Moneda boliviana en Argentina
La constante devaluación del peso argentino, en especial en los últimos meses, ha generado una desconfianza en los argentinos por su propia moneda, y su preferencia por atesorar su riqueza en moneda extranjera, principalmente en dólares americanos como en muchas otras regiones del continente.
La constante devaluación del peso argentino, en especial en los últimos meses, ha generado una desconfianza en los argentinos por su propia moneda, y su preferencia por atesorar su riqueza en moneda extranjera, principalmente en dólares americanos como en muchas otras regiones del continente. Resulta curioso, en este caso, que los habitantes del norte argentino también prefieran ahorrar en moneda boliviana, que demuestra estabilidad en su cotización y es fácil de adquirir en la frontera que une Bolivia con Argentina.
Esta noticia fue tomada como un suceso inédito por muchas personas en nuestro país; sin embargo, encontramos varios precedentes en la historia monetaria americana que nos ilustran c{omo la moneda potosina circuló ampliamente como moneda de curso legal en el territorio argentino, en plena República Argentina.
Debemos recordar, en principio, que el primer sistema monetario acuñado en oro y plata para un Estado independiente fue acuñado en la segunda Casa de Moneda de Potosí. Nos referimos a las monedas de las Provincias Unidas del Rio de la Plata de 1813, fabricadas cuando Manuel Belgrano tomó posesión de la mítica Villa Imperial para controlar el centro de producción de riqueza más importante de la región y así lograr financiar la causa revolucionaria argentina.
Una segunda incursión argentina, esta vez al mando del general José Casimiro Rondeau, ocupó Potosí en 1815 y nuevamente acuñaron moneda republicana, vital para el comercio de las provincias argentinas. Esta ocupación fue muy corta, toda vez que el Imperio Español centraba su interés en controlar Potosí, su Casa de Moneda, su Banco de Rescates de San Carlos, sus Cajas Reales y la Real Aduana; por ello, cuando las tropas realistas recuperaron la Villa Imperial, en octubre de 1815, pusieron restricciones severas de evitar todo tipo de comercio con las provincias insurgentes y prohibir la exportación de moneda de oro y plata potosina hacía Buenos Aires.
“En el dramático año de 1815 se pierde definitivamente el Alto Perú y su mítica ceca de la Villa Imperial de Potosí. La hasta entonces floreciente economía de las provincias del centro y noroeste de la Argentina, que a los largo de los dos últimos siglos se habían enriquecido comerciando con dicha región entró en crisis”
Esta cita de la obra conjunta de Chao (h), Cohen, Díaz y Paoletti, Monedas Argentinas de emergencia 1815 – 1823, manifiesta la crisis que sufrieron las poblaciones argentinas por ausencia de moneda potosina para dinamizar su comercio. Para mitigar de cierta forma, los gobiernos provinciales emitieron moneda feble, de alto porcentaje de cobre y poca cantidad de plata, que supla la crisis monetaria. Desde luego que las personas que tenían moneda potosina de oro o plata las atesoraban pues en esas piezas estaba su riqueza.
Luego de proclamarse la independencia de Bolivia, en 1825, se emitió el sol boliviano y después el boliviano de plata, ambos tipos de moneda acuñados masivamente en la segunda casa de Moneda de Potosí fueron preferidos por los comerciantes argentinos debido a su calidad como moneda y su producción masiva y constante. La moneda boliviana tuvo gran acogida en mercados de Argentina, Chile, Paraguay y Perú: durante el siglo XIX, la moneda potosina fue considerada una divisa de circulación internacional.
Consultado en esta última crisis del peso argentino y la preferencia del boliviano, el historiador numismático Ariel Dabbah refiere que ya durante el siglo XIX:
“la moneda metálica boliviana republicana comenzó a dominar la circulación en Argentina, supliendo la ausencia de una unidad local estable. Los soles bolivianos eran utilizados como unidad de cuenta y de ahorro y las monedas provinciales se utilizaban principalmente para el pago de impuestos y obligaciones”.
Tal la importancia del circulante boliviano, que los bancos privados argentinos emitieron billetes respaldados en moneda boliviana, los mismo que tenían como promesa de pago expresamente el término “´pagaderos en plata boliviana”.
Esta fue la causa para la fundación de diferentes bancos que efectuaron emisión de papel moneda que tenía aceptación en el mercado gracias a la confianza que generaba la moneda acuñada en Potosí para el comercio regional. Así podemos citar una veintena de bancos, y entre los más significativos citamos al Banco Argentino, Banco de Londres y Rio de la Plata, Banco Oxandaburo y Garbino, Banco Paraná, entre otros.
Algo similar ocurrió en el sur de Perú y el norte de Chile, durante los años de la Guerra del Pacífico que sobre marcaron billetes locales para ser garantizados en quintos de boliviano, moneda que corresponde a veinte centavos. Actualmente seguimos utilizando en algunas regiones de Bolivia la expresión coloquial de “quintos” para expresar dinero, y efectivamente en un periodo de nuestra historia los quintos valían mucho y eran aceptados en países vecinos.
Finalmente debemos reflexionar que, durante más de tres siglos, la moneda potosina fue divisa de aceptación mundial, y tuvo peso en muchos mercados importantes como Europa, China, India y toda la América. Incluso en tiempos de la República Boliviana, nuestra moneda fue preferida entre los países vecinos por esa misma confianza que el Potosí generaba desde siempre y por la cantidad constante de monde que la segunda Casa de Moneda de Potosí acuñaba. A pocos años del Bicentenario de Bolivia Independiente, sería sumamente importante recuperar nuestra independencia monetaria y acuñar nuevamente en Bolivia las monedas y medallas alegóricas a nuestra independencia como lo pusimos hacer satisfactoriamente hace doscientos años •
(*) Daniel Oropeza es socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).