El sentido de la Navidad

En este artículo no presentaré datos investigativos, sino, más bien, reflexivos, ya que nos encontramos en tiempos muy difíciles, cuando olvidamos la importancia de la familia y del punto de partida en sí, que sin madre no hay hijo.

La adoración de los pastores. Anónimo.

La adoración de los pastores. Anónimo. Foto: SIHP

Adoración al Niño Jesús, de Melchor Pérez de Holguín.

Adoración al Niño Jesús, de Melchor Pérez de Holguín. Foto: SIHP

Adoración de los Reyes Magos. Anónimo.

Adoración de los Reyes Magos. Anónimo. Foto: SIHP

La Sagrada Familia es base del pesebre.

La Sagrada Familia es base del pesebre. Foto: SIHP

la familia junto al nacimiento

la familia junto al nacimiento Foto: SIHP


    Laura Paz Leaño España
    Ecos / 27/12/2022 00:52

    En este artículo no presentaré datos investigativos, sino, más bien, reflexivos, ya que nos encontramos en tiempos muy difíciles, cuando olvidamos la importancia de la familia y del punto de partida en sí, que sin madre no hay hijo. En el corazón de la fiesta está inscrito el deseo de volver a casa, de que seamos recibidos por el abrazo del Padre. La familia es la verdadera escuela donde aprendemos a hacer este camino. Navidad, más allá de ser ocasión para reuniones familiares, o un momento para encontrar a los que se encuentran más distantes, o simplemente de gozar juntos. Más allá de eso, Navidad es una grande oportunidad de constituir de estar reunidos en torno a Cristo, presididos por María y por José.

    Una expresión concreta de todo esto es la experiencia de la familia. Sabemos, por principio, que es una realidad hermosa. Al mismo tiempo, todos conocemos los desafíos de la realidad familiar. Algunas familias son grandes; otras, pequeñas. Algunas, muy complejas o llenas de tradiciones. Otras, muy simples o espontáneas. A algunos nos gusta la familia que tenemos… a otros, no tanto. Así, grandes o pequeñas, idílicas o aparentemente insoportables, heridas y reconciliadas, las familias son el lugar donde aprendemos a percibir que Dios es Padre, donde aprendemos a sentir que la Iglesia es Madre, donde somos iniciados en el desafío de la hermandad.

    La Navidad expresa de forma excepcional que Jesús realmente es «Dios con nosotros». De hecho, es impresionante la proximidad de Jesús con nuestra realidad concreta. Nada de lo humano es ajeno a Él. Nació en una familia, es conocido por los primeros visitantes del pesebre, participa en las tradiciones de las familias con las que creció.

    En la liturgia se celebra esta realidad. Por ejemplo, en la fiesta de la Sagrada Familia, en el domingo de la Octava de Navidad. En este día, la Iglesia reza: Oh Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo, concédenos, con bondad, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo”.

    Lo primordial es disfrutar con alegría y espiritualidad. Transmite a tus hijos el mensaje de renovación de fe y la alegría que acompaña las tradiciones navideñas. Estas son maneras de cultivar el espíritu y encontrar felicidad en el interior de cada uno. Reflexionar y orar juntos, hablar sobre el significado de la Navidad en las distintas tradiciones religiosas, contar anécdotas sobre la celebración de estas tradiciones en la familia, son una manera de fortalecer el espíritu navideño.

    Compartir con las personas queridas, para dar, no solo para recibir. La Navidad es tiempo de costumbres que invitan a participar de un mensaje de amor y de entrega. Motiva a tus hijos a pensar en los demás sin limitarse a sus amigos cercanos o conocidos. Enséñales a compartir con aquellos que lo necesiten, a ser solidarios y a estar dispuestos a dar desinteresadamente. No obsesionarse con la lista de regalos.

    Pedir desde el corazón tiene un gran valor. Por ejemplo, la salud de un familiar, el bienestar de los amigos o vivir en armonía. Adicionalmente, no todos los obsequios que se hacen en Navidad deben ser comprados. Puede regalar una tarjeta, o hacer una invitación a comer. Ante los cambios del mundo moderno, muchas de estas tradiciones se han ido perdiendo.

    En efecto, muchos niños parecen ajenos a los rituales familiares de antaño. Estas celebraciones en familia crean vínculos emocionales de amor y la alegría, así que aprovecha para rescatar, con tus hijos, tradiciones como cantar villancicos, hacer recetas e intercambiarlas con los vecinos, contar historias de Navidad, hacer manualidades o jugar aguinaldos. Ante todo, mantén una actitud amorosa, generosa y alegre es lo mejor para trasmitirle a los niños.

    En esta época, compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor, de ser solidarios, de alimentar el espíritu y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, se convierten en el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros seres queridos. Es un tiempo para renovar la fe en Dios, amar a los demás, y poner en alto el amor y paz. Para ello es fundamental compartir con los niños, que son nuestra generación futura, los valores y enseñarles que la felicidad no solo está en los obsequios y en los regalos materiales, sino en el compartir el tiempo juntos, el de darnos un abrazo, el decirnos cuánto nos queremos y lo importantes que son.

    Es fácil olvidar la empatía hacia los demás, pero en estas fechas es como si todos volviéramos a reiniciar nuestra tolerancia y entendimiento, queremos ser mejores personas para que exista armonía a nuestro alrededor. Cuando decimos a alguien “¡FELIZ NAVIDAD!”, estamos deseando lo mejor para esa persona, pero sobre todo que la pase en “FAMILIA”

    (*) Laura Leaño es presidenta de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP). 

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