Cruces y capillas en rutas

Los muertos en accidentes de tránsito también serán honrados por sus familias durante la Fiesta de Todos los Santos, en los lugares donde perdieron la vida de forma violenta. 

Cruces y capillas en rutas Cruces y capillas en rutas Foto: Evelyn Campos López

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 31/10/2022 23:12

Los muertos en accidentes de tránsito también serán honrados por sus familias durante la Fiesta de Todos los Santos, en los lugares donde perdieron la vida de forma violenta. 

En diferentes tramos de algunas carreteras urbanas, rurales y departamentales de nuestro país, se observa en el borde de las vías algunos crucifijos solitarios o construcciones pequeñas que evocan una capilla con una cruz encima. También están presentes en ciertas calles o avenidas de las ciudades. 

Estas pequeñas ermitas y cruces se instalan para marcar el lugar donde una persona perdió la vida de manera trágica y violenta a causa de un accidente de tránsito, que involucra a vehículos de alto y bajo tonelaje o motocicletas. 

Estas tragedias ocurren por descuido de las víctimas, por fallas mecánicas, exceso de velocidad o por irresponsabilidad de los conductores que manejaban los automóviles bajo la influencia de bebidas alcohólicas. 

Según datos de la Dirección Nacional de Tránsito, de la Policía y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Bolivia mueren un promedio de 1.420 personas cada año en accidentes automovilísticos.  

In memorian

El profesor Eusebio Mayán dice que son lugares de ofrenda donde las familias llevan periódicamente flores, velas y rezan en memoria del difunto. 

Otros dicen que es una recordación de lo fugaz que puede ser la vida de una persona, ya que se parte de este mundo en el momento menos esperado. 

Martha Almendras, madre de R.M., que murió en 2015 en un accidente acaecido en el camino Sucre-Potosí, espera que los pasajeros, conductores y peatones que transitan por esa ruta pongan más atención después de ver las cruces erigidas en memoria de los que perdieron la vida ahí, pues son recordatorios de que esas vías son peligrosas y cobraron vidas. 

Por su parte, Hilda Ortuño dice que las capillas y cruces sirven para que las familias de los difuntos y la gente piadosa rece a fin de que esas almas no se queden ahí, por el trauma sufrido, y se vayan en paz al más allá. Agrega que esos difuntos no deben quedar en el olvido, reciban flores y oraciones para su salvación. 

Es importante mencionar que también se coloca cruces mortuorias en calles y avenidas de las ciudades donde la gente pereció en accidentes de tránsito. Estos símbolos se llaman cenotafios (monumento funerario pequeño que no contiene el cadáver de la persona a quien se dedica). 

En Todos Santos 

En este contexto, los familiares de las víctimas de accidentes de tránsito seguidoras de tradiciones, llevan a cabo dos tipos de honras fúnebres en la fiesta de Todos los Santos: el 2 de noviembre visitan la tumba de su ser querido en el cementerio y también van al lugar donde ocurrió el accidente llevando flores y algunos alimentos que le gustaban en vida al difunto.  

Adornan las ermitas y cruces con cintas o papeles de color morado para los hombres y rosa para las mujeres. Asimismo, colocan luces y velas.  

El historiador y docente de la carrera de Historia de la Universidad San Francisco Xavier Guillermo Calvo confirma que las familias de las personas que perdieron la vida en accidentes de tránsito acostumbran instalar unas capillitas con cruces en los lugares donde pasó el siniestro y en las salidas interdepartamentales o interprovinciales de las ciudades, para honrar su memoria. 

Por ejemplo, hace unos años un jeep de la Alcaldía protagonizó un accidente por el Mercado La Recobita de la zona El Guereo, en el que murieron dos niñas. A los nueve días del lamentable hecho, el padre de las menores instaló una cruz en ese mercado y otra en la salida a Qhora Qhora.  

Calvo evoca otro accidente acaecido en 1948 en la ruta a Potosí y Camargo donde fallecieron unos ciudadanos argentinos. En ese sector de la carretera también colocaron una cruz. 

Asimismo, el 20 de noviembre de 1968 murió en un accidente de tránsito el piloto Jaime Riveros, después de precipitarse al río Azero en Monteagudo, en la etapa Camiri-Sucre del Gran Premio Nacional de Automovilismo. Cerca del lecho del río hay una cruz con pedestal que lleva su nombre. 

En Sucre hay varias ermitas por el sector del Abra, rumbo hacia Yamparáez, otras están por la Calancha, en la avenida Juana Azurduy de Padilla, cerca del barrio Bancario, entre otros. 

A principios de la década de los 70, en la comunidad Khonapaya del Departamento de Potosí, un grupo de comunarios que iban en un camión quedaron enfangados cuando pasaban por el río. Sensiblemente, en ese momento llegaron aguas turbulentas que se llevaron a todos. En memoria de ellos se colocó una cruz en la ribera del río y para la festividad de Todos los Santos sus familias van a ese lugar a honrar a sus muertos. 

Asimismo, hace unas décadas falleció una gran cantidad de pasajeros de una flota que se embarrancó en la cuesta de Yocalla, antes de bajar al puente antiguo. Ahí también hay una cruz grande. 

Cabe aclarar que la costumbre y tradición de instalar crucifijos solitarios o capillas pequeñas no solo se practica en Bolivia, sino en varios países del mundo. Hay ciertas variaciones entre un lugar y otro, pero el fin es el mismo. 

No son apachetas 

Normalmente la gente confunde a las ermitas o cruces con las apachetas que, en realidad, tienen otro significado. Según varias investigaciones, las apachetas son montículos de piedras colocadas en forma cónica una sobre otra, como ofrenda realizada por los pueblos indígenas de los Andes a la Pachamama o para aplacar a otras deidades que habitan en lugares complicados del camino, en cuestas pronunciadas o en sitios solitarios “pesados”. 

En este tema, la socióloga Guadalupe Amusquívar expresa que las apachetas son una clara muestra del sincretismo cultural. 

Los pueblos indígenas solían ofrecer a la Pachamama (a través de las apachetas) ofrendas, sobre todo en zonas relacionadas con las culturas quechua y aimara. Pero esta costumbre y tradición se fue conjuncionando con la religión católica que fue traída por los españoles. 

En la parte superior de la apacheta hay una cruz, un símbolo católico que denota un profundo sincretismo en los bolivianos de las áreas rural y urbana. 

Amusquívar recuerda que el 94% de los bolivianos profesan la religión católica; asegura que este dato claramente se puede comprobar con esta tradición vigente. 

“Si uno no se pone a reflexionar, puede que no tenga mayor interés, pero es un simbolismo importante que no se puede dejar de destacar”, concluye •

 

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