Torerías y gallerías
Los activistas están indignados porque, pese a que hay leyes nacionales y municipales que prohíben corridas de toros, peleas de gallos y otras actividades en las que se usa animales como parte de un espectáculo grotesco para satisfacer el morbo de los humanos
Los activistas están indignados porque, pese a que hay leyes nacionales y municipales que prohíben corridas de toros, peleas de gallos y otras actividades en las que se usa animales como parte de un espectáculo grotesco para satisfacer el morbo de los humanos, esas actividades ilegales se siguen realizando en diferentes municipios del país.
Prácticas como corridas de toros, peleas de gallos o el pato enterrado se realizan generalmente en festividades de santos y patronos de pueblos o como parte de la agenda festiva de municipios y se publicitan a la vista de todos por redes sociales, radios y afiches.
Si bien los eventos no son organizados por los Gobiernos Autónomos Municipales, estos encubren estas actividades ilícitas al permitir su realización, cuando más bien tendrían que censurarlas.
Asimismo, de forma clandestina se ejecuta peleas de perros, actividad a la que se dedica por lo general gente inmersa en actividades ilícitas, lo hacen de manera “profesional” bien organizada, saben escabullirse de la policía y también están involucrados algunos grupos juveniles. En ambos casos, los implicados apuestan por el can más fuerte y la muerte del otro.
En el oriente y el Chaco también se practica en algunas fiestas el pato enterrado, que consiste en enterrar a esta ave en la tierra dejando libre solo la cabeza al ras del suelo para lanzarle herraduras. El objetivo es acertar al cuello del animal.
Los patos terminan muertos por los golpes de herraduras de metal que reciben en la cabeza. En otros lugares, el fin es matarlo con un palo.
Otra costumbre que se practica en pueblos del oriente boliviano y el Chaco es el jocheo, que consiste en molestar a un toro encerrado en un terreno descampado al que golpean y jalan de la cola para finalmente sacrificarlo.
Asimismo, una costumbre ancestral que se practica periódicamente en los pueblos andinos son los sacrificios para la wilancha, ceremonia o ritual en la que se ofrenda a las deidades, como la Pachamama o el tío de la mina, una llama a la que se degüella y su sangre se esparce en los cuatro puntos cardinales.
Costumbres importadas
“Este entretenimiento para las personas, que es a costa del sufrimiento de los animales, debe ser abolido a la brevedad posible. Ahora no se mata a los animales, pero se los maltrata al estimularlos de manera no natural para que corran y sean agresivos”, manifiesta Ricardo Rivero, presidente de la Protectora de Animales SA.
Recuerda que la corrida de toros no es una costumbre de los pueblos ancestrales que habitaban en lo que ahora se conoce como Bolivia, puesto que es una actividad que fue importada por los españoles durante la colonia.
También es importante mencionar que las riñas de gallos no tienen origen en el continente americano ya que esas aves también fueron importadas a este lado del mundo por los ingleses.
Según las investigaciones históricas, hace 2.500 años ya se celebraba peleas de gallos en la China.
Leyes de protección de animales
Rivero indica que las leyes nacionales y municipales en contra del maltrato animal están vigentes y prohíben las actividades circenses.
Está vigente la Ley de Medio Ambiente 1333 desde el 27 de abril de 1992. El artículo 2 de la Ley 4040 elimina el uso de animales silvestres y domésticos en actividades circenses dentro del territorio nacional. El artículo 5 de la misma ley fija la obligación de hacer cumplir la ley a los gobiernos departamentales y municipales.
Asimismo, en Bolivia está vigente la Ley 700 “para la defensa de los animales, contra la crueldad y el maltrato” que establece que todos los animales deben ser protegidos contra todo tipo de violencia, maltrato o crueldad y además que deben ser auxiliados en cualquier tipo de emergencia.
“Poco sirve tener una lista de leyes si no se puede hacer cumplir ni una sola. Hay que sentar un precedente procesando a los organizadores de estas actividades que son impulsadas por dirigentes, pasantes y representantes de comunidades. Así se irán extinguiendo paulatinamente. Hay que dar el primer paso”, expresa Rivera.
Aconseja fortalecer y acompañar al trabajo que realiza la Policía Forestal y de Protección al Medio Ambiente (Pofoma), ya que tiene un equipo muy reducido de oficiales.
Corridas de toros y riñas de gallos
De nada sirvió el lamentable saldo que dejó la última corrida de toros realizada en septiembre de este año en Yamparáez, en la fiesta de la Virgen de Guadalupe: la muerte de una persona y 15 sujetos heridos.
Hace menos de un mes se llevó a cabo otra corrida de toros en el municipio de Presto, durante la festividad de la Virgen del Rosario.
“Es un retroceso. Falta la aplicación de la norma, sanciones ejemplares y referenciales para evitar esas actividades en el futuro. Las autoridades electas deben hacer cumplir la ley y no fomentar por caerle bien a la comunidad a la que hacen creer que es una actividad de relevancia”, protesta Rivero.
Del mismo modo, en agosto de 2022 se realizó, en Sucre, en la zona de Caza y Pesca, un torneo de gallos organizado por el grupo de amigos “Tarvas”, con sorteo de premios y la caja mínima (apuesta) fue de 500 Bolivianos.
Asimismo, el 29 de octubre, la gallera Punta Brava “Cacho Criollo” organizó un torneo nacional en Monteagudo en el que participaron galleros de diferentes puntos del país: clubes de Sucre, Santa Cruz, Camiri, Monteagudo, Karapari, Muyupampa, Huacareta y Uruguay, entre otros.
El primer ganador recibió 7.000 Bolivianos y el segundo Bs 1.500. Para la caja se estableció montos de 300, 500 y 1.000 dólares. Sin embargo, las apuestas pueden llegar a sumas muy altas, miles de dólares.
Sufrimiento de los animales
La corrida de toros en la fiesta de Santa Rosa de Lima, patrona de Yotala, se realiza el 29 de agosto y dura tres domingos, generando gran movimiento económico.
Se arma la trinchera en cuyo alrededor se acomoda la gente. Los toros ingresan al interior con una “carolina” en su frente (un monto de dinero) que debe ser quitado por uno de los “toreros” ocasionales.
A los observadores les parece un juego, pero hay maltrato animal. Una vez dentro de la trinchera, los toros reciben una lluvia de piedras pequeñas. El fin es enfurecerlo. Confundido, el animal corre detrás de las personas, pero su único objetivo es escapar.
Son los borrachos que al calor de los tragos se dan valor para ingresar al terreno y hacer frente a los toros, con el objetivo de quitarles el dinero.
Desesperadas por defenderse de las piedras, las bestias atacan a cuanto sujeto se cruza en su camino, pueden dejar heridos y hasta muertos en ciertos casos. Es una distracción totalmente bochornosa.
Padilla lamenta la falta de empatía de la gente con el sufrimiento de los animales. Son muchos años que lucha para concienciar a los niños y jóvenes de ese municipio para terminar con esa práctica.
Sobre las peleas de gallos, explica que son muy dolorosas y sangrientas: con sus picos y espolones se revientan los ojos, se sacan picos y pedazos de músculo… mientras más sangre hay mejor. Ovacionan al superior que destroza al otro.
Generalmente este tipo de riñas termina con la muerte de una de las aves. J.G., oriundo de Muyupampa, se dedica a la riña de gallos desde hace 23 años y asegura que tuvo muchos campeones. El que más duró fue “Monzón”, que aguantó cinco peleas… vivió un año y dos meses.
“Las autoridades deben hacer cumplir las leyes, estamos en pleno siglo XXI, no estamos en los circos romanos donde se sacrificaron a millones de animales”, reflexiona Padilla.
En España se consiguió prohibir las corridas de toros en más de 80 municipios y en provincias como Asturias, Andalucía, Canarias, y Cataluña.
En Sudamérica, las corridas de toros y peleas de gallos están prohibidas en Chile, Uruguay, Brasil, Argentina, Colombia y Bolivia; sin embargo, en nuestro país siguen estas prácticas de forma pública o clandestina •