Amalia vuelve a volar

“La Teniente Coronel Amalia Villa de la Tapia, primera y única piloto nacional, ha realizado con pleno conocimiento de la materia una labor de estudio y de acumulación de datos dispersos, desde los tiempos heroicos hasta el momento actual, de la aeronáutica del país, tanto civil como militar”.

Amalia Villa de la Tapia junto a Ramiro Molina.

Amalia Villa de la Tapia junto a Ramiro Molina.

Dos leyendas juntas, Bernardino Bilbao Rioja y Amalia Villa de la Tapia.

Dos leyendas juntas, Bernardino Bilbao Rioja y Amalia Villa de la Tapia.


    Juan José Toro Montoya
    Ecos / 17/10/2022 01:44

    “La Teniente Coronel Amalia Villa de la Tapia, primera y única piloto nacional, ha realizado con pleno conocimiento de la materia una labor de estudio y de acumulación de datos dispersos, desde los tiempos heroicos hasta el momento actual, de la aeronáutica del país, tanto civil como militar”.

    Ese es el resumen que aparece en el segundo párrafo del prólogo de “Alas de Bolivia”, la historia de la aviación boliviana, en tres tomos, que fue publicada por Amalia Villa de la Tapia en 1974. No se trataba simplemente de la primera publicación de ese tipo sino que, además, había sido escrita por la primera mujer de Bolivia que obtuvo licencia para pilotar aviones y los elevó por encima de nuestras cumbres. Fue toda una pionera y solo le faltó concurrir a la campaña del Chaco, pero no se lo permitieron.

    “Los militares no me quisieron como piloto de guerra porque yo era mujer y las disposiciones militares no permitían militares en el ejército. Es otra historia, otra historia… Cómo me dolía Bolivia entonces” (**), dice la voladora en la biografía novelada que escribió Gaby Vallejo Canedo.

    En la primera mitad del siglo XX, el machismo permanecía incólume en el ejército boliviano con el mismo anacronismo de los tiempos coloniales. Amalia había obtenido su brevete de piloto en 1922 y seguido cursos de pilotaje de guerra. Estaba calificada para la patriótica tarea, pero no le dejaron. Vallejo tradujo el sentimiento de Villa de la Tapia con estas palabras:

    “Recupero lo que pasaba en mi país. La guerra con el Paraguay era inminente. Había invadido territorio boliviano. Entonces pensé que mi experiencia en el pilotaje de guerra serviría a mi patria para defenderla desde los cielos. No dudé. Ofrecería mis servicios. Regresaría a mi país. La aviación, desde mis manos, cumpliría con uno de los objetivos: ser un instrumento de guerra. Debido a que la Escuela Du Crotoy de Francia también impartía cursos de pilotaje a militares, sabía yo elevar vuelo inesperadamente, bajar en picada, lanzar bombas, huir con acrobacias. Volvería a mi país. Era el momento exacto.

    “No me aceptaron. Dijeron que las disposiciones legales del Ejército Boliviano no admiten mujeres en servicio. ¡Las leyes, leyes, los hombres, los militares de mi país se habían quedad en el pasado! Me sometieron a una discriminación inútil. Mientras en otros países del mundo occidental, las mujeres eran reconocidas e incorporadas de acuerdo a sus capacidades y logros al ejército, a la guerra. No podía creer. Amalia Villa de La Tapia podía cruzar el cielo del Chaco con destreza y seguridad, tenía dos brevetes de aviadora, había demostrado mi intrepidez y dominio durante los pilotajes en la Bahía de Somme y no era oída en mi país. Estaba en mi derecho de ejercer mis licencias de aviación en mi país. Pero fue imposible. Nada valió. Me excluyeron. Entonces, amarrada a otro país, seguí la guerra desde Argentina”. 

    Un avión y un negociado

    La discriminación inicial que sufrió por parte del ejército boliviano no fue la única desilusión en la vida de Amalia. 

    Años antes, cuando obtuvo su brevete, le tocó subir a la gloria para después estrellarse de bruces en el infierno.

    Nacida en Potosí en 1893, dejó esta ciudad a muy temprana edad, cuando su familia buscó otros horizontes y se estableció en Lima. Creció allá, lejos de su tierra, y en el momento en el que los peruanos se enteraron de que había aprobado su examen de vuelo, no dudaron en respaldarla para cumplir un requisito primordial de los aviadores de entonces: tener su propio avión.

    “Cuando supe que la Cámara Legislativa del Perú proyectaba para Amalia Villa de La Tapia un premio de 1.000 libras esterlinas y que el Municipio de Lima e considerando el diseño de una medalla en la que iban a poner mi imagen —como primera aviadora del Perú— tuve que aclarar a los amigos peruanos que su heroína, la dama de los aires, es boliviana. Fue una decisión terrible. Me enviaron a decir que era fácil ser peruana porque había vivido toda la vida en Perú. Muy sutilmente me sugerían un cambio de nacionalidad ya que siempre había pasado por peruana mientras estudiaba en el Perú. Estaba implícito que no se daría ninguna publicidad al cambio. Pasé horas de insomnio pensando. Era magnifico lo que me ofrecía el país en que me hice joven, honores por los que me enorgullecería por siempre. Pero vencieron la honestidad y la Patria. Amalia Villa de La Tapia era boliviana. Humana como era, me dolió enormemente aquella renuncia. Era como fundir yo misma, en un fuego real, todas las esterlinas que me ofrecieron. Y me dolió más todavía cuando me comunican que habían retirado el proyecto y habían desistido del contrato de impresión de la medalla que llevaría mi nombre con mi imagen”.

    Conocedores de lo ocurrido, los potosinos organizaron campañas para reunir el dinero destinado a la compra del avión. Su hermana Rosa ofreció conciertos y el club Highland Players, el más popular de entonces, organizó partidos cuya recaudación fue destinada a la compra del aparato, que se llamaría “Potosí”. El dinero crecía, de a poco, y el sueño del avión también hasta que el ministro de Guerra, Juan Manuel Sainz, comunicó la decisión del gobierno de Bautista Saavedra de centralizar la recaudación de los aportes y exigió que el dinero ya reunido sea enviado a La Paz.

    “No supe más el destino de la recaudación y —lo increíble— los pueblos se callaron. El avión quedó en el enigma. Se voló a lo desconocido. Evanescente, como bellos sueños. Fue una de las tantas preguntas sin respuesta de mi vida. Aunque dijeron que con ese dinero recaudado se compraron los dos primeros aviones bolivianos, yo no puedo afirmar nada”.

    Vuelo a la gloria

    Pero el traspié del avión no significó el fin de sus sueños.

    Volvió a Bolivia y tuvo un recibimiento apoteósico en su natal Potosí. La madre de la suboficial Amparo Gonzáles Vargas, la primera aerotécnica militar boliviana, recordaba, en vida, ni siquiera dejaron que pise tierra porque la multitud la levantó en hombros y así la llevó hasta el Palacio Consistorial, donde, en un juego irónico del destino, fue declarada “Huésped Ilustre”, en su propia tierra.

    Y le tocó la gloria. Fue cofundadora de la Escuela de Aviación de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) y, a la postre, escribió la hasta ahora única historia de la aviación boliviana que lleva el título de “Alas de Bolivia”. 

    Finalmente el ejército cedió y la incorporó a la FAB el 25 de abril de 1958 con el grado de capitana aviadora. Para entonces, ya era una leyenda. Fue amiga personal de las tres grandes glorias de la aviación boliviana, Rafael Pabón, René Barrientos y el mariscal Bernardino Bilbao Rioja que la ascendió al grado de teniente coronel.

    Nació en el número 29 de la calle Nogales, de Potosí, el 22 de junio de 1893 y murió en Cochabamba, el 4 de marzo de 1994, cuando había rebasado el centenario. El museo de la FAB lleva su nombre.

    En la semana que llega volverá a Potosí, por segunda vez, de manera simbólica, puesto que el Concejo Municipal creó la condecoración para las mujeres “Amalia Villa de la Tapia”. Llegará representada por la suboficial Amparo Gonzáles Vargas, la dama de los hangares, que tiene 82 años •

    (*) Juan José Toro es vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

    (**) Todos los textos en cursiva son extractos de “Amalia, desde el espejo del tiempo”, de Gaby Vallejo Canedo.

    Ordenanza Municipal 055/2022

    Art.-1°.- Otorgar la Condecoración “CNL. AMALIA VILLA DE LA TAPIA”, destinado exclusivamente a los servicios notables de “MUJERES POTOSINAS DESTACADAS” a las siguientes personas: Dra. Ana María Hortensia Mendivil Cavero; Lic. Sofia Poveda Alarcón; Lic. Carmen Ariela Ticona Ticona; Lic. Anabel Roxana Borja Rodríguez; Sof. Mtre. Téc. Amparo Gonzales Vargas; Mtra. Basilia Condori Colque de Saavedra; Mtra. Svieta Orquidea Barrios Campos; Mtra. Cornelia Veramendi Mamani; Lic. Marizol Guzmán Sanguri; Sra. Marcelina Tapia de Pachatico; Sra. Fortunata Cala Villegas; Dra. Ángela Jhoset Uzuna Bobarin; Lic. Mary Emilia Morales Velásquez; Santusa Fernández Duran; Arq. Amparo Miranda Castro; Lic. Andreina Herrera; Lic. Evelyn Griselda Callapino Guarachi.

    Art.- 2.- Entregar copia autógrafa de la presente Ordenanza Municipal a las siguientes personalidades en solemne Sesión de Honor a realizarse el día miércoles 19 de octubre del presente año a horas 10:00 en el Hemiciclo del Concejo Municipal de Potosí instruyéndose se cumplan las formalidades protocolares de rigor.

     

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