Carnívoros versus humanos
Los jaguares, osos jucumaris y pumas tienen muy mala reputación entre la gente, especialmente del área rural, y, por ello, estos animales perdieron una gran extensión de su distribución territorial y muchos ejemplares fueron diezmados por los humanos.
Los jaguares, osos jucumaris y pumas tienen muy mala reputación entre la gente, especialmente del área rural, y, por ello, estos animales perdieron una gran extensión de su distribución territorial y muchos ejemplares fueron diezmados por los humanos. Por eso están en riesgo de extinción, advierte el biólogo experto en carnívoros Mauricio Peñaranda.
Por ser de tamaño grande, color negro y feroz, los comunarios siempre consideraron al oso jucumari como a un animal del mal. Tiene mala fama en los lugares donde habita, por eso le temen y respetan; los humanos pueden ser agresivos cuando se encuentran con el úrsido: le sueltan a los perros, le tiran piedras y, si pueden, hasta le disparan con armas de fuego.
Asimismo, por ser grandes felinos, los jaguares y pumas siempre han sido venerados y temidos, al mismo tiempo, por las culturas prehispánicas.
Por ejemplo, en México adoraban al jaguar. En Bolivia, encontraron esculturas de piedra de cabezas de pumas en los restos de la cultura tiahuanaco. Asimismo, en el fuerte de Samaipata hay grabaciones en roca que hacen referencia al jaguar. Son objeto de respeto, miedo y aversión, expresa Peñaranda.
Expulsados
Los seres humanos fueron desplazando de su hábitat natural a los grandes depredadores, llevándolos casi a su extinción. Actualmente, los ecosistemas prístinos y sin presencia humana son prácticamente inexistentes, asegura el biólogo.
Entonces, el comportamiento de estos animales varía en función de la presencia humana. Casi ya no existen hábitats sin la presencia del hombre.
En los hábitats donde la perturbación ocasionada por los humanos es muy baja, los animales se dedican a hacer lo suyo: buscan presas (si es que hay), si son machos cuidan su territorio en un rango de acción donde las presas también tienen su espacio y hay hembras disponibles con las que podrían aparearse.
Las hembras básicamente se ocupan de buscar presas y de criar a su descendencia después de aparearse con los machos.
En este contexto, al ser carnívoros, los jucumaris, jaguares y pumas son animales solitarios por naturaleza; por tanto, las interacciones sociales entre humanos y estas bestias son muy escasas.
“Uno de los mejores ejemplos para citar es el caso del puma de El Romeral, que era una hacienda del expresidente Aniceto Arce. Está aproximadamente a unos 20 kilómetros de Sucre. Con referencia a las características naturales del lugar, ya no queda prácticamente nada de lo que solía ser. Ya no existen los bosques secos interandinos, solo quedan ciertos vestigios de árboles”, detalla el experto.
Recuerda que en los alrededores de Sucre antes había vizcachas, venados y chanchos de monte, herbívoros que son presas naturales de los pumas, y, ahora, prácticamente desaparecieron.
Con todo, dice que a veces uno puede encontrarse con animales muy resistentes a la degradación severa de su hábitat como el puma, que se adaptó y aprendió a vivir en variedad de lugares, desde muy conservados hasta extremadamente perturbados por las actividades humanas.
A los jaguares y osos jucumaris les cuesta mucho adaptarse y, si la perturbación es muy fuerte en un lugar, ellos directamente desaparecen.
Ataque de puma
Hace un poco más de dos semanas se registró el ataque de un puma andino a un hombre de 61 años en la comunidad de Kullku del municipio de Poroma, de Chuquisaca. Le dejó heridas de consideración, por lo que tuvo que ser trasladado al hospital Santa Bárbara de Sucre.
El paciente contó al personal de salud que el hecho ocurrió cuando caminaba por el campo junto a su perro y, de pronto apareció el felino, y comenzó a atacar a su perro. En medio de la pelea, intentó proteger a su mascota con un palo; empero, el puma se le abalanzó y él se defendió como pudo.
El hombre no recuerda cuánto tiempo luchó para liberarse del animal, que le causó graves lesiones, a tal punto que llegaban a verse los tendones de una de sus manos. Le hicieron varios puntos.
En este tema, Peñaranda explica que el puma no estaba fuera de su hábitat, no. Andaba por donde siempre habitó, solo que ahora ese sector está totalmente dominado por la presencia humana.
Ya no hay bosques naturales ni las clásicas presas, pero hay otros recursos que el puma puede aprovechar: animales domésticos, perros, gatos gallinas, ovejas, cabras y todo lo que encuentre, porque ya no tiene otra alternativa. Se adapta a la nueva realidad.
Encuentros con carnívoros
Cuando una persona sale a caminar en el área rural por el campo o cerros, siempre habrá la posibilidad de que un puma esté cerca, ya que puede soportar estar en lugares altamente degradados; no obstante, la experiencia le enseñó a evitar a las personas porque son peligrosas.
Empero, algún momento puede ocurrir un encuentro sorpresivo. Peñaranda dice que en estos casos lo primero es no representar una amenaza, o sea, no ser agresivos, no perseguirlos, ni lanzarle piedras, al sentirse acorralado puede atacar. Normalmente en estos encuentros retroceden y escapan de la presencia humana.
Si el animal no escapa, y más bien se queda y empieza a acercarse a la persona, es importante no darle la espalda, para ellos esa acción es luz verde para atacar, pues piensan que escapa una presa.
Si, pese a no darle la espalda, el animal se sigue acercando hay que ampliar el volumen corporal abriendo las manos y piernas, para aparentar ser más grande que él y hacer ruido. Así, pensará que el hombre es una amenaza y dará media vuelta.
“Casi siempre ocurre que el animal se va antes de que nos demos cuenta de su presencia”, comenta el biólogo.
Cuando un carnívoro está demasiado cerca de una casa o corral, hay que ahuyentarlo con estrategias efectivas, haciendo ruido, lanzando cohetes o instalando cercas eléctricas.
El puma generalmente se alimenta de animales pequeños y el jucumari y jaguar de presas más grandes como las vacas.
No obstante, el puma es el que suele tener más problemas, porque habita en lugares donde hay mucha gente y se alimenta de animales domésticos, como cabras y ovejas.
Uno de los lugares donde hay mayor mortalidad de herbívoros es en los corrales, a donde llega el puma, entra y mata hasta diez ovejas, pero solo se lleva una.
“No se sabe por qué actúa así, una teoría aceptada indica que lo hace pensando en volver otro día para recoger los cadáveres. Otra hipótesis es que las ovejas se quedan muy cerca del felino, no perciben el peligro que corren, no escapan y el puma mata a más de una”, explica Peñaranda.
Para evitar estos casos, sugiere recurrir a la misma estrategia que usan con el leopardo de las nieves, que habita en la cordillera del Himalaya, cercar lo mejor posible los corrales.
En la región andina de Bolivia, los corrales son abiertos, no tienen techo, entonces el puma ágilmente salta las paredes, ingresa al corral y mata a los animales que puede. Lo ideal para estos casos es cercar el corral y construir un techo con malla olímpica.
Ataques
Los ataques de jaguares a humanos son raros, casi inexistentes, asegura Peñaranda. Solo hay registrados cuatro casos en Brasil y Colombia, pero ocurrió en lugares donde se ceban a estos carnívoros, es decir, los alimenta para que puedan ver los turistas. Entonces, los jaguares hicieron una especie de enlace entre comida y personas, esto los ha vuelto peligrosos.
Respecto a los pumas solo hay registros de ataques ocurridos en Norteamérica, entre Canadá y Estados Unidos, unos 70 desde 1850. De ellos alrededor de 20 fueron mortales.
En centro y sudamérica no hay registro de ataques de pumas a personas. “Es probable que haya habido, pero nunca se registró oficialmente. Las circunstancias en las que ocurrió el ataque en Sucre han sido excepcionales, yo estuve en el lugar y hablé con los comunarios. El hombre cometió un gran error de juicio al atacar al puma acorralándolo junto con su perro; la fiera no tuvo otra alternativa más que defenderse, dejando herido al hombre”, detalla.
Como estos animales tienen tan mala reputación, algunas personas solo necesitan uno de estos eventos para decir que son peligros e intentar matarlos la siguiente vez.
“Sería una mala decisión matarlos, ya que estos tres animales, en especial el oso jucumari y el jaguar están en la categoría de riesgo de extinción, porque fueron perdiendo una gran extensión de su distribución, gran parte de su población fue diezmada y no son tan adaptables. Entonces es importante conservar a estas especies”, aconseja el profesional •