Maternidad temprana
¿Sabías que el drama del embarazo adolescente en Bolivia no solo provoca el abandono de proyectos de vida de las jovencitas, sino que le ocasiona al Estado una pérdida de 322,3 millones anuales de dólares, en términos de ingresos generados por la población femenina?
¿Sabías que el drama del embarazo adolescente en Bolivia no solo provoca el abandono de proyectos de vida de las jovencitas, sino que le ocasiona al Estado una pérdida de 322,3 millones anuales de dólares, en términos de ingresos generados por la población femenina?
Según datos del Sistema Nacional de Información en Salud-Vigilancia Epidemiológica (SNIS-VE) dependiente del Ministerio de Salud y Deportes, en Bolivia se registró 49.044 embarazos en adolescentes en 2019, la cifra bajó a 39.945 en 2020, en 2021 ese número redujo a 39.747 y hasta el 30 de junio de 2022, sumaron 16.752.
Los números develan que hay 91 embarazos por día y el promedio de edad de las gestantes es de 10 a 19 años. Además, los estudios demuestran que el precoz inicio de vida sexual de las muchachitas es por falta de información y acceso a métodos anticonceptivos.
Por tanto, el embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana son fenómenos que impactan en el desarrollo social y económico de las mujeres, generan inconvenientes y se extienden a nivel individual y agregado.
Estudio
Hace unos días, el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Chuquisaca, en coordinación con el Fondo de Población de la Naciones Unidas (Unfpa), presentaron en Sucre el estudio denominado Consecuencias socioeconómicas del embarazo en la adolescencia en Bolivia e implementación de la metodología para estimar el impacto socioeconómico del embarazo y la maternidad adolescente en países de América Latina y el Caribe - MILENA 1.0.
El Estudio MILENA es un esfuerzo conjunto entre el Ministerio de Salud y Deportes y el Unfpa.
Rolando Encinas, oficial de Proyectos del Unfpa explica que, para estimar el impacto del embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana, la metodología MILENA 1.0 comparó la trayectoria de las mujeres que fueron madres siendo niñas o adolescentes (entre 10 y 19 años), con la trayectoria de quienes fueron madres en su vida adulta joven (entre 20 y 29 años).
Para ello, se tomó como población de estudio a todas las mujeres entre 20 y 60 años, que fueron identificadas cuando se llevó a cabo la Encuesta de Hogares 2019. Después, se consideró a las mujeres que tuvieron hijos nacidos vivos y se las segmentó en dos grupos de interés comparables entre sí: Grupo 1: Madres adolescentes (tuvieron un hijo entre los 10 a 19 años). Grupo 2. Madres adultas jóvenes (tuvieron un hijo entre los 20 a 29 años).
Según Encinas, en cada grupo se observaron los niveles educativos, ingresos y participación laboral de las mujeres y además estimaron las brechas generadas por la diferencia de valores entre el Grupo 1 y el Grupo 2 (contrafactual o control) a partir de su valoración monetaria.
Conclusiones importantes
A continuación, te damos a conocer algunas conclusiones importantes del estudio realizado por el Unfpa:
La brecha generada por diferencias entre el ingreso laboral promedio anual de las mujeres que fueron madres en la adolescencia y entre quienes lo fueron en la vida adulta joven, genera una pérdida de 322,3 millones de dólares anuales, en términos de ingresos generados por la población femenina, según la base de datos procesada de la Encuesta de Hogares 2019.
Atender a estas cifras resulta importante, ya que los altos niveles de inactividad en el mercado laboral remunerado están estrechamente relacionados con la alta carga de Trabajo Doméstico no Remunerado, del cual suelen encargarse las mujeres en general y, más aún, aquellas que experimentan embarazo en la adolescencia.
La tasa de desempleo es más alta cuando se trata de mujeres que fueron madres en la adolescencia con el 5,7% (Grupo 1), en relación a las que fueron madres en edad adulta joven con el 3,5% (Grupo 2).
Es decir, el desempleo en mujeres que tuvieron hijos siendo adolescentes es 2,2 puntos porcentuales mayores que en aquellas que fueron madres en edad adulta joven.
Ganan menos
Christian Ordoñez, responsable Departamental de Salud Sexual y Reproductiva de Chuquisaca y Potosí del Unfpa Bolivia, indica que las que fueron madres en la adolescencia ganan en promedio un 28,1% menos respecto a las que postergaron su maternidad a la vida adulta joven.
Los ingresos laborales promedios anuales de las mujeres del Grupo 1 equivalen a $us 3.815, mientras que las del Grupo 2 alcanzan a $us 4.888.
Las que fueron madres en la adolescencia tienden a registrar trayectorias laborales sub óptimas y esto les hace más propensas a caer en condiciones de pobreza o a tardar en salir de ella.
En otros términos, las brechas de ingresos laborales vinculadas al embarazo en la adolescencia y maternidad temprana refuerzan al llamado “ciclo de pobreza”.
Costo de oportunidad
El costo de oportunidad del embarazo en la adolescencia y maternidad temprana para esta gestión fue de 0,91% del Producto Interno bruto (PIB) Nacional, es decir $us 373,3 millones.
El embarazo en la adolescencia no solo tiene consecuencias negativas para las mujeres y su entorno, sino para la sociedad en su conjunto.
Werner Valdez, consultor del Unfpa explica a ECOS que el efecto del embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana propician el flujo de recursos destinados para cubrir gastos en prestaciones de servicios de salud, así como la pérdida de ingresos del Estado por recaudación fiscal, debido a que el embarazo en la adolescencia y maternidad temprana compromete la participación de estas mujeres en el mercado laboral y, por ende, el aporte al sistema tributario (Impuestos Nacionales).
Entre los efectos registrados a nivel individual, se afirma que la maternidad temprana perjudica a los ingresos de madres adolescentes, ya que suelen alcanzar menores niveles educativos, menores niveles de inserción laboral y menores salarios, en relación a las que postergan su maternidad a la vida adulta joven.
En cuanto a la afectación a nivel agregado, se identifica menor recaudación tributaria (como resultado de la disminución en la actividad productiva) y mayor gasto en el ámbito de salud por las prestaciones médicas de embarazos en adolescentes.
Se trata de costos que el erario nacional debe asumir por la ausencia o debilidad de programas oportunos de prevención del embarazo en adolescentes.
Estos costos se podrían evitar si se conseguiría prevenir embarazos no intencionales en adolescentes.
Costo para el Estado
Ordoñez informa que los establecimientos públicos de salud, en sus tres niveles de atención, cada año destinan cerca de 26,5 millones de dólares para atender cuidados prenatales (11,4%), complicaciones obstétricas (18,8%), intervenciones por recién nacidos (23,7%), otras afecciones de la maternidad (0,5%) y partos de adolescentes (45,6%).
En 2019 se atendió 42.626 partos de adolescentes de entre 10 y 19 años de edad, dentro y fuera de los establecimientos del sistema de salud.
“Si se pudiera invertir en programas de prevención de embarazos en adolescentes, así como en consecuencias adversas de la maternidad temprana, se podría evitar las prestaciones en servicios de salud por causa del embarazo en niñas, adolescentes y sus complicaciones”, manifiesta Encinas.
Inversión perdida
Según Ordóñez, con los recursos ahorrados en programas de prevención de embarazos en adolescentes se podría incrementar 15 veces más la inversión actual en anticoncepción, o aumentar en 4,7 veces más el bono Juancito Pinto (para promover la permanencia escolar), o acrecentar 16,4 veces más el bono Juana Azurduy (para promover el cuidado de la mujer embarazada), o invertir recursos para la construcción y equipamiento de establecimientos de salud relacionados con la niñez y adolescencia •