María Barzola
Recordar es vivir y olvidar es morir. Esta narración es nacida desde la vivencia, los recuerdos y las nostalgias de un pueblo minero.
Recordar es vivir y olvidar es morir. Esta narración es nacida desde la vivencia, los recuerdos y las nostalgias de un pueblo minero. Es un fragmento de los acontecimientos de la lucha proletaria, porque sólo mencionar Uncía, Siglo XX, Catavi, Llallagua, Miraflores, Amayapampa, es sinónimo de una legendaria combatividad que resuena mucho más allá de las fronteras del país. De los centros mineros del norte y sur de Potosí, de las entrañas de los socavones, salieron miles y miles de toneladas de estaño, aún hasta el día de hoy, continúa fluyendo el precioso metal del diablo para contribuir al desarrollo y progreso de Bolivia. Lastimosamente, por las ambiciones politiqueras, golpes de Estado militares, ocurrieron cruentas masacres. La única estela dejada por las faenas mineras es el dolor, la miseria, la desesperación y la muerte.
El día 21 de diciembre del año 1942, los obreros prepararon el estandarte sindical, banderas nacionales y luego una concentración que se cumplió en la plaza de Llallagua. Se determinó la marcha de más de 10.000 personas con dirección a Catavi, participando en ella, mujeres y niños.
La columna humana fue imponente y empezaron a marchar al son de una banda musical, los slogans eran de condenas a la Empresa Patiño Mines, al ejército, como a sus pliegos petitorios. Se observaba, distinguiéndose notoriamente y en primera línea, a doña María Barzola.
El ejército militar se encontraba pertrechado en la tranca de Catavi, se escucharon los primeros disparos al aire con el fin de amedrentamiento. La clase obrera no se inmuta, sigue adelante y, de repente, las tropas militares disparan a matar. Las ametralladoras, los morteros, provocan muchas bajas en las filas obreras y los primeros en caer fueron los que encabezaban la manifestación, y entre ellos María Barzola. La pampa intermedia entre Catavi y Llallagua se tiñó de sangre y el arma fratricida que causó muchas bajas fue un mortero de campaña. Las ametralladoras y los rifles escupían proyectiles sin cesar. No había un lugar para esconderse, se encontraba sembrado de cadáveres y de muchos heridos que expresaban lamentos de dolor, pedían auxilio, el panorama era desolador y las miradas de horror.
Retiro de cadáveres. En la noche circularon por la zona vehículos militares provistos de reflectores y recogieron apresuradamente los cadáveres diseminados en la zona del crimen, y no se conoció dónde fueron llevados, ni la cantidad.
Funeral. El miércoles 23 de diciembre, ante una multitudinaria concurrencia de trabajadores mineros y amas de casa, se procedió al entierro de las víctimas rescatadas por familiares. La congoja era indescriptible, las lágrimas se reflejaban en cada uno de los rostros, el llanto de los dolientes era desgarrador. Al día siguiente, el ejército ingresó fuertemente armado a los distritos de Uncía, Siglo XX, Llallagua. A su vez, agentes del gobierno procedieron a la búsqueda de dirigentes para capturarles.
Aumento de sueldos. El día jueves 24 de diciembre, la Empresa de la Patiño Mines, a través de un circular, ordenó la normalización laboral e hizo conocer el aumento del 20 % de sueldos, advirtiendo el retiro de aquellos que no acudan a sus fuentes de trabajo.
Después de esa masacre minera, y dada la circunstancia de la baja de los precios del estaño, el gobierno del General Peñaranda ordenó, en junio de 1943, el despido y el desahucio de 5.000 trabajadores de Siglo XX y Catavi y de esta manera burló el derecho de antigüedad y los derechos sociales a que eran acreedores los de la clase obrera.
MARÍA BARZOLA. Ahí estaba una mujer de pollera quien, siendo oriunda de Chuquisaca, llegó al campamento minero para brindar su cooperación en el cuidado de sus nietos, porque su nuera, Encarna, había sufrido el abandono de su marido. En realidad, doña Encarna debía participar del acto de protesta. Como trabajadora palliri, estaba en la obligación de hacerlo y, precisamente por su juventud, sus compañeras le dieron el honor de portar la bandera nacional; pero, como su bebé lloraba, motivó a que María Barzola le sustituya en la marcha. Sin embargo, también su nuera estaba junto a ella. Entonces María Barzola sonrió cuando se vertían los gritos de protesta y condena contra del gobierno militar del General Enrique Peñaranda, quien fue escogido por las grandes empresas para gobernar el país desde el punto de vista de la oligarquía. También gritó para confundir su clamor popular de rebeldía. Su valentía y coraje se hallaban inspirados por la enseña nacional y, cuando el ejército empezó a disparar en contra de los manifestantes, ese tronar bélico no la inmutó. Muchos caían, pero ella siguió adelante con la tricolor en alto, su valentía era imitada por los varones, mujeres, aún por los niños, hasta que los proyectiles penetraron su cuerpo cegando su vida.
María Barzola aún sigue vigente, es inmortal, porque ella continúa portando el emblema patrio en su camino de la paz inexistente •
(*) Cristóbal Corso Cruz es presidente de la Sociedad Geográfica y de historia “Potosí”
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Cajías, Lupe. Historia de una Leyenda.
Lora, Guillermo. Historia del movimiento Obrero Boliviano.
Querejazu, Calvo, Roberto. Llallagua, historia de una montaña.
Geddes, F, Charles. Patiño, Rey del estaño.
Saavedra, Córdova, Armando.2.007. Historia de un pueblo. Cochabamba Bolivia.
HEMEROTECA
Periódicos Presencia, La Paz. La Patria, Oruro. La Razón, La Paz.
Gaceta del Sur, Potosí.