, la labor de esta orden masculina se consagra a la misión evangelizadora, pero también a la educación, al servicio social y al desarrollo cultural.
En su lecho de muerte, Ignacio de Loyola proclama a sus compañeros: “os dejo el mundo por herencia”, quienes haciendo eco de estas palabras llevan la orden hasta los lugares más recónditos del planeta. El 28 de marzo de 1568 desembarca en el puerto del Callao un reducido número de siete jesuitas determinados a desarrollar su labor evangelizadora en el Virreinato del Perú. En muy poco tiempo, llegan a demostrar su valía, siendo reconocidos por su gran pasión en la defensa de los derechos de los indígenas, su aporte a la educación, su amor a las artes y su eminente producción intelectual, manifiesta en una serie de estudios publicados como ser: La gramática y arte de la lengua quechua de Diego Holguín (1607), la Gramática y arte de la Lengua Aymara de Ludovico Bertonio (1612) y la Historia General de las Indias de Bernabé Cobo (1636), entre otros.
Jesuitas en Potosí
Una vez que los misioneros se habían establecido en Lima, decidieron organizar expediciones a las tierras altas, llegando a crear casas misionales en Huarochiri, Cuzco, Juli y Potosí (Gisbert y Mesa, 1997). Según el historiador Mario Chacón, los jesuitas se instalan en la ciudad de Potosí en el año de 1577 siendo el fundador de la orden Fray José de Acosta, mismo que en su monumental obra “Historia natural y moral de las Indias”, publicada en Sevilla en 1590, dedica varios capítulos para hablar de las riquezas y el beneficio de la plata extraída del Cerro Rico de Potosí, además de plasmar los aportes intelectuales recibidos del entonces corregidor de Sucre; el jesuita Polo de Ondegardo.
En el año de 1590 se llega a concluir la construcción de la iglesia de la Santísima Compañía de Jesús, iniciada ya en 1581. En el siglo XVIII se remplaza su fachada original, incorporando hermosos detalles en piedra tallada realizadas por el maestro cantero Sebastián de la Cruz (Gisbert y Mesa, 1988). Desafortunadamente, a partir de la expulsión de los jesuitas en 1767, esta monumental edificación es despojada de todos sus bienes de valor, y abandonada a su suerte siendo finalmente destruida en 1862. En la actualidad, tan solo se conserva la fachada barroco mestiza, presentando una portada de dos cuerpos, varias columnas salomónicas y una espadaña. Según Mario Chacón (2019) esta fachada es “una creación original y única en la arquitectura virreinal… considerada como el mejor monumento religioso de su época.”
Aportes a la Educación
Para los jesuitas, la educación era parte de la misión evangelizadora y estaba orientada desde un punto de vista humanista e intercultural. La labor educativa era llevada a cabo siguiendo los preceptos pedagógicos del “Ratio Studiorum” o plan de estudios, establecido de manera expresa para la compañía de Jesús en 1599. La gran vocación pedagógica de los misioneros llegó a la creación de varias unidades educativas dirigidas a la enseñanza religiosa, pero también a la formación básica.
Según Valcárcel (1968), a finales del siglo XVI el padre José de Acosta llega a fundar el Colegio de Arequipa y el Colegio de Potosí en el Alto Perú (hoy colegio Macedonio Nogales e Industrial Pichincha) teniéndose para 1776 varias otras instituciones educativas regentadas por esta orden, a saber: el colegio San Juan Bautista en Chuquisaca, el colegio de La Paz, el colegio de Oruro y el colegio de Cochabamba. La mayoría de estas instituciones educativas estaban dirigidas a los hijos de caciques, adultos y demás población indígena, donde los estudiantes recibían una formación básica, es decir que se les enseñaba a leer, escribir, contar, música, un poco del latín, además del estudio de las lenguas indígenas (Vargas, 1568).
Cabe destacar que uno de los grandes aportes de la orden de la compañía de Jesús al entonces Alto Perú fue la creación de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, fundada el 27 de marzo de 1624.
Extirpación de idolatrías
La extirpación de idolatrías hace referencia a los mecanismos empleados por la Iglesia Católica con la finalidad de convertir a los indígenas al cristianismo, eliminando el culto a las deidades nativas. A su llegada al Perú, los jesuitas se dedican a su labor evangelizadora llegando a convertirse en expertos extirpadores. Así lo destaca el jesuita Joseph de Arriaga en su obra “La extirpación de la idolatría en el Perú”, de 1621, manifestando que los visitadores debían ir de pueblo en pueblo, averiguar las deidades que eran objeto de culto, para luego destruirlas e imponer castigos ejemplificadores a los indios idólatras. Es precisamente Arriaga que en el año de 1599 llega a destruir un adoratorio que se encontraba en la cúspide del Cerro Rico de Potosí, emplazando una cruz católica en su lugar (Bouysse-Cassagne, 2004), esto debido a que el gran “Sumaq Urqu” era una de las wak’as más importantes de la región, encontrándose al cuidado de los indígenas de Cantumarca pertenecientes a la nación Qhara Qhara.
Son también los misioneros jesuitas que en el año de 1589 llegan a entronizar a San Bartolomé en la denominada “cueva del diablo” pues, según los religiosos, era un lugar donde los indígenas de Cantumarca (primer poblado de Potosí) rendían culto y realizaban ofrendas al diablo. Sin embargo, por informes del mismo Joseph de Arriaga sabemos que esta inusual formación rocosa era denominada como “Mullu Punku” (Puerta del Mullu) y que, junto al cerro de Potosí, eran wak’as (lugares sagrados) muy importantes en los reinos del Perú.
A partir de lo expuesto, es posible advertir la gran importancia y el efecto que la orden jesuita ha tenido en la sociedad potosina, llegando a impactar al desarrollo de las artes, el intercambio cultural, el sincretismo religioso, y a la educación, entre otros •
(*) Marco Antonio Flores Peca es presidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
BIBLIOGRAFÍA
Arzans de Orsua y Vela, Bartolomé (1737). Historia de la Villa Imperial de Potosí – Tomo I. México: imprenta nuevo mundo SA.
Arriaga, J. Pablo (1920). La extirpación de la idolatría en el Perú. Lima, Perú: Librería San Martí.
Bouysse-Cassagne, T. (2004). El Sol de Adentro: Wakas y Santos en las minas de Charcas y en el lago Titicaca. (Siglos XV a XVII). Boletín de Arqueología PUCP. Nº8
Chacón T., Mario (2019). Potosí Histórico y Artístico. Bolivia: Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.
Gisbert, T., De Mesa J. (1988). Arquitectura, pintura y escultura. Santiago de Chile: ALGUERO Ltda.
Gisbert, T., De Mesa J. (1997). Arquitectura Andina. La Paz – Bolivia: Embajada de España en Bolivia.
Valcárcel, Daniel (1968). Historia dela Educación Colonial. Tomo II. Lima: Universo.
Vargas Ugarte, Rubén (1767). Los jesuitas del Perú y el arte. Lima. Gil