Depresión en adolescentes

Aunque la mayor parte de las personas sienten tristeza de vez en cuando, en algunas ese sentimiento no desaparece y está acompañado de otros síntomas que provocan malestar o dificultades para desarrollar su vida cotidiana

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Depresión en adolescentes Foto: Cedida

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    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 14/11/2022 22:41

    Aunque la mayor parte de las personas sienten tristeza de vez en cuando, en algunas ese sentimiento no desaparece y está acompañado de otros síntomas que provocan malestar o dificultades para desarrollar su vida cotidiana: interfiere en la capacidad de pensar, aprender y desarrollarse social y académicamente. En estos casos pueden tener la enfermedad llamada depresión. 

    Gianina Irusta, psicóloga y directora de Servicios Psicólogos Integrales SPI – CREER, explica a ECOS que la depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes. Se estima que afecta al 3,4-5% de los adolescentes en América Latina.   

    Cuando un adolescente sufre depresión es más frecuente encontrarle irritable o sin energía. Es más probable que acuda a la consulta por molestias físicas o disminución en su rendimiento escolar.  

    Dice que los padres se quejan de la pérdida de interés en sus juegos y amigos. Refieren que la expresión facial y postural de sus hijos cambió: tienen “mala cara”, “están ojerosos” o con “mirada triste”.  

    En los adolescentes, la depresión puede coincidir con cambios de carácter y conducta recientes, mayor rebeldía, desobediencia, inicio de consumo de drogas, alcohol y otras conductas de riesgo. 

    En este tema, Jaime Gonzales, master en Psicología Clínica y especialista en Psicología Forense, agrega que muchas señales de aviso de ideación suicida son también síntomas de depresión.  

    Puede observarse varios comportamientos simultáneamente, esto ayuda a identificar a los adolescentes que pueden encontrarse bajo el riesgo de intento de suicidio. 

    Explica que el suicidio en los adolescentes es una conducta patológica, que se describe en los libros especializados como la preocupación o acción orientada a causar la propia muerte de manera voluntaria.  

    Datos que duelen 

    A nivel mundial, Bridges et al alertaron en 2008 que se demostró un incremento del 150% de suicidios en niños de 5 a 14 años y un 74% en jóvenes entre 15 y 24 años. Lamentablemente, en Bolivia no hay datos fidedignos sobre este tema. 

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 2020 se registró alrededor de 900.000 suicidios en el mundo. De ese número, 200 mil se presentaron en población pediátrica, de adolescentes y en adultos jóvenes.  

    De igual manera, se reporta que el suicidio como causa de muerte y el método que se utiliza, varían de acuerdo con la cultura de cada país. 

    Factores de riesgo 

    El suicidio es un tema muy delicado pero necesario de abordar para que los padres se den cuenta que sus hijos pueden estar pasando por una situación de depresión, que en algunos casos podría derivar en posibles suicidios y para que los propios adolescentes sepan que algo está afectándoles y aprendan a buscar ayuda. 

    Un bajo nivel educativo, conflictos en la relación con los padres, malas amistades, pensamientos idealistas como fijarse altas expectativas lejanas a la realidad, baja autoestima y la percepción de no tener apoyo de su núcleo social como la familia y los amigos, incrementa la desesperanza y se correlaciona con la conducta suicida, el abuso de alcohol y otras sustancias. 

    Gonzáles afirma que la desesperanza es el resultado de la incongruencia entre las expectativas y oportunidades reales puestas en este grupo etario y la ausencia de apoyo como resultado de un sistema que no los toma en cuenta. 

    Los episodios de tristeza, llanto, irritabilidad, ansiedad, crisis de angustia, fobias, obsesiones, excesiva preocupación por la salud física, quejas de dolor y conductas autolesivas, se constituyen en elementos de la psicopatología más frecuente en el suicidio. 

    Por otra parte, según el psicólogo, la población de adolescentes gays, lesbianas y bisexuales, el estrés psicosocial derivado de la estigmatización y la victimización los conduce al uso de sustancias, al desarrollo de trastornos alimenticios y psiquiátricos hasta llegar a presentar conductas suicidas.  

    Los factores de riesgo del suicidio son ambientales, psicosociales y culturales; por lo tanto, el impacto del suicidio y su estigmatización afectan de igual manera, al paciente con una enfermedad mental crónica, a su núcleo social y a sus familiares, por lo que estos también requieren de apoyo. 

    “Quisiera hacer hincapié sobre la impulsividad, que es el factor que menos se toma en cuenta y a veces puede ser determinante. Un factor de alto riesgo para consumar el suicidio es el pobre control de impulsos: los cambios repentinos en el estado de ánimo y la irritabilidad frecuente. Se menciona que los suicidios registrados en adolescentes son respuestas impulsivas producidas por acontecimientos sociales estresantes, como discusión entre amigos, conflictos con compañeros de la escuela, fracaso académico, enfrentarse a la ley o figuras de autoridad, ruptura sentimental, bullying escolar o familiar, así como el abuso físico y sexual”, detalla el experto. 

    Según Gonzáles, las consideraciones mencionadas generan preocupación, pero un diseño de procesos de investigación permite establecer señales de aviso: 

    -     Aumento de molestias físicas asociadas a conflictos emocionales, como dolores de estómago, de cabeza y fatiga. 

    -     Pérdida significativa de interés en las actividades habituales (actividades placenteras). 

    -     Manifestaciones de emociones contenidas (crisis), alejamiento o huida. 

    -     Manifestación de ideas de daño, de muerte y de “no despertar”. 

    -     Retraimiento respecto de los amigos y miembros de la familia. 

    -     Cambios importantes en los hábitos alimenticios y del sueño. 

    -     Pérdida de interés por la escuela o las tareas. 

    -     Situaciones de riesgo innecesarias. 

    -     Uso y abuso de alcohol y drogas. 

    -     Descuido de la apariencia personal. 

    -     Preocupación ante la muerte. 

    -     Dificultad para concentrase. 

    -     Sensación de aburrimiento. 

    -     Deseos de morir •

    Es importante buscar ayuda 

    La psicóloga Gianina Irusta manifiesta que el desconocimiento sobre la depresión en la adolescencia, y la falta de comunicación abierta sobre este tema, hacen que la gente joven que necesita tratamiento no busque ayuda. 

    Dice que, si un adolescente piensa que puede estar deprimido, tiene que solicitar ayuda lo antes posible, porque no tiene por qué enfrentar esa enfermedad solo.  

    Puede hacer alguna de estas cosas: Hablar con alguien de su confianza sobre sus sentimientos. Por ejemplo, con sus padres, alguien de su familia, un amigo o su profesor. 

    Se tiene que buscar a un médico o psicólogo. De esta manera podrá recibir un diagnóstico adecuado, conocer las opciones de tratamiento y participar en la toma de decisiones respecto a él. 

    Asimismo, si tiene pensamientos relacionados con hacerse daño, es buena idea hablar con alguien de su confianza que pueda estar a su lado hasta que se sienta mejor.  

    También puede aprender más cosas sobre la depresión, de manera que pueda entender mejor sus síntomas, significado y buscar ayuda. Tampoco debe olvidar que tener depresión no es culpa de nadie, y si piensa que algún conocido tiene depresión, hay que tomarlo en serio y buscar ayuda. 

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